■ Originaria de Cuba, reconoce que las condiciones económicas en la isla eran complicadas
■ Tras cumplir convenio de 2 años con la UAZ, se le invitó a seguir en la escuela de música
Ninón Lima, cantante y docente originaria de Cuba, ha dedicado 50 años a la música y al canto, de los cuales, 23 los ha consagrado a formar a la primera generación de maestros de canto de la Unidad Académica de Artes de la Universidad Autónoma de Zacatecas (UAZ) y a más de 20 licenciados en esta disciplina.
Recuerda que su infancia estuvo llena de notas musicales, pues su madre era aficionada a la música. Desde temprana edad tomó clases de piano, instrumento que aprendió a tocar a la perfección.
Sin embargo, antes de concluir su último año de clases de este instrumento, optó por cambiarse a los talleres de canto. Reconoce que en un principio fue como un juego, pero posteriormente llegó a tomarle amor a esta disciplina artística.
“Tenía un profesor que se llamaba Manuel Ochoa, a quien le dije que lo dejaba para estudiar canto. Todo empezó como un juego, luego me incorporé al coro de la escuela y me gustó; de ahí seguí aprendiendo, hasta que estudié un doctorado en mi país”, cuenta la maestra.
Su constancia la obligó a prepararse, y obtuvo becas para estudiar en otros países por parte del Ministerio de Cultura de Cuba. Así, su formación musical fue en países como Bulgaria en donde estuvo 3 años, en Alemania, Rusia, Checoslovaquia, Yugoslavia, entre otros.
Su talento, su voz y su dedicación fueron reconocidos en su país y se le invitó a trabajar como docente durante 13 años en el Instituto Nacional de Arte de Cuba, donde logró graduar a un gran número de profesionales del canto. En la isla entregó 30 años de trabajo.
También destacó en la escena operística de Cuba, siendo primera figura nacional en el género y participando en diferentes montajes musicales. Por ello se presentó en diferentes escenarios nacionales e internacionales.
Ninón quería conocer México, al cual había visto sólo en películas, y su sueño se cumplió. Al llegar dio clases de canto en las ciudades de Monterrey, Saltillo y Aguascalientes; en esta última entidad permaneció cerca de 5 años, dejando su legado en alumnos que han sido figuras del canto en diversos esenarios.
Llegó a Zacatecas como parte de un convenio con la Universidad Autónoma de Zacatecas para laborar solamente 2 años, aunque se le hizo la invitación para continuar en la escuela de música, propuesta que aceptó, pues reconoce que la situación económica en su país natal era complicada.
“Cuando regresé a Cuba después de ir a esos países, surge la oportunidad de viajar a Zacatecas. Para mí fue como una aventura y decidí venir; me gustó este bello estado y aquí me quedé”, dice Ninón.
Sus primeras actividades las realizó en el antiguo edificio de la escuela de música, que se ubicada a unos metros de la Catedral Basílica. Recuerda que no había pianos, y le solicitó al entonces rector, Virgilio Rivera, que dotara de estos instrumentos a la institución.
Reconoce que en aquellos años, no había un buen nivel profesional en canto, por lo que se dedicó a trabajar y a montar óperas. Menciona que con el paso de los años se incrementa el número de personas que quieren aprender a disciplinar su voz en el canto.
Lamentó, sin embargo, que muchos de los licenciados en canto egresados de la universidad, deben buscar trabajo en otros lugares como el Distrito Federal, en donde dice, existe un buen nivel musical y académico. Incluso van a otros países, pues hay alumnos suyos que han destacado a nivel internacional.
“Hay mucho talento y material humano en Zacatecas, pero tienen que salirse a buscar la vida. Sí hay apoyos, pero estos no son suficientes, pues estamos en un país pobre. Por eso buscan oportunidades fuera y se les llegan a dar. Un alumno mío está actualmente en la Scala de Milán”, comenta orgullosa.
Actualmente tiene 14 educandos, los cuales, señala, son disciplinados en el canto y unos profesionales entregados a la música. Es a ellos a quienes dedica su esfuerzo diario, compartiendo su pasión por lo que hace.
Ninón es reconocida por los alumnos que han pasado por su aula, quienes la saludan en la calle. Aunque señala que no los reconoce a todos, le da gusto que valoren su trabajo y su aportación a los zacatecanos.
“Lo que a uno le gusta hacer no se convierte en trabajo; puedo ver los resultados en mis alumnos y en mi propia hija Solange, quien es una destacada cantante. Para mí, la música es una bendición; yo adoro la música y ella me ha dado todo: casa, alimento. La música no tiene límites”, dice Ninón.
