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lunes, 27 mayo, 2024
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Saldar la deuda con los propios fantasmas, así describe Joel Flores a su literatura

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Por: ALMA RÍOS •

■ Hay que dar voz a la gente que influyó en ti y te hizo cambiar, estén o ya no, expresó el escritor

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■ Como relatos que resultan “insuperables” desde la ficción considera los recientes sucesos en el país

“A mí me interesa la voz de los vencidos, de los desaparecidos, de los que dejaron huella y tenemos que honrar con la palabra. Esos sí me interesan. Aquéllos que los honren los medios de comunicación” o que los narren los narcocorridos.

Habla el escritor Joel Flores a propósito de la que propone como la segunda gran novela del narcotráfico: la reciente fuga de El Chapo Guzmán. La primera, también dijo, fue su primer escape de penales de máxima seguridad mexicanos. Sobre ambos episodios, aseveró, son relatos que resultan “insuperables” desde la ficción.

Acerca del reciente episodio que trató de explicar el secretario de Gobernación como “insólito” y ajeno a las escrupulosas medidas de seguridad del penal del Altiplano, nunca relajadas, el narrador agregó: “cada escritor tiene su postura sobre qué escribir o qué no escribir ante la violencia”.

La literatura de Joel Flores se ha centrado en lo que han llamado las autoridades “daños colaterales” de la guerra contra el narcotráfico, las vidas de las personas que han sido afectadas por las disfuncionalidades institucionales que abrieron la puerta a la vía de las balas.

En su opinión, los autores que centran su atención en personajes como Joaquín Guzmán Loera denotan “un algo inconsciente, siniestro, aspiracional (…) si es una intención por reflejar lo que hizo, hasta a veces mitificarlo”.

Al autor de Rojo semidesierto, la primera entrega de una trilogía en que aborda justo “la voz de una generación mutilada por la violencia”, no le interesa decir, por ejemplo: “los fulanos armaron Zacatecas con sangre, pero también con dinero. No, no, no… que la historia los castigue. Me interesan más los otros”.

Lo cierto, agrega al comentario provocado por la coyuntura, es que mientras Enrique Peña Nieto esté en el gobierno “nos va soltar un montonal de historias tanto a los periodistas como a los escritores de ficción. Muchísimas historias”.

En Rojo semidesierto, obra ganadora del Certamen Internacional de Literatura Sor Juana Inés de la Cruz 2012, los 14 relatos hablan sobre la violencia en México durante el Calderonato, cuando el presidente declaró la guerra al narco.

Sin ser narcorrealismo, precisa, las historias registran los daños colaterales “donde la víctima es igualada con el verdugo a través de la tragedia”.

Los relatos transcurren inmersos en la nostalgia que denota la filia de Flores al terruño y cuyos vínculos amarra con su siguiente entrega, Nunca más su nombre, obra de próxima aparición por la que obtuvo en 2014 el Premio Bellas Artes “Juan Rulfo” para Primera Novela, y en que convierte al narrador del primer libro en protagonista.

En ella refiere el difícil encuentro de un hijo con su padre motivado por la cercanía de la muerte de este último, y que conmina al protagonista a reflexionar sobre sus vínculos auténticos. También lo convoca a enfrentarse con personas ahora desaparecidas y una familia deshecha de la que había huido, para finalmente responder a la pregunta de si existe o no el perdón.

Sobre la nostalgia que lo marca y autodefine como “terruñero”, Joel Flores agregó otra vez sobre el tema de la violencia, fue en su estancia en España que empezó a escribir Rojo semidesierto. A este tiempo se aparejó el gobierno de Amalia García Medina, en el que dice, “le abrieron la puerta a quien no debieron abrirle la puerta”.

La nostalgia de Joel se convirtió en preocupación cuando gente cercana se sumó a las cifras, al desparecer un amigo, convertirse en víctima de secuestro un familiar y conocer del ingreso al crimen organizado de otra amistad.

Luego de hacer las paces con sus fantasmas. Honrar al amigo con un libro de cuentos y al padre en una novela, Joel Flores ubicado en el filo de sus 31 años, está en proceso de hacer lo necesario consigo mismo y con su tierra.

“Hay que darle voz a la gente que de determinada forma influyó en ti y te hizo cambiar de buena o mala manera. Los escritores tenemos una gran deuda con los que estuvieron a nuestro lado y se fueron, o con los que están. Hay que honrarlos”.

El narrador está escribiendo actualmente bajo el auspicio de la beca Jóvenes Creadores del Fonca la última parte de su trilogía: Sur 34.

La historia  transcurre totalmente en Tijuana y evoca una emboscada ocurrida en aquella ciudad hace 5 años y en la que murieron varios policías. Uno de ellos, desaparecido, es recuperado por el autor para proponer su evolución, pues luego de involucrarse en el crimen organizado buscará comenzar una nueva vida. Aquí también, el protagonista de Nunca más su nombre encarará la paternidad y una crisis profesional y aparecerá otro personaje que encarna la sombra de los desaparecidos.

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