El ideal de excelencia en educación
no es virtud, sino “una aberración”.
Ninguna filosofía educativa había
tenido antes la ilusoria pretensión
de proponerse hacer hombres perfectos.
Pablo Latapí Sarré
Una gran interrogante ¿Cómo podemos diferenciar instrucción escolar de educación?, en espera de que esta no sea ociosa, debo aseverar que históricamente a un gran número de alumnos –no tanto educandos-, les interesa más la calificación que el conocimiento; se reproducen así esquemas meramente mercantilistas dado que el conocimiento se materializa y hace que se pierda la función social del conocimiento mismo. Todo esto obedece a que la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) así como el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE) lo único que hacen es registrar aspectos meramente cuantitativos y, a partir de ello, promover la voracidad de los empresarios para reclutar mentes amaestradas, por ello asevero que no es lo más el hecho de que una organización sea legal en cuanto a su constitución sino que se legitime por la utilidad que dicha organización le proporciona a la sociedad.
Todavía contamos con un sistema escolar al cual le llamaría instruccional dado que la tendencia es fortalecer al sistema capitalista favoreciendo a una política neoliberal, sin filosofía humanista, sin escrúpulos ni posturas en pro de una sociedad. Es buena la iniciativa de AMLO en cuanto a considerar al sistema educativo como motor para la cuarta transformación que siempre ha pregonado y que con ella se combatan todos los males que la sociedad padece; corrupción, autoritarismo, nepotismo, maridaje sindical, etc. Estamos viviendo este panorama toda vez que ninguna de las organizaciones y dependencias han sabido asumir su papel como tal, han dejado mucho que desear y, particularmente, tanto el INEE como la OCDE solo han servido al sistema empresarial –se olvidan de las necesidades educativas de la población-; no están exentos los Sindicatos que en su momento apoyaron la implementación de la reforma peñista y que ahora de una manera oportunista apoyan la abrogación anunciada por AMLO, no se puede ser veleta dado que eso da muestra del interés personal que se tiene por permanecer viables y camaleónicos en este sistema educativo.
Gilberto Guevara Niebla, ex-integrante de la junta directiva del INEE consideró como un exceso las pretensiones de AMLO para eliminar la Reforma Educativa; hoy ha sido llamado para que colabore en la Secretaría de Educación Pública (SEP), así como él, varios colaboradores muy cercanos al régimen actual aprobaron la imposición de la Reforma Educativa en el 2013, no son estas condiciones para asegurar que realmente se vendrá una transformación del sistema educativo, reitero, la OCDE solamente ha servido para manipular tanto al INEE como a la SEP, los ha conducido por rutas que no han sido las apropiadas, aberrante también la postura de darle crédito a sus exámenes, a los cuales consideraban como la única vía para garantizar la calidad educativa.
En todo este laberinto en el cual metieron a los docentes, lo que se pretendía era crear un perfil único para todos sin considerar los diferentes contextos donde profesionalmente se desempeñan estos, así como los estilos muy particulares de ejercer la docencia; ¿no sería mejor que cada docente estableciera su propio perfil? ¿Cómo? ¡¡¡Simple!!!, adoptando una postura de interventor de su propia práctica para que, a partir de ella puedan realizar diagnósticos contextualizados y problematizados que sirvan de referente para diseñar su propio proyecto académico. Con esto, el docente construiría conocimiento a partir de los aprendizajes adquiridos en su contexto y con sus referentes teóricos; no se trata de que lleven la teoría a la práctica dado que con ello a lo único que conduce a los docentes es a enajenar a los educandos, más bien lo apropiado sería que referencien su práctica y la ponderen con la teoría.
La alianza OCDE-INEE-SEP ha vendido la idea a la sociedad de que con la evaluación se puede garantizar la calidad de la educación y poder llegar así a la excelencia educativa, como si la educación formara hombres perfectos. Ello va contra la ética puesto que el camino por el que se conducen estos organismos e instituciones no priorizan la humanización de los centros educativos, más bien piensan en escuelas que solo enseñan –enajenando-; estos tres organismos se coluden a la vez con el Centro Nacional para la Evaluación (CENEVAL), quien diseña los instrumentos con los que examinan tanto a docentes como alumnos y que lejos de ser formativos, agreden la estructura cognitiva y coartan la creatividad.
Mucho se habla de que la educación debe ser de calidad y para que esto suceda se requiere equipar a las escuelas de mobiliario, equipo técnico e informático, ¿eso sirve para educar?, creo y a reserva de que genere polémica esto, la educación en el amplio sentido de la palabra debe tener muchas referencias y dimensiones, debe ser materia de discusión permanente sobre cómo conectar la educación con la cultura; lo que realmente sucede es que este sistema gubernamental lejos de ponerlo a discusión, lo combate y evade este tema.
En síntesis, tres son los aspectos a considerar en todo este proceso; 1) el desarrollo intelectual debe ir acompañado de una formación ética, 2) el maestro debe ser clave para la educación en valores éticos y morales y 3) el sistema de educación en competencias habrá que cambiarlo por el de cooperación y apoyo mutuo. ■
