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jueves, 2 mayo, 2024
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A unos días de la gran batalla

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Por: LUCÍA MEDINA SUÁREZ DEL REAL •

Faltan unos cuantos días para las elecciones de este 5 de junio, y aunque la mayoría de los electores ya determinó el sentido de su voto, viene el momento en que los partidos políticos y los actores dentro y fuera de ellos harán sus mejores y más audaces esfuerzos por tratar de hacerse de una franja de los indecisos, por arrebatar algún voto al contrario, y en el peor de los casos por desanimar al simpatizante del adversario para que no salga a votar.

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A reserva de lo que pase en los próximos días, el balance de lo que va del proceso electoral hasta ahora es muy interesante.

Por principio es evidente que está en extinción la credibilidad de las encuestas. Basta ver los comentarios en redes sociales y escuchar a la gente en las calles, para notar que dado que casi todos los candidatos hacen públicas cuentas en las que se muestran como ganadores, la gente ha perdido toda fe en estos instrumentos.

Bien fueran publicadas en diarios locales o nacionales, o difundidas por los partidos políticos o los equipos de los candidatos, todas las encuestas rebotaron en el escepticismo de la gente que es consciente de que la difusión de éstas tenía el propósito de influir en el electorado.

En todo caso, selectiva como es la credulidad, la gente tendió a darle confianza a aquellas encuestas donde su gallo iba a la delantera y a juzgar por “compradas” a las que eran desfavorables.

Por otro lado, como se ha hecho triste tradición, arreció la guerra sucia en uno y otro bando. Unos con más elegancia, otros con más torpeza, pero muchos la utilizaron. Sin embargo, poco daño pudieron hacer, pues hay mucha gente vacunada contra ella. Además, usar la guerra sucia contra el adversario cuando juraban tener ventaja por cifras de dos dígitos sólo dejó en claro o bien que dicha ventaja no existía, o no era de ese tamaño.

Quienes no tienen la menor posibilidad de ganar, no vieron sus nombres enredados en chismes y especulaciones merecidas o no. Nada se dijo de la detención de uno por haber participado en una celebración de un líder del narcotráfico, de los extraños negocios de otros, de sus yerros en los puestos de elección que ya antes han ocupado, o de las figuras políticas con las que se les relaciona a algunos de ellos.

Los candidatos con posibilidades de ganar no pueden sentirse a salvo, la estrategia más efectiva es esperar hasta el último segundo para lanzar el torpedo más sucio. Sin embargo, si no se tira con precisión, con novedad y con pruebas, se corre el riesgo de lograr una herida de esas que como dice el dicho, no matan sino que hacen más fuerte.

En esta estrategia será muy importante ver el papel que jueguen los medios de comunicación, ¿cuáles se prestarán al ataque?, ¿Hasta dónde? ¿Cuáles solo difundirán el lodo, y cuáles prestarán su nombre incluso para hacerlo ver como un asunto propio?

¿Cuáles limitarán su participación a hacerle el vacío a uno u otro candidato, y a prender todas sus veladoras esperando que a ese al que le hacen el feo no sea el ganador para que no ponga en juego los convenios?

Será interesante ver la reacción de la ciudadanía ante estas circunstancias, aunque hasta ahora se percibe el mismo escepticismo que hemos visto con las encuestas. Pues pese a las inequidades en los tiempos de radio y televisión, y en el espacio que la prensa dedica a uno y otro candidato, fue perceptible el crecimiento en las preferencias electorales entre los que coincidentemente estuvieron más lejos de los medios de comunicación.

Quizá es pronto para hacer una evaluación porque en estos asuntos, como en el deporte, no se acaba hasta que se acaba.

Por lo pronto quién puede negar que ha sido divertido ver a un candidato hacer todo lo posible por quitarse la marca de su partido; un chapulinazo carambola en tiempo record: salir de un partido por una candidatura negada, buscarla en otro, y ante el fracaso regresar al primero en el mismo proceso electoral; los chillidos huecos de quien está “hasta la madre”, las simpáticas y preocupantes ocurrencias de quien oculta con chascarrillos la falta de propuestas; el perredista al que le levanta la mano quien le hizo fraude electoral a su partido político: el alazán tostado que nos salió mejor reclutador que Manpower, y un laaargo etcétera.

Ya veremos, por lo pronto a votar que mucho ha costado tal derecho y que pese a todos los defectos de nuestra incipiente democracia, más se gana con ello que dejándolo de hacer. n

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