■ “A mi padre se le admiraba por andar impecable; mi hermano y yo le hacíamos su ropa”, señala
■ Hijo del fundador de la Banda de Música del Estado, relata sus experiencias de vida
A los 12 años, Juan Pablo García Ortega, mejor conocido como Gilberto, inició en el oficio de sastre gracias a su padre, Juan Pablo García Maldonado, reconocido músico zacatecano y fundador de la Internacional Banda de Música del Estado, quien no quería que sus hijos se dedicaran a la música, pues consideraba que los músicos se ganaban la vida en los centros nocturnos y en las cantinas.
“Mi nombre de pila es Juan Pablo, pero como me confundían con mi papa, y a donde lo llamaban iba yo, optaron por decirme Gilberto, que era el nombre del novio de una tía hermana de mi padre, y de ahí me quede con el apodo de Gilberto”, cuenta el sastre.
Un hermano mayor había aprendido el oficio confeccionar ropa, y enseñó a Juan Pablo cuando éste había concluido su educación primaria. A esa edad comenzó a hacerles pantalones a los integrantes de su familia.
En ese entonces había una orquesta llamada Los Embajadores, y los integrantes del grupo solicitaron a Juan y a su hermano que les confeccionaran sus uniformes; y a partir de ahí, la gente conoció su trabajo y le llegaban más encargos.
Recuerda que al momento en que su padre, Juan Pablo García Maldonado, recibe la dirección de la Banda del Estado por parte del entonces gobernador Francisco E. García, había 22 músicos, en su mayoría adultos.
El músico buscaba que la banda tuviera reconocimiento y quería que sonara, por lo que le pidió a Gilberto que le ayudara tocando con él. Gilberto aceptó y permaneció 16 años como integrante de la Banda del Estado.
Cuenta que cuando se casó incrementaron sus necesidades; después tuvo hijos, y el sueldo en la agrupación no le alcanzaba para mantener a su familia. Por ello, le dijo a su padre que abandonaría la música para dedicarse a la sastrería.
Se separó de la banda cuando era gobernador del estado José Isabel Rodríguez Elías, quien le solicitó que confeccionara los uniformes para los integrantes de la banda, con lo que pudo sacar adelante a su familia durante un tiempo.
Dice que una de las mayores satisfacciones que tuvo como sastre fue el poder hacer la ropa que utilizaba su padre. “A mi padre lo catalogaban como una persona elegante y bien vestida; mi hermano y yo le hacíamos la ropa a su gusto, y a mi padre se le admiraba por andar siempre impecable”, relata.
Juan Pablo menciona que en esa época, la mayoría de las personas que le encargaba trabajos era del sexo masculino, quienes le hacían encargos de pantalones y trajes, sobre todo. Desgraciadamente ha bajado la clientela con la llegada de grandes tiendas de ropa.
Sin embargo, dice el sastre, no compite con estas tiendas en precio, pero si en calidad, pues no es lo mismo adquirir una prenda con tela de dudosa calidad, además de que se hacen iguales y en grandes cantidades.
Ahora las ventas han bajado y son pocos los clientes que acuden a solicitar una pieza de ropa, lo que más se le pide son composturas. En lo que va de este año sólo ha confeccionado un traje, refiere.
“Además, agarran la ropa como viene, cuando con un sastre se hace al gusto y a la medida. Yo lo que les aconsejo a mis clientes es que en la orilla del casimir se especifique la cantidad de lana y poliéster. A veces se venden prendas que son más lana que poliéster”, dice García.
Agrega que sus hijos le han pedido que se retire del oficio y descanse en casa, “pero qué hago? Yo he trabajado de esta forma siempre y me ha dado tranquilidad. A estas alturas no voy a andar de vago; si de joven no lo hice, menos ahora”, indica el sastre.
Recuerda una anécdota graciosa, en la que un joven llegó a solicitarle que le elaborara un traje, pues se iba a casar. El muchacho le dio la fecha de la boda a Juan Pablo para que lo tuviera listo a tiempo.
Sin embargo, el cliente no acudió a la cita hecha con el sastre y no recogió su vestimenta. Juan Pablo lo guardó, y después de un mes llegó aquel joven por su traje. “Dijo que se había rajado y que mejor no se casaba, y sólo pasó por su traje”, recuerda Juan.
El taller de sastrería de Juan Pablo, en el cual ha trabajado durante 33 años, llama la atención por su colección de fotografías familiares, de envases se cerveza de diferentes partes del mundo, así como de llaveros que cuelgan cerca de carretes de hilo, de telas y reglas que utiliza para laborar.
La decoración de su taller se debe a sus amigos y familiares, quienes le fueron donando diferentes arreglos, botellas, juguetes y fotografías. En las fotos destaca su padre, Juan Pablo García Maldonado, mientras dirigía la Internacional Banda de Música de Zacatecas, la cual fue escuchada en diferentes partes del mundo gracias al destacado músico zacatecano.
Actualmente, Juan Pablo se dedica a fabricar ropa para su familia, sus nietos y sus amigos, pues no le gusta estar inactivo, y piensa seguir en este oficio “hasta donde aguante”, pues no se visualiza en casa sin hacer nada.
