Érase una vez un Zacatecas próspero, no había inseguridad ni reinaba la pobreza ni la marginación como en otras épocas; pese a que la letra Z estaba al final del abecedario, en materia de calidad de vida y desarrollo, la entidad figuraba en los primeros lugares a nivel nacional. Éramos un ejemplo a seguir, el crecimiento económico existente se había consolidado como resultado de promover a Zacatecas como un polo de desarrollo estratégico gracias a su ubicación en el corazón de México; la riqueza minera de esta región era extraída por concesionarios en su mayoría zacatecanos que generaban empleo bien remunerado y la seguridad e higiene en el interior de las minas en apego estricto a las normas de calidad, gracias a ello, los mineros y sus familias constituían una clase privilegiada, incluso, la Universidad Autónoma de Zacatecas se había convertido en concesionaria de varias minas y exportaban al extranjero oro, plata y cobre, de esta forma y gracias a la prestación de otros servicios, la UAZ había dejado muy atrás, sus problemas estructurales y ahora, multiplicaba sus campus en donde se ofertaban carreras de vanguardia y afines al desarrollo de las regiones de Zacatecas, facilitando que sus egresados se incorporaran al fortalecimiento de sus comunidades y municipios, de esta forma, los jóvenes se dedicaban a estudiar y a contribuir con su inteligencia y esfuerzo a mejorar la calidad de vida de sus familias.
En el ámbito político, los ciudadanos habían adquirido madurez y no comprometían su voto por cualquier tipejo; denunciaban las carnes asadas, los balones y equipo deportivo, despensas, cemento, varillas y otras migajas que les ofrecían, como preámbulo a candidatearse ya que además, el dinero salía de la corrupción cometida en la Administración Pública y era sancionada desde el ámbito penal y administrativo en los primeros indicios de cometerse. La clase burocrática interponía los intereses del Estado por sobre cualquier otro interés, así y con apego a la Ley y al Derecho, se protegía el patrimonio económico, cultural y natural de los zacatecanos por lo cual, existían vías sólidas para transitar a la sostenibilidad del desarrollo y los problemas ambientales no existían, incluso, las autoridades del sector habían dejado sus concursos y demás simulaciones y, trabajaban en la investigación científica de fenómenos como el cambio climático con organismos nacionales e internacionales para diseñar desde la gobernanza ambiental, en el diseño de políticas públicas, de tal suerte, Zacatecas era otro, con amplitud de miras en donde todos eran beneficiarios pues se había roto la idea de generar grupúsculos que se aprovechaban de los demás para llegar al poder y mantenerse en él como parásitos sociales.
Zacatecas era ejemplo de progreso, contaba con dos estadios de futbol de primer división, los equipos mineros y la ola naranja, mismos que disputaban continuamente el título de campeón para beneplácito de sus seguidores, se habían acabado aquellos tiempos de vergüenza y desilusión deportiva. Los festivales internacionales se llevaban a cabo en las regiones del semidesierto, los cañones y la Ciudad Capital, con lo que se hacía promoción turística de todo el Estado y no como se hacía anteriormente, de tal suerte, los hoteles, tiendas de artesanías y demás servicios, se diversificaban; el aeropuerto norte ubicado en Concha del Oro, facilitaba las cosas, incluso el Gobierno del Estado, tenía como sede temporal el municipio de Mazapil en donde el gobernador y parte de su gabinete, despachaban por Ley, tres días a la semana, lo que generó que los bancos, tiendas de autoservicio, farmacias, hospitales y funerarias, tuvieran distintas sucursales en aquél lugar. Incluso los famosos turibús hacían recorridos por el semidesierto ya que existían museos de especies nativas y se recreaba la ruta del peyote con todo el respeto a las tradiciones y creencias de los huicholes, mismos que aprovechaban para la venta de sus creaciones. Zacatecas crecía a lo largo y ancho de manera equilibrada, gozaba de reconocimiento internacional y el turismo incrementaba sus visitas año con año pues todos, hacíamos lo que nos correspondía: el gobernante a gobernar, el funcionario a trabajar, los maestros a enseñar, los estudiantes a estudiar, los padres de familia a educar, los hijos a ser responsables, los militares a cuidar costas y fronteras, los policías a mantener el orden y la seguridad de los ciudadanos, los tránsitos a conducir el flujo vehicular, los médicos a curar a los enfermos, los sacerdotes a guiar adecuadamente a su rebaño, los abogados a lograr justicia y todos, absolutamente todos teníamos la obligación de ser felices en la tierra en donde el trabajo todo lo vence. Ojalá. ■
*Representante de Zacatecas ante el Consejo Consultivo Nacional para el Desarrollo Sustentable
