Las presentes elecciones tienen todos los ingredientes para ponerles la etiqueta de “preocupantes”: intercambio de ofensas y acusaciones que dañan la integridad moral de los contendientes. La guerra negra deja a los candidatos y militantes en un estado de inflamación del ánimo. Además, el estado de competencia es muy alto, se prevé un resultado con mínima diferencia. Y la distancia entre el ganador y el segundo sitio dará lugar a sospecha de trampas y a reclamos por métodos ilegales, como la compra de votos o el acarreo. Los dos punteros se han declarado delanteros en base a sus propias encuestas, y han anunciado la intención del adversario a incurrir en prácticas ilegítimas. Como podemos observar, están dadas todas las condiciones para una jornada electoral crispada, donde cualquier pretexto puede dar lugar a eventos indeseables. Todo un reto para la autoridad electoral.
Esta circunstancia no es sólo en Zacatecas, Veracruz, Durango y Aguascalientes tienen lo propio. Si estas elecciones son un anuncio de la madre de las elecciones en 2018, significa que irá en aumento la irritación y enfrentamiento de facciones partidarias rumbo a esa fecha, en el resto del país. Es probable que después de los resultados del 5 de junio, los partidos levanten barricadas en las cámaras legislativas y en los gobiernos estatales para desgastar al rival en los próximos dos años. Si a eso sumamos que el entorno financiero y económico del país es precario, las condiciones de explosividad aumentarán. La anunciada recesión de Estados Unidos y los resultados negativos de las reformas estructurales, agravarán más ese entorno precario.
En Zacatecas, los ciudadanos estamos interesados que los conflictos los arregle la ley y justo: las urnas. Los líderes políticos, en estos momentos adquieren una responsabilidad especial porque son quienes pueden infundir prudencia en sus seguidores o, al contrario, incendiar la pradera. Y no sólo el ámbito partidario está crispado, también hay sectores sociales agraviados, como el caso notorio del magisterio zacatecano y nacional. La actitud del secretario de Educación, Aurelio Nuño, no ayuda a la paz social. Con esto, queda claro que la beligerancia no viene sólo de los partidos políticos y algunos sectores sociales, sino del propio gobierno. En este contexto, será importante que el Gobierno estatal muestre civilidad en estos días, y no veamos de ninguna forma, que interviene en el proceso definidor del voto.
Desde aquí hacemos un llamado a la civilidad. A todos los actores: partidos, sindicatos, organizaciones sociales y gobierno. Y a pensar en las reformas que hacen falta para mejorar este sistema de elección maltrecho que desemboca en situaciones explosivas como la presente. Lo cierto es que la sociedad castiga electoralmente los excesos violentos: he ahí un estímulo efectivo a la prudencia.
