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jueves, 2 mayo, 2024
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Ahora va la nuestra

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Por: Juan Dávila Tovar •

En tiempos de procesos electorales, hablar y discutir de la realidad del país es una acción colectiva necesaria, pero al mismo tiempo, muy desgastante para las personas. Y es que las malas noticias nos invaden todos los días, las 24 horas y desde los distintos canales de comunicación existentes. Sabemos ya que hay una crisis social en México y no sólo eso: somos cada vez más las y los ciudadanos mexicanos que padecemos de cerca esa crisis que aparenta estar a punto de estallar y convertir un Estado debilitado en un Estado fallido. La violencia desmedida, la perenne corrupción, el escaso acceso a la justicia, una lista larga de derechos quebrantados y un gobierno frágil son lamentablemente historias cotidianas para la población mexicana, pero que vale la pena reflexionar en este contexto electoral.

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Un buen apoyo para leer la coyuntura es recurrir a lo que Daron Acemoglu y James A. Robinson nos comparten en su libro “Por qué fracasan los países”: el fracaso o el progreso, la pobreza o la riqueza de un país no tiene que ver con la posición geográfica, con el clima o la cultura de ese lugar, sino que la prosperidad de una nación está relacionada con las políticas que dictan los dirigentes del territorio, pues son ellos y sus decisiones los elementos determinantes para el progreso. Lo anterior resulta relevante porque es necesario que consideremos que nuestro malestar como sociedad está relacionado con aquellas personas a quienes elegimos para representarnos y tomar esas decisiones.

En ese sentido es importante reflexionar para los próximos comicios: ¿Somos verdaderamente representados? ¿Esos representantes nos escuchan? ¿De qué democracia nos hablan las instituciones, los partidos políticos y los medios de comunicación?

La democracia mexicana suele mostrarse como un juego de las apariencias. En principio, porque las y los ciudadanos sólo elegimos entre las opciones que los políticos nos dan, cuando lo adecuado sería que votáramos por las precandidaturas y no por las que nos hayan puesto como únicas opciones los partidos. Luego, porque en México no es suficiente cambiar de partido o candidato para ejercer el gobierno de forma sustancialmente diferente y a la altura de las circunstancias, pues es necesario modificar ese sistema que nos niega el acceso colectivo a una situación de dignidad.

Una verdadera democracia no sólo es votar un día y regresar a casa. Una X puesta sobre una boleta no dice nada. Nadie puede negar que en elecciones esperemos siempre cambiar las cosas con nuestro voto pero nada cambia de fondo. Pero entonces, ¿Qué hacemos?

No votar o anular es un acto de protesta cívica muy válido pero al mismo tiempo es una manera de beneficiar a los partidos políticos con más recursos. Porque otro problema es que las leyes electorales las pusieron ellos para su propio beneficio, y el conjunto de la partida económica, tiempos en medios masivos y los lugares de representación proporcional se reparten entre los partidos existentes, beneficiando a las fuerzas políticas de siempre.

Asimilando lo anterior, en este proceso electoral 2015 un grupo de jóvenes hemos decidido pasar de la protesta a la propuesta. Por eso lanzamos una campaña llamada #LaBoletaDeNosotros que consiste en insertar una boleta extra para combatir la simulación democrática de nuestro país y poner en su lugar una realidad democrática, una democracia de nosotros.

La idea es que además de tu decisión personal sobre el que hacer con tu derecho político, ya sea votar, no votar, anular etc., introduzcas en las urnas electorales del INE #LaBoletaDeNosotros con la intención de llegar más allá de un simple acto de protesta. Esta acción tiene fundamento en el artículo 8 de la Constitución Política de los Estadios Unidos Mexicanos, pues haremos la petición formal al Instituto Nacional Electoral para que cuente esas boletas introducidas en las urnas electorales. Además, apoyado en la Ley General de Instituciones y Procedimientos Electorales en el artículo 293 numeral 1 inciso E, donde se contempla el registro obligatorio en actas de incidencias por parte de los funcionarios de casilla.

Se trata pues de aprovechar no solo el llamado al voto del INE, partidos y candidatos, sino también de utilizar todo el aparato técnico con que cuentan y que estará instalado a lo largo de nuestro país el próximo 7 de junio para emitir nuestras propuestas. Usaremos la organización electoral del Estado para ampliar la democracia, pues después de todo, proviene de impuestos que todos pagamos. En cualquier caso, la idea es que si la propuesta es retomada por las suficientes personas en el país, podremos pensar en escribir nuestra historia de México al día siguiente del proceso, de forma pacífica y organizada.

Promediando las estimaciones de abstención que circulan en diversos análisis cuantitativos, cerca de 47% del electorado no votará el próximo 7 de junio, mientras que 15% aún no lo decide. Es claro que la oferta no llena las expectativas del elector, además de que tampoco las propuestas son suficientes para las necesidades nacionales, pues no representan un cambio de fondo. Por eso, ahora va la nuestra. ■

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