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jueves, 2 mayo, 2024
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Los Marcados y el cine en La Quemada

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Por: Carlos Alberto Torreblanca Padilla •

La Gualdra 548 / Arqueología e Historia / Ollin: Memoria en movimiento

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Juegos de manos, a la sombra de un cine de verano

juegos de manos, siempre daban una de romanos.

Joaquín Sabina, Una de romanos

 

Es tiempo de preparar las palomitas y sentarnos a analizar la relación entre el cine y el patrimonio arqueológico. México tiene una gran cantidad de ciudades prehispánicas las cuales han sido empleadas como escenarios para recrear hechos históricos en filmes como Retorno a Aztlán o Ulama: juego de la vida y la muerte; así como para documentar el trabajo del arqueólogo, como lo podemos apreciar en película La excavación, producida por Netflix. También están aquellas películas de carácter fantástico como El coyote emplumado, o la famosa saga de Indiana Jones.

Las zonas arqueológicas se encuentran envueltas en impresionantes paisajes con un toque de misterio, atrayendo la atención de la industria cinematográfica. La zona arqueológica de La Quemada no fue la excepción ya que ha sido utilizada como escenografía de varias filmaciones como el western mexicano llamado Los Marcados, escrita, producida y actuada en el año de 1971 por el cantante y actor mexicano José Pascual Aguilar Márquez Barraza, mejor conocido como Antonio Aguilar, contando con la colaboración de Ricardo Garibay y Mario Hernández. En esta película actuaron Guillermina Jiménez Chabolla (Flor Silvestre), María Teresa Sánchez González (Carmen Montejo), J. Eduardo Eric del Castillo-Negrete Galván (Eric del Castillo), Javier Ruán Jaimes y Juan Carlos Ruiz, entre otros.

Más allá de hacer una crítica de esta controversial película, analizaremos las condiciones de conservación de los edificios prehispánicos que aparecen en escena, al igual que el empleo del patrimonio arqueológico en dicha industria.

En el rodaje de Los Marcados se emplearon vistas generales de los vestigios centrándose en la Acrópolis, es decir, la parte sur del cerro. Las locaciones particulares fueron en el Salón de Columnas, Juego de Pelota, Pirámide Votiva y Plaza de los Sacrificios.

Para los años 70´s en, las ruinas de La Quemada, solo se habían realizado trabajos de restauración en la Pirámide Votiva, el resto del sitio aún se encontraba cubierto por escombros de los propios edificios los cuales dificultaban el tránsito, por lo que se infiere que el primer nivel de los vestigios arqueológicas de La Quemada presentó las condiciones técnicas para llevarse a cabo las grabaciones.

Es interesante ver el uso del patrimonio arqueológico y una reinterpretación del pasado mezclando un escenario prehispánico con mobiliario de latón, madera y finas telas al estilo Luis XVI; muestra de ello son las escenas grabadas en el Salón de Columnas donde se empleó una fina decoración compuesta por un comedor y una recámara. En este mismo espacio, en otra de las escenas se aprecia un pequeño estanque cerca, en el cual los protagonistas se duchan fundiendo una imagen de los baños romanos con vaqueros del viejo oeste.

Otra de las partes destacadas en el rodaje se presentó en la Plaza de los Sacrificios, donde se escenifica un foro para una declamación poética realizada por el personaje del Niño, quien viste una sábana blanca y porta un cráneo en su mano extendida evocando un episodio del teatro griego recreado por Shakespeare. En el Juego de Pelota se reproduce un torneo de caballeros medievales, que a caballo y con una lanza golpean a un individuo que está colgado de un poste, conservando ciertos aspectos del viejo oeste americano. Cerca de la derruida plaza principal, el Niño coquetea con uno de los secuaces quien le responde con un erótico gesto. En una cama de latón y espejos forrados con tela roja dentro del Salón de Columnas están recostados, en una relación incestuosa, el Niño y el Pardo. Es notorio en toda la película que el patrimonio arqueológico existente en La Quemada solo sirvió de escenografía, quizás con la intención de promover turísticamente el lugar.

Desde la visión arqueológica, sobresale el estado de conservación en que se encontraban los edificios, la gran cantidad de escombro dispersos por el lugar producto de la intemperie y el saqueo. La cancha para el juego de pelota se presenta parcialmente liberada, en cambio en el Salón de Columnas aún se observan las calas de excavación arqueológica que se dejaron abiertas. En cuanto al pórtico y plaza principal se percibe la acumulación de lajas, dispuestas como banco de material para ser retiradas y posteriormente empleadas en la elaboración de los “lienzos” o para la construcción contemporánea. Una densa nopalera cubre el entorno a la plaza mayor donde se encuentra la calzada principal a la antigua ciudad prehispánica, por este lugar cabalga sigilosamente el Marcado. Este personaje, una vez de haber aniquilado a la horda de forajidos, pasa con su rostro inexpresivo a un costado de la Pirámide Votiva que es el único monumento que está en buen estado de conservación. Sin embargo, la escena que impacta en el quehacer arqueológico, es cuando el Marcado ingresa al Salón de Columnas derrumbando un muro, a pesar de ser este parte de la escenografía, el protagonista corre entre el escombro y calas expuestas, afectando el contexto arqueológico.

La industria cinematográfica también es un importante referente del documento histórico que llega a mostrar las condiciones sociales y culturales en un tiempo definido; con esta filmación la zona arqueológica de La Quemada muestra un panorama estructural de las ruinas en la década de los 70´s, así como una amplia vista paisajística en que se envuelve estos importantes vestigios arqueológicos.

 

*Director de la Zona de Monumentos Arqueológicos y Museo de Sitio La Quemada, Centro INAH Zacatecas.

 

https://issuu.com/lajornadazacatecas.com.mx/docs/gualdra_548

 

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