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jueves, 2 mayo, 2024
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Donantes para los fondos de enseñanza pública en Zacatecas de acuerdo a la LGEP de 1831

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Por: LEONEL CONTRERAS BETANCOURT • admin-zenda • Admin •

De igual forma que los concursos de oposición para competir por una plaza docente tienen en Zacatecas antecedentes que datan desde antes de que finalizara el siglo 18, la gestión de maestros y directivos de las escuelas al lado de la cooperación económica de los padres de familia no es nueva.

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Uno de los temores que han manifestado los maestros disidentes y los críticos de la reforma educativa es el de que esta apunta a la privatización de la educación pública. Tales temores no son del todo infundados. Se vienen escuchando rumores insistentes de que con el inicio del próximo ciclo escolar 2016-2017 los padres asumirán los gastos por el consumo de luz y agua. De igual forma se menciona que los libros de texto serán vendidos. Todo esto como parte de la mentada gestión educativa con claros indicios privatizadores.

Las condiciones económicas y sociales que imperaban al cumplirse la primera década del periodo independiente en Zacatecas como en el resto del país no eran muy boyantes. Sin embargo, en esas condiciones el gobierno de “Tata pachito” decretó una ley que en su tiempo equivalió a la primera reforma educativa que hubo en el estado y muy probablemente en el país (LGEP), consideró a la enseñanza primaria pública sostenida por el Estado obligatoria, gratuita y uniforme entre otras de sus bases generales. La ley en cuestión mandataba que en todos los pueblos del estado se establecerían escuelas de primeras letras. El gobierno por sí mismo no podía cumplir este aspecto de la ley, por lo que diseño una política fiscal para obtener los recursos económicos que se requerían y fijo que los municipios aportaran el 15 % de sus fondos de propios y arbitrios para apoyar a la instrucción. De igual formó la ley incluyó las cooperaciones voluntarias de personas y ciudadanos pudientes que hicieran en favor del Fondo de Enseñanza Pública. Con dichas aportaciones se iniciaron la fábrica material de varias escuelas y se pudo pagar el sueldo de varios preceptores. Documentos de archivo dan cuenta de algunas de las personas que hicieron aportaciones de su peculio para la noble causa, según puede observarse en el siguiente cuadro.

En los donativos según el sapo era la pedrada. Los donantes entregaron cantidades según la capacidad económica que disponían. Los muy ricos que tenían fondos y capitales invertidos en hipotecas, al ser los montos de estas muy elevados dispusieron que de los intereses que estas les generaban como prestamos, destinaron un determinado porcentaje de los réditos de las mismas. Tales fueron los casos del rico comerciante hidrocálido Francisco del Rivero y Gutiérrez y el rico acaudalado dueño de la Hacienda de San Mateo, Pedro Antonio Nafarrate. El minero de o Asientos de Ibarra Martín de Medina, también se mostró generoso.

El doctor Pedro Ramírez, amigo y colaborador del gobernante en turno, Francisco García Salinas quien lo nombró Presidente de la Junta Directiva de Enseñanza pública, puso el ejemplo e hizo su donativo personal según consta la respuesta a la “carta excitativa” que le enviara la autoridad del partido solicitando su cooperación para el fondo de enseñanza. Con fecha 1° de febrero de 1832, el diputado y primer vocal de la Junta manifestaba su interés en la educación de la juventud y su mejoría, aunque la ponía al tanto de sus privaciones al manifestarle: “… pero hace mucho que vivo a sueldo y ni he podido ahorrar nada de los gastos que he acostumbrado a mi delicada familia, ni menos dedicar un rato al ejercicio de mi pingüe profesión por no faltar a los deberes a que ha destinado la voluntad de mis ciudadanos”.2 Sin embargo, para ser consecuente con sus principios y el cargo que se le había conferido, contribuía con 25 pesos para la enseñanza pública. El patriota Pedro Ramírez, por el amor al bienestar de la juventud  y a las mejores causas de interés público, sacrificaba a su familia y los beneficios que le podía reportar su profesión en aras de servir a sus coterráneos. Así como al presidente de la JDEP se le envió una “carta excitativa” solicitándole su cooperación para la enseñanza pública, lo mismo se hizo con otros ciudadanos. Los donativos eran entregados a las autoridades municipales quienes a su vez los hacían llegar a las Administraciones de rentas mediante listas en las que aparecían los montos de las cuotas voluntarias aportadas por los donantes.

Otros donadores célebres del partido de la capital sobre cuyos bienes la Administración de Hacienda nombró jueces para que hicieran sus respectivos inventarios según lo establecía la disposición 30 del reglamento regulador de la ley de enseñanza, fueron el ex rector (del Colegio San Luis Gonzaga) Francisco Sánchez,  la esposa del Director de la Casa de Moneda, y otros que   solicitaron en vida la partición de sus propiedades y su deseo manifiesto de apoyar la causa educativa.3

Referencias de Archivo. ■

 

(Endnotes)

1 AHZ, Fondo Ayuntamiento, Serie Enseñanza, 24 de abril de 1832.

2 AHEZ. Fondo Ayuntamiento, Serie Enseñanza, 1° de febrero de 1832.

3 AHEZ. Fondo Jefatura Política, Serie Instrucción Pública. Junio 25 de 1832.

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