14.8 C
Zacatecas
jueves, 2 mayo, 2024
spot_img

La poesía hecha imagen

Más Leídas

- Publicidad -

Por: Mar García • José Méndez •

La Gualdra 254 / Cine

- Publicidad -

La fórmula secreta: Coca-Cola en la sangre

La miseria es la pulcritud del hombre, la melancolía, su catarsis. Aquí la tierra es un accidente que desaparece, un desierto que florece de un escupitajo, el sol nace como una humillación que sosiega, que sucede al escombro. Con frecuencia el cielo se pulveriza, inmoviliza al rencor que arde, que agobia como un árbol que se esconde. Aquí el suelo quema con el vacío, con los metros acuestas de imágenes hoscas, lastimosas, serenas. El viento llega como la quietud de un naufragio, el contraste geométrico es el rumor de una palabra en blanco, un fantasma que brota de un pensamiento que escurre, que digna a la ceremonia. La fórmula secreta, un lenguaje divino que anuncia, carne sangre luz silencio que revierte el grito, la metáfora de frases voces que aparecen se muere. La fórmula secreta origina raíz orilla que inicia desteje reverso a la esquina que desaparece.

La fórmula secreta ganó el Primer Concurso de Cine Experimental en México realizado en 1965, tres años antes de este mediometraje, el director Rubén Gámez había filmado Magueyes, un cortometraje en el que explora la esencia de lo mexicano a través del ciclo vital de nuestro elixir de la eterna juventud: el maguey; su carrera fílmica terminó en 1992 con la película Tequila, un eco desvanecido del proyecto pre aprobado en el que Gámez captaría los cuentos de El llano en llamas de Juan Rulfo con una variante inimaginable, los ambientes rurales sustituidos por entornos urbanos.

Fue el mismo Rulfo quien escribió un poema para La fórmula secreta, poema tanto o más desgarrador que la secuencia de imágenes ideada por Gámez, una secuencia, en todo caso, discontinua, porque el discurso visual que presenta dista mucho de responder a un carácter inmóvil y en realidad lo hace, La fórmula secreta es también una fórmula imperecedera.

En el cine experimental, la imagen en movimiento predomina, las escenas de La fórmula secreta son violencia lenta, violencia pausada, violencia infinita, son muestra ineludible de la etapa permanente en la que ha vivido el país: la espera de opresiones por venir, excitadas en el filme por Vivaldi y Stravinsky. La voz de Jaime Sabines en relato del poema de Rulfo, sentencia: “Desde que el mundo es mundo hemos andado con el ombligo pegado al espinazo y agarrándonos del viento con las uñas. Se nos regatea hasta la sombra, y a pesar de todo así seguimos: medio aturdidos por el maldecido sol que nos cunde a diario a despedazos, siempre con la misma jeringa, como si quisiera revivir más el rescoldo. Aunque sabemos que ni ardiendo en brasas se nos prenderá la suerte”.[1]

Aquí, la imagen se funde con la palabra-silencio y la palabra-silencio con la imagen; el veneno negro recorre los senderos que antes (no sabemos si en un sueño) transitaba el aguamiel. El soplo de Gámez se dirige entonces a ellos, a nosotros, a la indiferencia, a la inocencia consciente o inconsciente, al anhelo por un tiempo mejor; un tiempo mejor provocado por ellos y por nosotros.

[1] Fragmento del texto compuesto narrado por Sabines y compuesto por Rulfo para La fórmula secreta (Rubén Gámez, México, 1965)

https://issuu.com/lajornadazacatecas.com.mx/docs/254

- Publicidad -
Artículo anterior
Artículo siguiente

Noticias Recomendadas

Últimas Noticias

- Publicidad -
- Publicidad -