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viernes, 26 abril, 2024
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Mapa para decidir por quien votar en Zacatecas 2016

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Por: RAYMUNDO CÁRDENAS HERNÁNDEZ •

Si examinamos con cuidado los equipos políticos dominantes en los  partidos y coaliciones que competirán por el voto en el proceso electoral en marcha, podemos verificar que la mayor parte de sus integrantes formaron parte del gran agrupamiento que triunfó en las elecciones de gobernador en 1998 y en 2004, el mismo que se fracturó en el lapso entre 2007 y 2010 propiciando el triunfo del PRI hace seis años. La novedad es que en esta ocasión y por primera vez participan juntos en una elección de gobernador con los dirigentes panistas que han aceptado la coalición con el PRD, y que no obstante que no han gobernado la entidad un buen número de ellos encabezaron delegaciones, y ocuparon diversas posiciones en el Gobierno federal. Por lo anterior, una gran proporción de los integrantes de esos equipos políticos tienen elementos para sostener que muchos de los avances objetivos de la entidad en los últimos tres lustros se deben a su contribución específica; sin embargo creo que también hay que agregar que todos ellos comparten la responsabilidad de la permanencia y agudización de muchos de los vicios del viejo régimen, entre ellos la corrupción con su gemelo la impunidad. Sólo como ejemplo se puede demostrar que a la inmensa mayoría de ellos les acomoda aquello de que “tanto peca el que mata la vaca como el que le agarra la pata” en materia de las mochadas o del cobro del famoso “diezmo”, tanto las asociadas a las asignaciones de contratos o concesiones, como en las de nuevo tipo ligadas a lo que hoy se presenta como la principal habilidad que deben tener  los políticos: “bajar recursos” mediante el pago de su correspondiente comisión.

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En consecuencia,  se puede afirmar que las campañas de este año se caracterizarán por la imposibilidad de que algún partido o candidato pueda convencer al electorado de su superioridad moral, y menos si, como es de esperarse, todos ellos compiten con las estrategias basadas en la conceptualización de los electores como clientes y de los candidatos como mercancía que hay que vender. Ante esta lamentable situación, sería mucho más lamentable que la ciudadanía llamada a votar se mantuviera ajena al proceso político, como si escoger al equipo que debe conducir las instituciones públicas del estado fuera un evento sin importancia, o que participara acríticamente como si no existiera la crisis de representación de los partidos expresada en una aguda falta de credibilidad.

En este escenario tan especial pensé que es pertinente compartir algunas ideas sobre la mejor manera de decidir por quien votar. Pienso que lo primero debe ser descartar a quienes estén o hayan estado relacionados con grupos organizados para cometer actos fuera de la ley, no sólo a los grupos violentos, sino también a los de cuello blanco que se organizan para asaltar el erario. En seguida hay que exigir a todos los candidatos la presentación y publicación de sus tres declaraciones: patrimonial, de intereses y fiscal, para descartar a quienes hayan acumulado un patrimonio muy superior al que sus ingresos pueden justificar y que, muy probablemente, utilizarán para comprar votos. Hay que descartar como elementos nocivos para la democracia a partidos y candidatos que ostensiblemente abusen del dinero ilegal para distorsionar la competencia. Recordemos que si los llevamos al gobierno se cobrarán con creces las cantidades invertidas. Ello implica hacer a un lado al ejercito de intermediarios que al más puro estilo caciquil trafican con los votos de los habitantes de colonias y comunidades vendiéndolo al mejor postor.

El siguiente paso es evaluar la experiencia de los candidatos y su idoneidad para el cargo al que aspiran; recordemos que así como un enfermo no desea quedar en manos de un charlatán de la medicina, no podemos llevar al frente de las instituciones a más personas improvisadas e incompetentes. Recordemos que las elecciones no son un juego y que la responsabilidad de escoger buenos gobernantes es de los electores. Tengamos presente que una pista a seguir son los resultados de su paso por los espacios de dirección que hayan gestionado, y otra es el conocimiento que muestren de los principales problemas sociales, con su manejo de la complejidad de los mismos y con las propuestas concretas de solución; hay que desconfiar de quienes ofrecen crear empleos sin decir cómo.

En sociedades medianas o pequeñas como las que viven en los municipios zacatecanos es más fácil conocer bien a los vecinos que en las grandes metrópolis. Aprovechemos bien esa circunstancia creando redes familiares para difundir opiniones e información relevante, pertinente y de buena fe sobre los candidatos que conozcamos. Cuidémonos de atribuir a los candidatos de carne y hueso los pecados o defectos, logros o virtudes, de sus padres, hermanos, y demás familiares; esa es una costumbre muy perniciosa que generalizó el imperio romano y que legitimó el reparto del botín entre los integrantes de las familias ampliadas y organizadas para la guerra. Dejemos en el pasado las referencias a “los Montesco y los Capuleto” y refirámonos a los individuos particulares propuestos.

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