■ El ciudadano necesita despejarse ante un escenario mientras observa un montaje, asegura
El teatro es necesario actualmente para poder sensibilizar al ser humano, para que éste tenga conciencia de lo importante que es recuperar algo de la humanidad que se está perdiendo en los tiempos actuales con la llegada de la tecnología, y ante escenarios de violencia cada vez más marcados. El ciudadano necesita despejarse ante un escenario, confrontándose con la vida misma, mientras observa un montaje, menciona el actor y dramaturgo zacatecano Iván Guardado Ovalle, quien participa con su grupo La Ciénega Teatro en el Festival Internacional de Teatro de Calle de este año.
En este sentido, señaló que es importante que se fomente la cultura a niños, pues de esta forma se podrán generar públicos para el teatro, además de que los menores podrían llegar a ser en un futuro los creadores escénicos en la entidad.
Actualmente el actor también forma parte del programa de Teatro Escolar, y con el grupo La Ciénega presenta la obra para niños El Baúl. Dicho proyecto tiene la intención de que los menores de edad escolar tengan un acercamiento a esta disciplina artística y se generen el gusto por este arte.
Sin embargo, la formación profesional de Iván estuvo llena de obstáculos, entre ellos la desaprobación de su familia, pues la mayoría de sus parientes estudiaron Contaduría, y esperaban que él ejerciera esta profesión.
A los 15 años descubrió la magia del teatro gracias a que entró a uno de los cursos que ofrecía el Taller de Autoproducción Teatral en el teatro del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), que promovía el Instituto Zacatecano de Cultura.
Fue así que decidió independizarse y vivir solo; su padre le expuso que estaba en libertad para hacerlo y le apoyó con los gastos de alimentación y de renta de una casa por un mes con la condición de que si no podía salir adelante regresaría a su casa.
Ahí conoció a los creadores de ese grupo que eran Salvador Castanedo, Ana Perusquía, Luis Miguel Ríos y Noé Germán Rendón; en uno de los montajes del grupo uno de los actores no pudo participar y se le hizo la propuesta para que ocupara su lugar. La obra se llamó Viaje al otro lado, y contaba la historia de tres migrantes que se quedan atrapados en un vagón de tren al intentar cruzar la frontera.
A partir de ahí nació el gusto por enfrentar a un público, aunque reconoce que en esas primeras experiencias sentía que faltaba algo en sus actuaciones, pues creía que la gente sólo tenía una imagen. Fue cuando reflexionó sobre la importancia de la conciencia teatral, pues es solamente de esta manera en la que un actor puede trascender hacia el público, ya que si esto no se logra, el espectador perdería hasta 3 horas, dos en el traslado y una en ver un espectáculo que no le aportó nada en su vida.
Es por eso que, subrayó, es importante que también el creador tenga ese compromiso social y pueda montar obras que conecten con el público y que cuente historias en las que cualquier ciudadano se pueda identificar.
En este sentido, comentó que es lo que también se necesita para el teatro de calle, tomando en cuenta que el festival internacional que se realiza en la entidad es uno de los más reconocidos a nivel nacional e internacional.
Las raíces del teatro de calle se basan en eso, en el decir y expresar tal vez una inconformidad contra el gobierno o contra las instituciones, y quien lo hace debe saber manejar su mensaje para que alguien esté dispuesto a escucharlo.
Sin embargo, este festival, que en sus inicios cumplió con las expectativas, ahora ha decrecido debido a que las autoridades de cultura de Gobierno Federal han aplicado recortes presupuestales al tema de cultura.
Es por eso que este año sólo se pudo traer a dos compañías internacionales y se apostó por la presentación de grupos locales, lo cual, dijo, ha sido también un arma de doble filo, pues se debe garantizar la calidad de las producciones de las mismas.
Existen grupos en el estado que no se han profesionalizado en la rama de teatro de calle, pues se deben incluir elementos como zancos, escenografías espectaculares y sobre todo una historia que atrape al espectador.
“Es cuando nace el ritual y surgen los elementos que apoyan la historia, pero en México hay una tradición diferente a la europea, pues hay recursos para los realizadores; se concursa para trabajar teatro de calle, y en nuestro país y en el estado no se cuenta con el recurso económico para ello. La visión en Zacatecas ha sido romper con los espacios convencionales y convertirlos en espacios sagrados donde sucede algo”, dice Iván.
Lamentó que las autoridades de cultura no han tomado en cuenta el impacto de este festival en muchos rubros, empezando por el nivel artístico, pues es uno de los mejores en su tipo a nivel nacional. Además de que aporta derrama económica al estado, también atrae cientos de turistas y coloca al estado dentro de la escena teatral en México.
Expuso que también se ha convertido en una tradición, lo cual es negativo, pues ha provocado que el público sepa el lugar y la hora de una función; lo que es similar al ritual del teatro de sala, y no permite la sorpresa en el transeúnte con espectáculos que atrapen a los caminantes en la calle.
Para Iván, el seguir en un escenario lo hace sentir vivo, a pesar de ser un trabajo en el que no hay un pago fijo, pues sus ingresos dependen de temporadas de funciones. Tampoco cuenta con seguridad social ni las prestaciones y beneficios de un trabajo formal, además de comer a deshoras y dormir poco.
“Es un trabajo que te exige mucho mental y físicamente; hoy por la mañana me preguntaba si quería seguir con esto, y me respondí que sí, porque cada función me llena de vida. Tuvimos una función en un espacio en el que no imaginaba que pudiera lograrlo, y al final lloré porque se logró la magia en el lugar. Esos momentos hacen que valga la pena todo el trabajo y el esfuerzo y eso te enriquece como ser humano, porque el teatro a través de la ficción te hace abordar otros mundos posibles”, reflexiona el actor.
