Claudio Garibay Orozco, investigador del Centro de Investigaciones en Geografía Ambiental de la Universidad Nacional Autónoma de México (CIGA-UNAM), afirmó que las empresas mineras no solamente recurren a acciones de violencia para desplazar y despojar del territorio a las comunidades, sino también a estrategias de carácter antropológico.
Expuso que las empresas mineras son parte de redes globales organizadas en estructuras muy sofisticadas, motivo por el cual son suficientemente poderosas en México, a tal grado de que influyen en los funcionarios de todos los niveles de gobierno.
Durante la conferencia “Poder social del extractivismo como modo de producción de la economía global y resistencia o extinción de sociedades tribales, campesinos y vida silvestre”, impartida en el congreso-encuentro “Extractivismos: contaminación y alternativas”, dijo que hay algunas empresas “bárbaras” como el Grupo México, pues recurren a prácticas violentas y brutales, pero la gran mayoría de las empresas implementan un tipo de dominio que busca controlar a la población y no desaparecerla.
Muchas empresas
cuentan con
especialistas
(sociólogos
y antropólogos)
en control
Para tal efecto, refirió que ese control de la población se lleva a cabo mediante mecanismos sofisticados que no solamente tienen que ver con acciones de responsabilidad social, sino otras más que tienen el objetivo de analizar detalladamente a toda la población.
Garibay Orozco explicó que muchas empresas cuentan con especialistas (sociólogos y antropólogos) en control, al grado de que cuentan con protocolos en los que tienen información de dónde vive cada persona, cuál es su ambición, entre otros datos.
A partir de esa información “realizan talleres para convencerlos con un discurso de que son muy responsables y quieren ayudar. Lo hacen tan sofisticado que hacen un análisis antropológico sistemático y un seguimiento y administración de los comportamientos de las personas y grupos sociales”, indicó.
Es decir, “implementan un mecanismo de vigilancia y operación que permiten evitar sublevaciones, para lo cual contratan a profesionales antropólogos. En eso está su sofisticación, que hacen un seguimiento administrativo de las comunidades y miden la aceptación”, agregó.
Incluso comentó que, cuando surgen políticos locales que se oponen a determinados proyectos, los identifican para “maicearlos” o darles dinero u oportunidades, pero lo hacen a largo plazo.
Garibay Orozco detalló que las mineras, especialmente las de origen extranjero, no reconocen que implementan estas acciones, sino que desde su perspectiva están ayudando a la gente, mientras que empresas mexicanas como el Grupo México “son poco inteligentes, pero eficaces todavía porque les funciona la violencia”.
Por lo tanto, dijo que este tipo de sistema está provocando que las redes de corporaciones agrícolas y mineras han logrado intervenir en los territorios a su gusto y en las comunidades han instaurado “horizontes de coerción”, donde las personas viven una situación de sometimiento.
