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jueves, 2 mayo, 2024
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Obispos de Zacatecas, toda una historia por contar

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Por: MIGUEL ÁNGEL AGUILAR • admin-zenda • Admin •

■ Historia y Poder

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Desde aquella mañana del 12 de junio de 1864 en que fue consagrado como primer Obispo de Zacatecas, el cura Mateo Guerra, y quien de volada fundó el Cabildo de la Catedral y el seminario mayor de la Diócesis, las cosas cambiarían para siempre en la faz del pueblo zacatecano.

Ya no era el depender de los otros príncipes de la aurora desde Michoacán o desde Guadalajara, cuyas diócesis imponían criterios, visiones y finanzas a la fuerte presencia de los grupos sacerdotales que cientos de años atrás habíase invertido en la conciencia de la gente y de sus cosas.

Todo nacimiento humano supone un pecado carnal y un alivio del cielo si se es bautizado, confirmado y de los demás protocolos cobrables que asigna la norma de una institución secular como la Iglesia que impuso normas y criterios para vivir y ejecutar sus ideales costara lo que costara.

Toda presencia humana aglomerada supone también el indicio de una explotación descarada o fina con el provecho de negociar con las necesidades básicas del hambre, el frío, y el miedo, y tanto la Iglesia zacatecana como sus seglares supieron sortear tales designios de la historia y de la voluntad intrínseca de una humanidad dispuesta a echarse a perder o redimirse y jamás debemos difamar, jamás inculpar a quienes sufrieron en carne propia el acoso, la mala fe, las pésimas circunstancias de la sequía, la epidemia, las hambrunas y las feas guerras civiles que paralizaban toda circunstancia.

Siempre será debatible si los sacerdotes y sus jefes hicieron caso omiso ante el sufrimiento de miles de indígenas que fueron dilapidados por la nueva espada, del mismo modo, si los sacerdotes lo que hicieron fue lo correcto al defenderlos enseñándoles derechos de humanidad, leer, escribir, alfabetizar, sembrar y cosechar la tierra, pelear contra los demonios de la maldad humana que quiso siempre la violación tumultuaria, el asesinato vil en las mazmorras, la tortura como forma idónea de ensañamiento, el cobro, el abuso, la mentira y el engaño y sobre todo, la inmoralidad y la hipocresía destinando la suerte de miles durante siglos a ser pobres y agradecidos, sin berridos, solo el llanto enmudecido y la promesa de una vida nueva.

La historia de la Iglesia zacatecana debe contarse con todas sus aristas y con todos sus elementos posibles que la hicieron ser fuente de todo debate entre el bien y entre el mal, numerosos sacerdotes fueron vistos siempre como auténticos ángeles ayudando a la gente sin ninguna contemplación, otros como aliados perversos de la explotación en las minas, en los lugares del trabajo, la esclavitud, los paredones, los hornos del famoso “cura chicharronero” que exigía oliera varias cuadras a la redonda como tal los despojos humanos de quienes se rebelaban.

Obispos en Zacatecas, tema que atrae el humor iracundo por la elegancia ante los pies descalzos, por lo curro de sus faldas o por el heroísmo de propagar la fe siendo mártires e inolvidables existencias que jamás se borraran de nuestra historia.

Por la tarde de ese sábado 12 de junio, hubo Jamaica para los pobres, juegos pirotécnicos y tertulias y la prensa jocosa al día siguiente daba cuenta  de su incredulidad y su sarcasmo, la otra, una reverencia supina.

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