El ambiente de confrontación entre el Gobierno Federal y la disidencia magisterial ha pasado de una agudización de mes a mes, a semana a semana, día a día, e incluso hora a hora. La aceleración en esta pugna ha llevado al gobierno a desenvolverse de manera torpe, caer en la improvisación y cometer errores que le están costando el descrédito ante la opinión pública, principalmente por el uso de las corporaciones de seguridad en una tarea represiva que ya ha dejado más de una decena de profesores asesinados, el encarcelamiento inverosímil de cabezas del movimiento, y el desencadenamiento de una violencia de Estado que tiene como efecto la violación sistemática de derechos humanos.
Este entorpecimiento fisura el esquema de control que el gobierno había logrado imponer, esquema que sobre todo va dirigido a contener la inconformidad por la implementación de la Reforma Educativa. No obstante, el esquema amenaza con agrietarse todavía más debido a que en el terreno mediático el Magisterio le lleva la delantera al gobierno, principalmente porque desde las redes sociales se encendió una mecha que ha prendido más fuerte que las transmisiones del duopolio televisivo y medios anexos, mecha que ha despertado la indignación social y ha generado movilización del propio sector educativo en otras entidades del país, de sindicatos y organizaciones civiles. En suma, se consume rápidamente el bono de credibilidad que el gobierno se había construido para concretizar la Reforma Educativa y para exponer a los profesores como individuos violentos y obstáculos del progreso peñanietista.
Ahora bien, el terreno que ha ganado el Magisterio no es tan significativo como para considerar que la balanza se encuentra equilibrada, y en especial se debe tener conciencia de que la política del Gobierno Federal en el tema educativo es prácticamente inflexible en razón de que la Reforma Educativa es pieza clave en el diseño del desarrollo neoliberal que el Partido Revolucionario Institucional (PRI) está empeñado en concretizar, de ahí que los siguientes pasos del Magisterio deben estar muy bien pensados.
Hoy que se ha abierto la ventana de supuesto diálogo entre el Magisterio y el gobierno, el primero debiera tener muy presente que sus cartas de negociación no están sólo en los argumentos y la fuerza que ha mostrado en Oaxaca, sino en la simpatía y brotes de apoyo que se empiezan a generar en diversos puntos de la República Mexicana. En ese sentido urge dimensionar el alcance pero también los motivos de la protesta, ello en aras de que el movimiento no se descarrile y por el contrario convoque y mantenga una identidad legítima. Un punto clave al respecto está en exponer el carácter tan abarcador y falaz de la Reforma Educativa, la cual adolece de un plan educativo acorde a las necesidades y condiciones de ese sector, y por el contrario se enfoca en incidir en el plano administrativo para vulnerar los derechos laborales de los profesores.
Éste es un momento idóneo para motivar que la sociedad civil reflexione sobre los puntos sensibles de la reforma, y dicha reflexión puede hacerse desde el contraste, pues mientras el titular de la Secretaría de Educación Pública (SEP), Aurelio Nuño, basa su defensa de la Reforma Educativa en el fortalecimiento de las escuelas; la inversión de 50 mil millones en infraestructura; la revisión de planes y programas de estudio; el desarrollo profesional docente; la inclusión y la equidad; la vinculación de la educación con el mercado laboral y los cambios administrativos, lo que se constata es lo contrario.
Sobre el fortalecimiento de las escuelas, sólo en Oaxaca hay 9 mil 315 planteles que no cuentan con agua potable ni drenaje, y para el resto del país, el Gobierno Federal sólo tiene planeado mejorar la dotación de agua para beber en menos del 20 por ciento de éstas, de acuerdo a las cifras de la propia SEP. De acuerdo al Informe Anual del Instituto Nacional de Evaluación Educativa (INEE), casi la mitad de los planteles educativos del país están en mal estado; una de cada cinco escuelas tiene techo de lámina, y la cobertura educativa languidece conforme se avanza en los grados académicos: si a primaria tienen acceso más de 98 por ciento de los niños, a bachillerato sólo puede aspirar el 57 por ciento.
Por su parte la revisión de los planes de estudio ha sido delegada a personajes como Aurelio Nuño, el cual se concentra en mercantilizar la educación en lugar de proponer soluciones con sentido pedagógico, además de que dicha revisión ha derivado en aberraciones como la supresión o vulneración de asignaturas vinculadas a las humanidades. El desarrollo profesional docente es un contrasentido, pues obligadamente debió anteceder a la evaluación a los maestros, y finalmente la vinculación de la educación al mercado laboral excluye de facto a los estudiantes con mayor grado académico, pues en el contexto de la implementación del resto de las reformas estructurales y las políticas neoliberales, el mercado laboral se abre en especial para la mano de obra barata, no para quienes están más preparados.
Hoy por hoy a Peña le quita el sueño la mirada del país sobre Oaxaca, pues está de por medio la evidencia de su política represiva. Sin embargo, lo que puede sumirlo en un profundo desvelo es la toma de conciencia por parte de la sociedad sobre la falsedad e inviabilidad de sus reformas, pues ello no sólo podría inviabilizarlas o al menos llevarlas a un plano de cuestionamiento mayor, sino que implicaría un nuevo revés para el PRI de cara al proceso electoral de 2018. ■
