Dios le dio fundamento y Chava Flores la escena ideal para guitarrear todos los ángulos.
Se trata del guitarrista Crescencio Lucio Malacara, combustible vivo para que ardan las hogueras de la música en lugar de las balas, que la violencia exacerbada se desdibuje unos instantes y puedan las notas colorear otros motivos más fieles a lo mexicano.
Lo vimos en el Auditorio Nacional junto a los magnánimos: Oscar Chávez, Pablo Milanés, Tania Libertad, Silvio Rodríguez, Noel Nicola, Alí Primera y a Gabino Palomares, sin ningún impedimento, ninguna traba. Ahora lo vemos recuperando espacios, luchando contra la diabetes, hilando recuerdos, portándose como caballero que es y a la medida y a la escucha.
Dos discos grabados en la Francia ochentera, 5 en México, Uno en la Habana, acompañó durante años como guitarra segunda al caifanzote Oscar Chávez y al gran Chava Flores y a qué le tiras cuando sueñas Mexicano, el mismito que hasta le compuso una canción al Malacara para que diera su buen rostro siempre sonriente y cumplidor como payador de los corridos mexicanos.
Ahora va bien este potosino y corrige y da cátedra y sigue en el laburo. En el conjuro de la guitarra mexicana por el mundo. ■