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jueves, 2 mayo, 2024
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Más allá del sarcasmo…

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Por: JORGE HUMBERTO ARELLANO • admin-zenda • Admin •

Las estrategias de control aplicadas a los agremiados disidentes del Sindicato Nacional de los Trabajadores de la Educación, siguen siendo las mismas. Tal cómo se predijo, los días 14 y 15 de julio, el 14 en este caso, debían ser los más candentes en cuanto al “debate, la crítica y la propuesta de salvedades gremiales que impacten directamente en las esperanzas de los afiliados de la sección 34”. Pero el pronóstico no incluía la agresión física en el interior del hotel donde se “desarrollan los trabajos”, utilizando sillas y todo tipo de proyectiles al alcance de las “extremidades” de los golpeadores traídos exprofeso para mantener el “buen curso” de la simulación sindical y el apaciguamiento por la fuerza de quienes difieren de los grupos de poder, acordes a una imposición mal denominada “Reforma Educativa”. Las mismas tácticas, los mismos intereses, aunque beneficiarios directos diferentes: ya no es una figura caciquil intermediaria la que aplica los correctivos vandálicos a quienes intentan proteger a conciencia los derechos laborales, sino el “dueño” de los destinos individuales y colectivos, no solo de una agrupación de trabajadores, sino de la sociedad en general.

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Después de visualizar el imponente cerco policiaco que se extendía estratégicamente por la periferia del hotel, a eso de las 12 del día, los viajeros se extrañaban, pero no hubo dudas: “el Estado sigue teniendo la necesidad de una dirigencia sindical pelele que permita imponer, sin cuestionamientos, sus decisiones contrarias al interés magisterial, no se diga la influencia en las determinaciones propias de un conjunto de trabajadores esperanzados en la reversión de las nuevas políticas laborales”. El mensaje es evidente: nadie puede desobedecer las decisiones que en forma de ilusión mediática han de conducir al “primer mundo”, ordenado por la globalización y el control mundial. No importan los costos; aunque el caso Nochixtlán sigue doliendo a una sociedad sedienta de justicia, y no obstante que los merolicos de la comunicación informativa controlada avizoren posibles soluciones a la problemática que conllevan las imposiciones estructurales, los acontecimientos perpetrados este día 14, sólo recrudecen más la inconformidad, el rencor y el odio, de una sociedad receptiva y perceptiva de los actos de un gobierno indolente, y posiblemente ignorante de sus propias acciones. Una muestra de osadía que sólo se puede fundamentar en el exceso de confianza derivado de los métodos de barbarie aplicados sistemáticamente, un congreso tras otro, y contando con la complicidad de la opacidad informativa.

Aterrador resulta ver las agresiones de personajes especialmente entrenados, quienes patean con cierta técnica a los asistentes al Congreso. En uno de los videos que circulan en las redes se puede observar a uno de esos mercenarios de la violencia golpear con cierta pericia de karate a un asistente que invitaba a la paz y el orden, quien en la confusión luego fue identificado  como uno de los organizadores del evento; previamente una de las delegadas había sido golpeada en la cabeza con una silla metálica. El precio de la “modernidad” reclama el sacrificio de quien se atraviese, no importa si es hombre, mujer o niño… cobardía en su más retrógrada expresión.

En uno de los noticiarios matutinos, desafortunadamente (por la audiencia mínima) de la televisión privada, el señor Juan Díaz de la Torre había sido acorralado por el sarcasmo del titular del espacio informativo, quien entre otros cuestionamientos le pedía una explicación de su posicionamiento tardío con respecto al conflicto magisterial, y en particular de los hechos acaecidos en el estado de Oaxaca, y, en función de sus evasivas, la conclusión lógica parece indicar que no es más que una estrategia de distracción para mantener la esperanza del sector magisterial desinformado mientras pasa el malestar provocado por los “irreverentes” medios de información informales: las redes sociales y la divulgación en las manifestaciones, en muchos estados de la república, incluidos los de escasa tradición en la protesta, que se levantan en contra de los atentados cotidianos padecidos por la inequidad de las decisiones gubernamentales equivocadas, y por los abusos de poder contra el pueblo oaxaqueño.

Mientras que la revista Proceso en una de sus portadas recuerda una de las citas de Gustavo Díaz Ordaz: “Hemos sido tolerantes a excesos criticables…”, la actualidad nos asienta en una serie de mentiras y blasfemias que sólo pueden provenir de los más recónditos confines de la irracionalidad que tergiversa la visión de la calidad educativa. El daño no se presenta a la rebelión magisterial; el daño afecta tanto a la sociedad actual como a las generaciones futuras. Los excesos derivados de la corrupción, y la impunidad en particular, no pueden producir más que el descontrol social y todas sus implicaciones experimentadas. Ese no parece ser el objetivo deseable de una educación de calidad, por lo que los organizadores del Congreso y sus ideólogos no pueden ser considerados educadores, más bien podrían ser comparables con los más perniciosos gánsteres que ha padecido la humanidad. ■

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