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jueves, 2 mayo, 2024
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La política: imagen y juego

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Por: RENÉ LARA RAMOS • Admin •

Cuál es la oportunidad partidaria, si se solicita, se debate y se crea o no, una oportunidad interna para presentar (dar a conocer y discutir) las intenciones y pretensiones de la militancia, respecto a la participación individual y/o de grupo interno o corriente ideológica, para después de discutir, darse a definir y precisar, cómo van a participar en las próximas elecciones estatales: individuos, grupos, corrientes internas, asociados, etc., y clarificada esta fase, darse a hacer las propuestas correspondientes, desde la base misma de militantes, organizados o no, o como sencillo conglomerado, alineado con base en lo que (la estructura partidaria local: estatal, municipal, “comunitaria”) decidió poner en juego y obtener, mediante su participación, en la próxima elección estatal.

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La militancia es condición básica para todo lo anterior y cuando eso se realiza, no es otra cosa que un resultado normal, de algo, más bien extraño: el militar que ha sido derruido por los propios ciudadanos, registrados en un partido: sus militantes. Hecho a entender como resultado de la acción ciudadana o su ausencia: la falta de la misma, es decir, de militar. Condición que cada partido político deberá examinar para clarificar cómo la misma responsabilidad del dirigente o de los dirigentes impacta de manera directa la “vida” o la existencia partidaria, al grado de desterrar la política, si a cambio de ella, el reparto de satisfactores deja, a las cosas obsequiadas, una misión imposible: formar una conciencia política, capaz de reclamar al sistema político sus omisiones y errores. Asunto que no se resuelve con ver día tras día la televisión regalada por algún político, con pretensión de llegar al poder, de ese modo. Ante el público, ni siquiera esos intermediarios tienen poder para llegar al poder de ese modo, ellos mismos pueden carecer de motivación para asumir y sostener por sí mismos una suscripción ideológica política partidaria y actuarla como militante, porque su realidad política es otra: ser empleado al servicio de quien lo contrata para mercadear la ideología que le encomienden promover.

¿Conoce esto la ciudadanía, el ciudadano de a pie? Por supuesto y su reacción consiste en realizar algo que luego le encomiendan, como novedad opositora: agarren lo que les den, pero voten por quien quieran. Cantaleta o que les suena a verdad de Perogrullo, sin sentirse impulsados a emprender alguna concreción política. Interesante reflexionar si eso cobra o no realidad y se condensa o no, justo, el día de las elecciones, cuando las cosas suceden al revés: todo mundo se queja del abstencionismo al que combatirán de la misma manera en que lo hicieron antes con el mismo resultado: la situación política de desigualdad se reproduce, aunque sea otro partido el que llegue a ostentar y usufructuar el poder político. Si gana otro partido político, no ocurre la alternancia, sólo en el sentido de que el registro político bajo el cual ahora se van a usufructuar los presupuestos: municipal, estatal y federal, será otro: justamente, para volver a hacer lo mismo. Eso no es un círculo virtuoso, en el mejor de los casos, será no-vicioso, por ser necesario para reproducir al poder y al estado y a sus instituciones e instancias: para seguir en lo mismo, aunque sean otros operadores, el juego institucional del desgaste político, será perene y llevadero, mientras fluyan las ministraciones federales, estatales y municipales. Después de todo, la gente con éxito económico y político está en la revista Forbes, ¿cuántos ejemplares de ella, se venden en México? Ahí no hay políticos de “medio pelo” a los que están acostumbrada.la mayoría de los electores, para quienes resulta cada vez más terrible obtener el “pan de cada día”, mencionado en las iglesias.

Por fortuna, eso ocurre en Zacatecas, para regocijo de los zacatecanos o no, aunque sea una vez al año, cuando participan a placer de la rosca de reyes, reparto más grato, entre menos condicionamientos halla, más kilométrica sea la rosca y menos se le trate de regular con política, el pueblo asistirá y estará feliz por unos segundos, no por el tamaño de rosca apropiado, sino por el hecho de apropiárselo, sin trabas.

En otro momento y orden, cómo funciona el dispositivo intelectual y político del poder. Un caso extremo: ¿qué pasaría el día de las elecciones, si este año se hubiera suspendido disfrutar la rosca de reyes pública, como ya es costumbre hacerlo? Interesante lo contrario, nadie puede garantizar que eso lleve carretonadas de votos al partido político, gobernante. Desde otro momento anterior, ¿los beneficiados con las pantallas televisivas entregadas por el entonces funcionario público, votarían por él o por el partido en donde esté ahora? No quiero ni imaginar sus rostros, ante la calidad de la propaganda política y los programas que pasan por su televisor, casi nuevo. En lo personal, el apagón analógico liquidó mi pequeño televisor, blanco y negro, con apenas 40 años de edad y sin ninguna reparación. ■

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