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jueves, 2 mayo, 2024
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Pornografía infantil: un tema negado Entrevista con Lydia Cacho

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Por: ÓSCAR GARDUÑO NÁJERA • admin-zenda • Admin •

(primera parte)

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Lydia Cacho es de esas periodistas que se reinventan en cada uno de sus trabajos, entre los que podemos señalar Las provincias del alma (2003), Los demonios del edén: el poder detrás de la pornografía infantil (2005), Memorias de una infamia (2008), Con mi hij@ no (2008) y Esclavas del poder. Un viaje al corazón de la trata sexual de mujeres y niñas en el mundo (2010); además de su labor periodística imparte cursos, conferencias, talleres y capacitaciones de distintos temas relacionados con el periodismo de paz y Derechos Humanos.

Desde hace 22 años radica en Cancún, lugar donde se ha dedicado a reportear y analizar los temas que son de su interés. Sus medios predilectos son la radio y la prensa escrita, ya que, a decir de ella, “ambos nos abren la posibilidad de interactuar con la opinión pública”. Tras 15 años de trabajo “informal” en el 2000 funda el Centro Integral de Atención a las Mujeres, CIAM Cancún, A.C., un centro especializado en la atención a mujeres, niños y niñas víctimas de la violencia doméstica y sexual.

La charla gira a propósito de su último libro, En busca de Kayla (Sexto Piso 2015) en una casa ubicada en algún punto de la Ciudad de México. Lydia me recibe en una cómoda sala y me invita a ocupar una de las sillas. Estamos frente a frente. Le pregunto si podemos comenzar con la grabación y asiente.

Lydia, cuéntame cómo es que llegas a En busca de Kayla (Sexto Piso 2015), que si bien nada tiene que ver con lo que tú haces, en cuanto a que se trata de un libro dirigido a los jóvenes e ilustrado por Patricio Betteo, sí es como el seguimiento a muchas de las problemáticas sociales y políticas que tú te has planteado desde el inicio de tu carrera.

“Es un poco el resultado de convivir durante años con niñas y jóvenes y de haber recogido muchas historias en las te cuentan la soledad en la que viven en México en este momento…”.

 

¿Cómo es esa soledad, Lydia?

“Es una sensación de que no hay comunicación con los adultos con ciertos temas que a ellos les inquietan o a ellas les dan miedo; también se trata de todo el asunto de cómo viven hoy en día la tecnología los niños y las niñas, y cómo la viven las personas adultas”.

Que es como uno de los vértices narrativos de En busca de Kayla…

“¡Exacto! Cuando los hermanos Rabasa (editores de Sexto Piso) me pidieron que escribiera un libro infantil o juvenil, la verdad es que lo pensé muchísimo”.

 

¿Por qué?

“De hecho, hace dos años dije que no; y de pronto, cuando conocí la colección ilustrada de la editorial entendí que no se trataba de convertirse en un autor especializado en cuentos infantiles o juveniles, sino en escribir desde una voz adulta pero intentando poner una mirada donde regresas a la juventud”.

 

Lo cual no es nada sencillo, ¿no crees?

“Una vez que me senté para escribir la historia sí lo hice muy conciente, desde mi voz de niña adolescente, intentando narrar un poco el mundo como lo veía en esa época, ya sabes, las imágenes en las que los adultos que tienen miedo se hacen pequeñitos, o en las que cuando están deprimidos se difuminan, son cosas que escribía en mis diarios cuando yo era joven”.

Me resulta interesante que el tema argumentativo es bastante fuerte (la pornografía infantil), ¿cómo es que consigues disminuir el peso que tiene una temática así para transmitirlo a un público en específico, que en este caso son los adolescentes?

“Tiene que ver en la manera en la que me relaciono con los niños y los jóvenes. Por ejemplo, cuando comencé a realizar las investigaciones sobre el abuso sexual infantil para Los demonios del edén: el poder detrás de la pornografía infantil (2005), me capacité mucho en cómo entrevistar a niños y a niñas, es decir, estaba interesada en saber cómo debes establecer un vínculo de respeto como periodista frente a quien entrevistas cuando se trata de una niña, un niño o una joven, porque es muy diferente que con una persona adulta. Creo que esto me ha ayudado a colocarme en los zapatos de mis entrevistados y, en este caso en específico, me quise colocar en el lugar de los niños y las niñas, en las que son capaces de ver con una mirada que flota entre la realidad y la fantasía, porque, como tú bien sabes, antes de los quince años nuestra capacidad cognitiva es bien distinta a la de un adulto, y por eso acudimos muchísimo, sobre todo en la adolescencia, a estas imágenes que parten desde la ficción y la irrealidad para tratar de complementar aquello que no podemos entender”.

Y que además es una lucha de la que no has quitado el dedo del renglón. Esto te lo señalo porque la siguiente pregunta es en torno hacia tus propias convicciones, hasta qué punto quiere llegar Lydia Cacho, sabemos que no se puede hacer un mundo más justo, que de alguna manera hemos perdido la batalla, pero, a ver, ¿cómo es esa Lydia Cacho que se levanta de la cama y dice: ‘no voy a quitar el dedo del renglón’?

“Te confieso que no es así, porque más bien es un impulso vital respecto a mis convicciones sobre el tema de la democracia, de la igualdad… y es la manera en que vivo el mundo. Tengo 52 años y es donde decido colocarme. Como que de pronto dices ‘este es el mundo como yo lo veo, esto es lo que yo quisiera y estos son todos mis impulsos que se van nutriendo constantemente del conocimiento de los demás’”.

 

A tus 52 años no hay tanta cavilación de por medio…

“Mira, yo no me siento a pensar: ‘ahora voy a insistir con este tema’. Por ejemplo, con En busca de Kayla ni siquiera hice una reflexión profunda, no me dije ‘a ver, voy a hablar sobre el tema de la trata’, no, lo que hice fue sentarme y sacar una síntesis absolutamente emocional, que es lo que siempre hago cuando voy a escribir algo de ficción”.

Pero que de alguna manera tus antecedentes periodísticos ahí están, son inevitables… ■

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