Desde que en febrero de 2013 se reformó el artículo 3º constitucional, el siempre disciplinado SNTE fijó su posición avalando sin restricciones la “Reforma Educativa”y tachando de rijosos, no representativos y fuera de la ley a los maestros agrupados en la CNTE. Un botón como muestra: en el discurso oficial que, con motivo de la celebración del día del maestro, pronunció en la residencia oficial de Los Pinos el 21 de mayo de 2013, el presidente del sindicato magisterial, Juan Díaz de la Torre expresó: “El nuevo tiempo mexicano […] reclama hoy un nuevo esfuerzo del magisterio nacional y de su sindicato para concretar ya, una reforma educativa que eleve la calidad de la educación y vuelva a ser de ésta la plataforma de progreso y de equidad en México, es una urgencia y un reclamo nacional que no puede esperar más, las maestras y los maestros hemos sido los primeros en reconocerlo de esta manera; por eso, en esta fecha en que la república rinde homenaje a los maestros, queremos decirles que pueden confiar en nosotros, que estamos preparados y tenemos la misma determinación con que antes actuamos para apoyar la reforma educativa que el país necesita ahora”. El líder continúa categórico: “El SNTE nunca se ha opuesto a la reforma, por el contrario, fuimos de sus principales promotores y muchas de nuestras propuestas e iniciativas están incorporadas en los contenidos de la reforma que hoy está socializada” (versión estenográfica).
Por su parte, la disidencia magisterial —agredida por la fuerza represora del gobierno, denostada a través de una rabiosa campaña mediática y descalificada por el sindicalismo oficialista— comenzó a organizarse para resistir lo que consideraban una imposición burda de la administración Peñista.
En 2013 comenzó el enfrentamiento entre la CNTE y la alianza SEP-SNTE. David contra Goliat. Con el paso de los meses el gobierno exhibió su músculo: armonizó la “Reforma Educativa” en todas las entidades del país, en muchas de ellas utilizando a la policía como mecanismo de contención; encarceló a dirigentes de la CNTE con acusaciones absurdas; aplicó la evaluación a los maestros empleando incluso al ejército para resguardar las sedes de los exámenes; despidió a los docentes que no se presentaron a evaluación; desarticuló al IEEPO; ordenó la destitución de aquellos mentores que habían faltado 3 veces consecutivas a su centro de trabajo por asistir a manifestaciones contra la reforma. Lejos de guardar un silencio cómplice, el SNTE prosiguió con su discurso de exaltación de la “Reforma Educativa”: en Zacatecas, Díaz de la Torre subrayó el 7 de noviembre de 2015 que “en el Sindicato, no sólo compartimos la Reforma, la exigimos”.
Mientras en el norte del país y en los estados del centro la “Reforma Educativa” penetraba no sin enfrentar oposición, en el sureste la CNTE recurrió a la movilización de sus bases y al apoyo de organizaciones de lucha para desafiar los embates de la SEP y del gobierno federal. Con todo en su contra, la disidencia magisterial organizó reuniones informativas con los padres de familia, tomó estaciones de radio y televisión para dar a conocer a la sociedad sus argumentos y convocó a un paro nacional. Pese a estas acciones, el discurso de Aurelio Nuño, de organizaciones empresariales y del propio SNTE, opacó las razones de la disidencia. Fue entonces cuando en distintas reuniones de bases, la CNTE determinó tomar medidas más drásticas. En Oaxaca, además de paralizar labores en las escuelas, los maestros tomaron el centro histórico y bloquearon carreteras; además, en coordinación con Chiapas y Guerrero, varios contingentes de maestros se trasladaron a la ciudad de México para realizar marchas y presionar a la SEP para la abrogación de la “Reforma Educativa”.
En tanto los maestros reforzaban su lucha sin salario y en condiciones por demás precarias, desde su despacho de la SEP, o en actos promocionales de la reforma (y promocionales de su propia persona por considerarse a sí mismo presidenciable), el Secretario Nuño mantenía la cerrazón y el SNTE seguía muy bien su libreto de comparsa.Fue hasta los trágicos y lamentables hechos de Nochixtán, el 19 de junio de 2015, cuando el gobierno federal cambió ligeramente su postura cuando la Secretaría de Gobernación se sentó a dialogar con la CNTE. Todo parece indicar que la intención del gobierno era mantener la atención del magisterio disidente en el supuesto diálogo para distraerlo de lo fundamental, porque simultáneamente, y de manera inaudita, con un cinismo oportunista poco creíble, el 6 de julio, el domesticado SNTE presentó al Secretario de Educación 12 demandas que Nuño aceptó y se comprometió a responder. El 13 de julio por la tarde, justo cuando la mesa política entre la Secretaría de Gobernación y la CNTE terminaba sin acuerdos, Nuño y Díaz de la Torre, reunidos en el salón Nishisawa de la SEP, anunciaban que habríacambios a la evaluación docente y se rectificarían los “errores” cometidos con cerca de 512 mil maestros al no pagarles los correspondiente a lo que antes era Carrera Magisterial. Además, Nuño aseguró que en los próximos días daría a conocer el nuevo modelo educativo. Es decir, en una estrategia orquestada desde la SEP, se quiere hacer creer a la opinión pública que el SNTE “sensibilizó” a Nuño para que éste aceptara reformar la reforma. Patrañas. En realidad, quien dobló al arrogante Secretario de la SEP fue la lucha combativa, sufrida y organizada de la CNTE.
¿Qué la “Reforma Educativa” ataca los privilegios del magisterio disidente? Mentira. Lo que preserva son los privilegios que gozan las cúpulas del sindicalismo oficial y sus allegados, pues la SEP y el gobierno nada dicen sobre los dos mil millones de pesos que por concepto de cuotas sindicales engrosan las arcas del SNTE cada mes, cantidad que sirve para que la dirigencia nacional del SNTE se llene los bolsillos y los de sus allegados y paniaguados. ■
