El único estado estable es aquel en el que todos los hombres son iguales ante la ley.
Aristóteles.
Queda prohibida toda discriminación motivada por origen étnico o nacional, el género, la edad, las discapacidades, la condición social, las condiciones de salud, la religión, las opiniones, las preferencias, estado civil o cualquier otra que atente contra la dignidad humana y tenga por objeto anular o menoscabar los derechos y libertades de las personas.
Constitución Política Mexicana: Artículo 1°, Párrafo Tercero
Días pasados, en el marco del Día Nacional de la Lucha contra la Homofobia, el presidente Enrique Peña Nieto planteó una reciente iniciativa de reforma a la Constitución, donde se avalan los matrimonios entre personas del mismo sexo, así como, que estos tengan facultades de legalidad para que puedan adoptar a menores de edad. La iniciativa presidencial también promueve que las personas puedan solicitar la expedición de una nueva acta de nacimiento para el reconocimiento de la identidad de género, previa la anotación correspondiente en su acta de nacimiento primigenia. Asimismo, precisa las reglas para establecer el divorcio sin expresión de causa y también garantiza el derecho de las personas del mismo sexo para contraer matrimonio en igualdad de condiciones para las personas heterosexuales.
Dicha ceremonia se celebró en Los Pinos, ocasión histórica, porque es la primera vez que, en México, un Presidente de la República encabeza un acto en el marco del Día Nacional de la Lucha contra la Homofobia.
Este Decreto promoverá la eliminación en todos los ámbitos de la sociedad de actitudes que afectan el ejercicio de los derechos y libertades en igualdad de condiciones debido a los prejuicios, estereotipos y estigmas hacia la comunidad Lésbico, Gay, Bisexual, Transexual, Travesti, Transgénero e Intersexual, (LGBTTTI) a fin de consolidar una sociedad de derechos para todos sin importar la condición sexual.
Pero: ¿Qué tan complejo es el tema de la diversidad sexual para la relación de la Iglesia y el Estado?
Bien es cierto que la relación Iglesia y Estado, ha sido determinante en los hechos políticos y sociales en México, y aunque parecía ser que los dogmas religiosos permanecerían intactos, México ahora pudo aflojar la cuerda del yugo religioso con esta gran iniciativa.
Uno de los personajes más influyentes a nivel mundial, el Papa Francisco, jerarca de la fe católica, declaró ante este fenómeno mundial de reforma, lo siguiente: “no existe ningún fundamento para asimilar o establecer analogías, ni siquiera remotas, entre las uniones homosexuales y el designio de Dios sobre el matrimonio y la familia”.
Ante esta posición negativa, por parte de la iglesia, se han venido suscitando en efecto dominó, pequeñas revoluciones en múltiples países que dan paso a las reformas constitucionales en pro de la aceptación de los matrimonios entre personas del mismo sexo, uno de los revés más fuertes para el Vaticano fue la aceptación del tema en Italia e Irlanda, siendo estos, países pilares y fundamentales para la fe católica.
Hoy en día, más de 70 países en el mundo criminalizan la homosexualidad y condenan los actos sexuales entre personas del mismo sexo con penas de prisión. En todo el mundo, sólo 22 países permiten el matrimonio entre personas del mismo sexo. La adopción es autorizada en sólo 10 países.
En 7 países se castiga la homosexualidad con la pena de muerte: Arabia Saudí, Emiratos Árabes, Irán, Mauritania, Somalia, Sudán del Sur y Yemen. 41 naciones lo sancionan con cadena perpetua. La homofobia en nuestro país desafortunadamente cobra cada vez más víctimas, y actualmente en México se reportan 6 crímenes mensuales por homofobia.
Para finalizar:
Aunque el tema es bastante complejo para la relación de la iglesia y el estado; existen signos alentadores para el tema, en el sentido de que en varios países y ciudades de América Latina se siguen sumando a esta nueva ola transformadora, reformando y creando leyes que tipifican, castigan y sancionan los ataques generados por la homofobia.
Bien es cierto que para combatir y erradicar la homofobia, se requieren acciones urgentes que incidan en un cambio del patrón cultural que ha establecido a la heterosexualidad como la única opción válida para el ejercicio del amor y de la sexualidad. No olvidemos que es nuestra responsabilidad como sociedad combatir el prejuicio y la discriminación contra la diversidad sexual, mientras que la del Estado es, construir e implementar políticas públicas que fomenten la integración y el respeto para que también se avance en el reconocimiento y aceptación social.
El Estado mexicano asume el reto más grande desde el comienzo de su relación con la Iglesia, y es la de arrancar de raíz, el conjunto de estigmas, prejuicios y estereotipos englobados en la palabra homofobia, que se erigen como barreras que obstaculizan el ejercicio de derechos, la práctica de libertades y el acceso a la justicia. México ahora debe estar pendiente de las transformaciones y los cambios que ocurren en la sociedad e ir al paso de ellos a través de la adecuación de las leyes, para garantizar la igualdad y la inclusión de todos los ciudadanos, así como la adopción de las políticas públicas necesarias con vistas a atender a los sectores más desaventajados.
“La prueba de valentía viene cuando estamos en la minoría. La prueba de tolerancia viene cuando estamos en la mayoría”.-Ralph W. Sockman. ■
