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jueves, 2 mayo, 2024
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Zacatecas: un pueblo minero de principio a fin

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Por: MIGUEL ÁNGEL AGUILAR •

■ Historia y Poder

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Cuando un pueblo se levanta día a día en pos del trabajo honrado y consigue con sus propios medios, el sustento diario, entonces es un pueblo sano que lucha por salir delante de sus miserias y sus múltiples obstáculos.

Zacatecas es un pueblo minero que se ha erigido en pos de sus minas y de sus esfuerzos y  con una gran gama de oficios que le dieron realce mundial y fue pilar de las economías que le procuraron el trabajo y la bonanza, la fama y el espíritu combativo, sin embargo  la riqueza de unos fue la miseria y muerte de los muchos, pero también motivo de festejo, de realce a la ciudad, su título de muy noble y muy leal, puerta abierta a los aventureros del mundo, a las vendimias más sofisticadas traídas de Caracas, de la Habana o de la misma Madre Patria, la España virulenta y también Tata de nuestros desvelos.

Desde en los albores de la humanidad, las piedras preciosas fueron el sustento del adorno o el tracaleo, del intercambio y de la codicia, de lo vistoso del oro y lo pulcro de la plata y hoy nuestro estado se erige como una de los más extraordinarios a nivel mundial por la producción de plata y oro y un sinfín de otros minerales que le han sido o su bendición o su letargo, su motivo de vida y su esperanza.

Don Eugenio del Hoyo escribió hacia 1938 de la gran gama de oficios para entrar a sus minas a laborar y es impresionante: toda clase de operarios ,desde el achichinque desaguando minas, alzadores, apartadores, arreadores, atecas, barreteros, buscones, cajoneros, camineros y camperos, capitanes mayores y capitanes de cuchara, caporales, carretoneros, coleros y celadores, costureros y cuidadores, desaguadores, descubridores, destajeros y escarbadores, fierreros y  malacateros, mandones y maquinistas, manteros y medias mechas, mineros y paleros, pegadores y peones, pintistas y polvoreros y una larga lista que vale la pena mencionar como  el alma de nuestras calles y la  cantera de nuestros edificios.

Ahí estuvieron durante siglos y siguen: los quebraderos, los quebrantaderos, los trazadores y romaneros, los trincheros y zorras que podrían ser los barreteros o mineros mayores, además incluyendo a los furtivos como los águilas, galleros, aventureros, gambusinos e ingenieros, empleados o los operarios de las haciendas de beneficio y todo con un simple y franco objetivo: remover de toneladas de tierra a la plata, al oro, las vías subterráneas en las que se vivió toda una vida dejando ciegos o mutilados a los más débiles, la silicosis, la tuberculosis, el derrumbe en la mina, los accidentes tan comunes cobrando cientos de vidas, la sepultura de los siglos.

Todo un destino de cargadores con costales de cuero, separando lo estéril e incosteable en pos de llevar a sus hogares el salario que les costeara la fiesta a la que estaban muy bien acostumbrados y en la cual eran muy despilfarradores en el alcohol, en los pulcros trajes de charro con adornos piteados y de gamuza, en los antros y en las peleas de gallos y corridas de toros y toda una gran fiesta popular en la que las autoridades tenían dolor de cabeza y los dueños de minas temor por la inasistencia ya que estaban o detenidos o con crudas mortales y para acabarla con deudas en las tiendas de raya.

Tuzos zacatecanos en honor a quien horada y escaba las montañas para darle rienda suelta al privilegio que se llama vida, que se llama trabajo creador y el sindicato independiente y estando presente la huelga constante que fue reprimida, el paro de labores que fue sometido con porros o jerarquías para dar golpeteos y  siempre vigente el castigo a quien robase un gramo de plata, de oro o los mismos enseres para la limpia de metales.

Zacatecas y sus minas famosas El Edén, La Negra, La Fina, La Dolores, San Carlos, La Quebradilla, La Valenciana,  Las Golondrinas, El Peñasquito y cientos más y se cree en 1878 había  más de 50 mil bocas de minas en las que la curiosidad y la necesidad de solventar el hambre, la sed, el frio hizo que ahí manifiesten como testigos de nuestra gran riqueza minera inagotable. Hoy se calcula existen el doble. El capital extranjero es el amo de las minas y su saqueo constante.  Solapado por la gran impunidad.

En 1810 nuestro estado tenía 140,872 habitantes, gran cantidad además de osos y lobos, una riqueza infinita en la flora y la fauna y nunca debemos olvidar de la ayuda de los animales -caballos, mulas, burros- que movieron todo para el trabajo en las minas. Miles de ellos sacrificados en medio de grandes contaminantes como el mercurio y el azogue. En 1911, había un censo de 13,456 trabajadores de las minas. La mayoría sumida en la peor de las pobrezas, aunque algunos dueños de minas repartían excedentes para animarlos a seguir en sus rutinas en las oscuras entrañas de la tierra. ¿Cómo olvidar las huelgas que duraron años?

Zacatecas es nuestra casa y a ella debemos regresar siempre con humildad, propuestas y decoros que amplíen su horizonte de trabajo y bienestar a su gente. Difícil de creer. ■

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