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jueves, 2 mayo, 2024
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2016: el año de la peligrosa indignación

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Por: Carlos E. Torres Muñoz • admin-zenda • Admin •

En su famoso texto ¡Indignaos!, escrito en 2010,  Stéphane Hessel, identifica como los dos grandes retos de la actualidad a la desigualdad y los derechos humanos, en este momento podríamos agregar un tercero: la corrupción, que, demostrado está, mucho nos cuesta en la tarea de superar la brecha entre unos y otros en el mundo y a su vez, mucho permite la constante violación de derechos fundamentales de las personas, y luego de esto, la impunidad, mal peor, que a su vez, cierra un círculo vicioso de males que nos tienen cada día más molestos, enfadados, indignados.

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Hessel nos recuerda sus luchas, contra el nazismo, un populismo de derecha engañoso, que conquistó voluntades de un pueblo inteligente, pero también harto. Llama a mi generación a indignarse por la situación actual, a tomar en sus manos no solo decisiones, que parecemos cada día tomar más por medio de las redes sociales y menos en las calles, o en las Universidades. Dice el autor que cito: la peor de las actitudes es la indiferencia; sí, hoy habrá que indignarse con responsabilidad, agrego yo.

Indignarse más allá de caer en la falsa salida de la simplicidad en los problemas que nos rodean, más allá de sintetizar nuestra esperanza en la voluntad de un individuo, más allá de ir a votar y esperar la solución de los conflictos que aquejan a la sociedad, en la que parecemos olvidar, estamos inmersos.

La democracia, en su sentido amplio, requiere una correlación de posesión de bienes muy distinta a la que hoy tenemos, y exige el respeto irrestricto a los derechos humanos, por sobre las mayorías. Y además, también es uno de los mejores ingredientes para evitar la corrupción y la impunidad. Pero para lograr el aspirado concepto de democracia sustancial, debe existir participación ciudadana. Ciudadanía con un alto compromiso, activismo e información.

No le es exigible a quiénes apenas les alcanza el día para sostener su vida y la de su familia, pero sí a los jóvenes que pertenecen hoy a una cómoda clase media y alta. Sí a quiénes participan en las Universidades como estudiantes y acuden ahí a diferenciarse del común cultural que no es del todo progresista en nuestro país. Corresponde, en su sentido más amplio, el de la propia corresponsabilidad, a los profesionistas, a los empresarios y a los servidores públicos, a los que de alguna manera los progresos de nuestros tiempos les han permitido fortuna; a los que tenemos una deuda directa e ineludible con la libertad, a quiénes aún creemos en las bondades de la igualdad y, por sobre todo, a quiénes hoy entendemos la fraternidad como la acción de solidarizarse con la humanidad misma.

Se puede entender, e incluso disculpar, de quiénes carecen de elementos culturales y sociales mínimos para un análisis serio sobre los problemas que aquejan a nuestros tiempos (porqué hoy hablar solo de México ya es provinciano, en la época de la globalización) que el reclamo a la habitual, no siempre cierta, indiferencia de las élites políticas, económicas e intelectuales a sus demandas y problemáticas más urgentes.

La indignación no es peligrosa per se, es incluso, dadas las circunstancias y las noticias que parecen animar esta concepción de la realidad, un deber, del humanista, del progresista, del religioso, del académico, del político y el periodista; del maestro y el estudiante; del ciudadano y el militante; la peligrosa indignación es la que nos está llevando a la puerta falsa del populismo (sí, otra vez populismo, entendido como demagogia, simplismo de la vida pública, irresponsabilidad política), a éste debemos combatirlo como un placebo que terminará volviendo el malestar en enfermedad fatal.

Los lamentables (yo por mi parte los lamento) acontecimientos políticos de este año (Brexit, el NO a la paz en Colombia, el triunfo de Trump…) nos deben preparar para que en 2017 y 2018 hagamos una férrea defensa del progreso, de la libertad y con ello, claro está: de la democracia. ■

 

*Miembro de Impacto Legislativo, OSC

parte de la Red por la Rendición de Cuentas.

@CarlosETorres_

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