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jueves, 2 mayo, 2024
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Los términos de la discusión

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Por: ALBERTO VÉLEZ RODRÍGUEZ • ROLANDO ALVARADO FLORES •

En un comentario reciente Guillermo Hurtado distingue tres conceptos de “pueblo” que, según él, aparecen en el discurso público contemporáneo para describir la victoria de Morena (La Razón 23/03/19). El primero de ellos parte de concebir al pueblo como totalidad orgánica con identidad propia derivada de la tierra que habita, las costumbres que recrea, lahistoria que comparte y el destino que debe cumplir. Denise Dresser, airada, reclamó al presidente López Obrador no utilizar la palabra “pueblo” en este sentido (Reforma, 12/03/19). La idea que ella tiene va, sin embargo, en retirada porque es demasiado liberal; todos caben ahí. Una segunda concepción limita al “pueblo” desde las coordenadas de la raza y la posición económica: son “pueblo” los pobres, mestizos e indios, porque son víctimas del racismo y la miseria. Quizá Gómez Bruera lo haya dicho mejor: “el pueblo es una construcción social, una identidad que alude a grupos históricamente excluidos, marginados y agraviados” (El Universal, 12/03/19). Por ende son “pueblo” todas las víctimas del neoliberalismo, el racismo, el patriarcado, el especismo (hasta los gatos y perros son pueblo). Para algunos sectores “progresistas” esta es la concepción que explica que triunfo de Morena. No está de más enfatizar que Dresser se hace eco de una vieja tradición mexicana: el liberalismo. I. M. Altamirano, cuando quiso construir una literatura nacional, incitó a liberales y conservadores a publicar en la revista que fundó para tal fin “El Renacimiento, con lo que demostró su domino del liberalismo en la práctica porque no está en la esencia de esa ideología la polarización. Cuando se separa a la población entre agraviados y privilegiados la estrategia discursiva es otra y tiene por fuente aquello que Gutiérrez Nájera dijo se “amamantaba de los pechos flacos y estériles de la miseria”: el socialismo o cualquiera de sus variantes. Pero este segundo concepto es prólogo del tercero, que se puede distinguir, si no en las palabras del presidente, sí en las acciones: “el pueblo se define a partir de una relación emocional con su líder” porque el “hombre providencial” es la síntesis de las ilusiones, anhelos, esperanzas y destino de los desheredados. Es consecuencia de esta noción la división absoluta entre “pueblo” y “enemigos del pueblo”. Con este análisis del concepto de “pueblo” Hurtado pone en juego la explicación de la situación política actual del país, condensada en el triunfo de Morena. ¿Por qué ganó López Obrador? Una explicación insatisfactoria la podemos encontrar en un viejo texto de Laclau titulado “Hacia una teoría del populismo” (“Política e ideología en la teoría marxista” Siglo XXI, Madrid). Durante los 1980, con la llegada de la crisis del petróleo, la unidad del partido hegemónico se fraccionó, lo que originó al PRD como síntesis de los partidos de izquierda y la vieja guardia nacional-revolucionaria. La estrategia de la nueva agrupación fue tratar de agudizar los antagonismos entre el PRI “neoliberal” y el pueblo mediante la vindicación de las causas populares. Esto lo entendió bien el bloque gobernante cuando tendió lazos con el partido Acción Nacional para disminuir la polarización mediante la “transición a la democracia” y la reconstrucción del régimen de partidos. Funcionó pero López Obrador, desde 2006, tuvo la genial intuición que el triunfo de su grupo residía en dos factores: mantener una línea de abierta oposición a todo el sistema de elecciones (de ahí la narrativa de los fraudes) y la paciencia para esperar un desastre nacional que generara un antagonismo nacional al “bloque de poder”. Durante la larga campaña por la presidencia se apeló al segundo concepto de “pueblo” explicado por Hurtado: el pueblo son los agraviados, los que sufren los “gasolinazos” o están “hasta la madre” del crimen organizado, y todos ellos recibieron la visita del “hombre providencial” que se solidarizaba con su sufrimiento y denunciaba a la “mafia del poder”. Gracias al caos del crimen organizado, los incrementos a la gasolina, la escandalosa corrupción, el descarado nepotismo o la asesinanegligencia del PRI el antagonismo preconizado por Morena creció a niveles nacionales. Laclau utiliza el ejemplo del Nacional Socialismo alemán para ilustrar el ascenso de un movimiento populista de las clases dominantes, creemos que Morena es otro ejemplo de esta índole de populismo. Una vez en el poder estatal Morena tiene dos objetivos: destruir la vieja hegemonía liberal e imponer una nueva. Pero implica una operación muy delicada: se deben generar antagonismos controlados, sobre todo contra la vieja estructura de propaganda ( intelectuales liberales), de financiamiento (los empresarios) y de control estatal (los políticos, operadores, jueces) a la vez que se crea una nueva (el “Trimestre Económico” de Francisco Taibo II, las concesiones a Rioboó). El anuncio del presidente de que el neoliberalismo llegó a su fin es correcto si se lee no en tanto que abolición de un sistema de reproducción social (el capitalismo) sino como símbolo de un nuevo “bloque de poder”. Por eso es necesario el tercer concepto de “pueblo”: en la etapa de recambio de grupo dirigentes cierta represión es necesaria, persecuciones soterradas y avaladas por “30 millones” contra los críticos impenitentes, los necios que no transigen. Pero ¿de verdad es así? Estos son los términos de la discusión sobre nuestro presente. ■

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