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jueves, 2 mayo, 2024
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Usted, ¿quiere ser maestro?

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Por: Gabriela Becerril Esparza • admin-zenda • Admin •

En el marco de las reformas estructurales, retomamos la educativa, que nuevamente presenta otra faceta, ajena al beneficio de las niñas y niños que no han podido acceder a una educación que les garantice calidad de vida personal, familiar y social. Hace unos días, el titular de la Secretaría de Educación, Aurelio Nuño Meyer, anunció que cualquier persona que ostente un título de licenciatura y cumpla con lo señalado por el estado de derecho—la aprobación de un examen de conocimientos—podrá incursionar en la profesión de docente en educación básica.

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Nos confunde el anuncio emitido por Aurelio Nuño, es difícil comprender los movimientos que va generando. Primero, se presenta como el defensor y promotor de la reforma educativa como la única vía que garantizará la calidad educativa de las niñas y niños mexicanos. Porque bien lo dice la ley: es un derecho irrenunciable.

En segundo lugar, hace este anuncio: cualquiera con un título de licenciado podrá ser docente. La pregunta que nos inquieta es: ¿la formación que reciben los estudiantes normalistas, las prácticas en las escuelas, los programas de estudios que analizan los futuros docentes, nada tienen que ver con la calidad educativa? Y los estudiantes universitarios que se preparan por años, con el currículo apropiado a la carrera profesional que eligieron desde la preparatoria, ¿podrán llevar a las aulas la calidad educativa para esas niñas y niños que nunca estuvieron en sus planes profesionales y personales?

Resulta obvio que la reforma educativa no es asumida con seriedad, mucho menos con un compromiso social o nacional. No pasemos por alto las investigaciones que se han realizado al grupo de países que lograron que sus alumnos sean señalados como los destacados por obtener los mejores resultados en capacidades y conocimientos: Finlandia, Singapur, Australia, Corea del Sur y Canadá.

Estas naciones centran sus políticas en la construcción de verdaderos proyectos de formación docente, donde se esgrimen verdaderas estrategias de evaluación de las prácticas de enseñanza, para formar y fortalecer a los mejores docentes y seguir impulsando a los futuros. Es decir, los docentes son previamente seleccionados, acompañados; sus prácticas de enseñanza en el aula son monitoreadas y evaluadas con el firme objetivo de promover la capacidad del docente y hacer de sus prácticas espacios magistrales de enseñanza, que va a reflejarse en los alumnos.

Estos países, que son punta en la calidad educativa, por supuesto que no ponen a disposición de todos sus universitarios el papel que desempeña el docente, a pesar del nivel académico que estos tienen al egresar de cualquier licenciatura. Se caracterizan por:

  • Seleccionar a los candidatos a la formación docente en el tercio superior de los egresados de la educación secundaria.
  • Ofrecer a las docentes múltiples oportunidades de mejora durante su carrera profesional, con el énfasis en la mejora de las prácticas de enseñanza.
  • Ofrecer buenos salarios iniciales, como forma de hacer de la docencia una profesión atractiva.

Sí, sorpréndase, ése es el trato, y para la selección que se hace de la carrera de los docentes el argumento es simple: los países que logran los mejores resultados en las evaluaciones internacionales cuentan con un proyecto educativo exitoso, que tienen una verdadera visión en políticas educativas a nivel nacional e internacional. De acuerdo con el informe Mckinsey, se desenvuelven en tres principios claves los sistemas educativos con muy buenos desempeños:

1.- La calidad de un sistema educativo no puede ser superior a la calidad de sus docentes.

2.-El único camino para mejorar los aprendizajes es mejorar la enseñanza.

3.- Un buen desempeño como país requiere que todos los estudiantes aprendan.

La interrogante sigue en el aire: ¿cómo se logrará en nuestro país la calidad educativa, cuando se toman decisiones que contradicen las acciones de países que son un ejemplo de éxito en materia educativa?

Imaginemos que cualquier licenciado, si gustan uno de los más brillantes de derecho, presenta su examen para obtener su plaza de maestro; lo aprueba; llega a la escuela; le entregan un grupo de primer año: éste es el reto más complejo que puede enfrentar un maestro, pues la tarea principal consiste en que las niñas y los niños adquieran la lecto–escritura.

Este hecho colocará a los actores principales del proceso educativo—alumnos y maestros—en un verdadero problema cognitivo. Los universitarios tienen todo nuestro reconocimiento y respeto. Sin embargo, la formación de un universitario no corresponde a la de un normalista, la cual se centra en los proceso de aprendizajes de los niños respecto a los verbos leer y escribir en la primaria. Su formación es ajena a las teorías del desarrollo y del aprendizaje, los procesos de aprendizaje del sistema de escritura y lectura, los procesos de aprendizaje de las matemáticas y las propuestas metodológicas para la enseñanza. El reto más ambicioso es iniciar a los niños a formarse como lectores y escritores.

Al abrir las puertas del ámbito educativo a todos los licenciados para que ejerzan la docencia sólo pone en evidencia lo endeble de la Reforma Educativa, que, si se da como se viene anunciando, seguirá negando una respuesta positiva a miles de niños y niñas que no han accedido a una educación de calidad verdadera, haciendo más visibles las brechas de desigualdad ordenadas por la cúpula empresarial internacional y nacional.

El mensaje es claro: el sistema educativo de nuestro país no conoce a sus maestros. No se sabe quiénes son los mejores docentes, cuáles son sus fortalezas, sus éxitos; todo ese talento, valor personal y profesional es desperdiciado por el sistema educativo. Con los versos de Enrique Santos Discépolo podemos caracterizar la política de recursos humanos de la mayoría de los estados de nuestro país.

Hoy resulta que es lo mismo ser derecho que traidor

Ignorante, sabio, chorro, generoso, estafador

¡Todo es igual. Nada es mejor

lo mismo un burro que un gran profesor!

Sin embargo, ¿por qué nos debemos preocupar más?, ¿por qué la puerta está abierta para todo aquel que quiera ser maestro? ¿O porque la reforma educativa, a la luz de los últimos hechos violentos que el secretario de Educación ejerce contra los maestros, ha servido para que muy pocas personas estén dispuestas a ser los próximos maestros? ■

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