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sábado, 15 junio, 2024
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Capital humano: The girl with the needle, de Magnus von Horn

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Por: SERGI RAMOS •

La Gualdra 622 / Cine / Festival de Cannes 2024

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[Sección oficial Festival de Cannes]

 

La película de Magnus von Horn golpeó fuerte en el primer día de competición oficial. La obra del sueco se ha caracterizado por crear dilemas morales alrededor de personajes ambiguos, como en The here after (2015), en el que un adolescente perturbado, culpable de homicidio, volvía a su comunidad de origen para intentar rehacer su vida. 

The girl with the needle, ambientada en la Copenhague industrial del final de la Primera Guerra Mundial, cuenta la historia de Karoline, una obrera en una fábrica textil, con dificultades económicas después de haberse quedado sin noticias de su marido, desaparecido en el frente. Tras ser seducida, embarazada y abandonada por su patrón, acaba relacionándose con Dagmar, una mujer que se dedica a la adopción clandestina de bebés. 

 

Un retrato del capitalismo industrial

A pesar de que la trama hubiera podido hacer derivar la película hacia las aguas del melodrama, la realización hace cohabitar dos tratamientos, que la llevan por otros derroteros. Filmada en blanco y negro, se inscribe dentro de una vena “dickensiana” que explora con lucidez y extrema crueldad el desarrollo del capitalismo como lógica económica que rige la sociedad. El realizador estudia esta lógica de la explotación desde una perspectiva que podríamos relacionar con el concepto de biopolítica propuesto por el filósofo francés Michel Foucault, y en particular en uno de sus aspectos: cómo el poder se ejerce a través del control de los cuerpos. 

El relato de una mujer, víctima del capitalismo industrial, se expresa al inicio de manera clásica, como un engranaje destinado a poseer y exprimir los cuerpos. Se exhorta a las trabajadoras que aumenten su cadencia de trabajo, en beneficio de la productividad económica y patriótica, en este caso la fábrica de ropa reconvertida en fábrica de uniformes, dentro de la industria de guerra, y a pesar de la filantropía aparente de su patrón. 

 

Explotaciones del cuerpo femenino

Pero la fábrica como lugar de explotación de los cuerpos es sólo una de las facetas de la biopolítica que impregna todos los ámbitos de la sociedad, así como las funciones orgánicas del cuerpo, siendo sin duda esta voluntad sistemática de exploración el gran acierto de la película. Von Horn muestra una multitud de formas de opresión del cuerpo de los individuos, y en particular de la mujer. 

La sexualidad, el aborto, la lactancia e incluso la reproducción se convierten en formas de explotación del cuerpo femenino, convertido en moneda de cambio dentro del gran circuito económico del capitalismo industrial. Incluso el uso de la droga, frecuente durante el metraje, forma parte de esta lógica como medio de regulación de los cuerpos.

Esa misma fuerza se ejerce sobre su marido, un gueule cassée cuya cara quedó mutilada en la guerra, convertido en un objeto de espectáculo en un circo de freaks. Para mostrar esta lógica de explotación, la película pone una particular atención en describir las agresiones sufridas por los cuerpos, con una crueldad cuya violencia salpica al espectador.

 

Un cuento cruel

Esta tendencia naturalista, como en una novela de Zola, convive sin embargo con otra gran línea expresiva. Adopta la forma del cuento, un Hansel y Gretel en el que Dagmar, la bruja, se convierte -por lo menos así es sugerido en un primer tiempo- en el intermediario de otra forma de comercio. Se trata de la venta de bebés de clases bajas, volviendo a la crueldad inherente a los cuentos populares, escritos en gran parte al inicio de la sociedad industrial a inicios del siglo XIX. Como en el relato de los hermanos Grimm, los bebés abandonados son recogidos por un personaje femenino, medio ogro y medio bruja, propietaria de una tienda de golosinas.

Estas dos líneas de narración consiguen coexistir de manera armoniosa durante todo el metraje, soportando una exhibición de crueldad que podría parecer excesiva, si no fuera por la lectura lúcida que introduce sobre la acción del capitalismo en el cuerpo de la mujer. Quizá sólo la parte final de la película, como inevitable moraleja del cuento, introduzca una explicitación y una justificación que resultaban a todas luces innecesarias.

 

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