Terminaron los Juegos Panamericanos Toronto 2015 con un pobre resultado de la representación nacional: ocupamos el sexto lugar en el medallero, por debajo de nuestros dos socios comerciales en el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, Canadá y Estados Unidos, y de Brasil, Cuba y Colombia. La mediocre participación solo es un botón de muestra de resultados decepcionantes de las representaciones nacionales en los distintos eventos internacionales en los últimos años.
La situación del deporte mexicano no se puede explicar diciendo que los mexicanos no se interesan por esa actividad. El pueblo mexicano vive y siente el deporte. Lamentablemente cada vez más lo hace como espectador y no como participante. Los aficionados a los eventos deportivos se apasionan o desalientan ante la actuación de sus atletas o equipos favoritos vibrando en la frecuencia que imprimen los comentaristas de las grandes redes de telecomunicaciones, cuyos intereses económicos son determinantes en el mundo deportivo.
El alto índice de sobrepeso del pueblo mexicano es solo una señal de alerta que nuestras autoridades deportivas y educativas no quieren atender sobre un hecho fundamental: la activación física en el sistema educativo es pura simulación, es un desastre. La inmensa mayoría de los maestros de educación física desarrollan su tarea de manera rutinaria, en instalaciones descuidadas, con grandes carencias en el rubro de material deportivo y sin información y claridad en cuanto a la política pública en la materia. A lo anterior se agrega el hecho de que los grandes medios de comunicación electrónicos no muestran interés alguno en la promoción de la activación física, pues solo se ocupan de promover sus intereses en el futbol profesional. Es raro el evento nacional o local de atletismo, de baloncesto, o de cualquier disciplina que sea promovido y difundido por las grandes redes de telecomunicaciones. El resultado es que la gente deja de practicar para sentarse a ver en la televisión al héroe del momento, generalmente un futbolista, nacional (Chicharito) o extranjero (Messi)
Una buena parte de la responsabilidad de la crisis de nuestro deporte recae en los directivos de las distintas instancias: la CONADE y las distintas federaciones, que han impuesto una gestión donde los vicios del nepotismo, la corrupción y la opacidad siguen dando la nota. Como ejemplo de lo anterior se puede mencionar que en los Juegos Panamericanos Toronto 2015, las autoridades le arrebataron su lugar en la justa a la ciclista Ana Teresa Casas y se lo dieron a la hija del vicepresidente de la federación –que ni siquiera compitió por el puesto.
El caso de Fernanda González, medallista panamericana, centroamericana y seleccionada olímpica, estalló el miércoles 15 cuando la nadadora denunció amenazas y presiones de los titulares del Comité Olímpico Mexicano (COM), Carlos Padilla, y de Mario García, quienes la obligaron a utilizar el traje de baño oficial: una prenda que le quedó pequeña e incómoda. “Estuve detenida en la Villa Panamericana una hora antes de mi prueba (la final de los 200 metros dorso) con un estrés impresionante, al grado que me dijeron: “Te vamos a quitar ahorita tu acreditación y no vas a poder competir’”, contó la nadadora en entrevista con Claro Sport. Fernanda relató que fue presionada directamente por Padilla, García, y dos personas de la Dirección de Mercadotecnia del COM: “Me tuvieron en un cuarto, diciéndome que me iban a quitar mi acreditación y que tenían un vuelo reservado para mí al día siguiente (jueves) hacia México, porque no usaba el bendito traje que ellos querían que utilizara. Así tenga que nadar desnuda lo voy a hacer; no me importa, pero no es justo que siempre se lleven entre las patas a los atletas por intereses de ellos”.
Un día después, Padilla cumplió sus amenazas y separó a la nadadora de la delegación nacional. “Fernanda González ha sido recurrentemente indisciplinada. No sólo aquí, sino en Veracruz. Es un tema de dinero … Comprendemos que quiera ganarse un dinero, pero no a costa del prestigio de la delegación”, arguyó el federativo. Horas después de la inusual medida, por fin se supo de la presencia en Toronto de Alfredo Castillo, quien anunció en su cuenta de Twitter que hubo “un arreglo” con el COM y la jefatura de misión para que la nadadora continuara participando en los Panamericanos.
Otros casos relevantes son: el del marchista Horacio Nava, el mejor exponente nacional de la actualidad, quien viajó a Toronto sin el apoyo de su entrenador por problemas con el presidente de la Federación Mexicana de Asociaciones de Atletismo, Antonio Lozano. El de Juan Luis Barrios, quien ganó cinco medallas en Toronto, quien no olvida otra afrenta de Antonio Lozano cuando lo marginó de los 10 mil metros en los Panamericanos de Guadalajara 2011. Pese a todo, el corredor se coronó en la única prueba en la que tomó parte: los 5 mil metros, después de haberse adjudicado las preseas de plata en 5 mil y 10 mil metros en los Panamericanos de Río 2007. La arquera Aída Román, subcampeona olímpica, también compitió en Toronto sin la presencia de su entrenadora coreana. ¿La razón? La Federación Mexicana de Tiro con Arco le adeuda medio año de su salario.
Como se ve, el proceso de descomposición general se expresa también en el deporte. Lástima.
