28.6 C
Zacatecas
jueves, 2 mayo, 2024
spot_img

Fantasmas surgiendo del pozo: Enys Men, de Mark Jenkin

■ [La Quinzaine de la Critique]

Más Leídas

- Publicidad -

Por: SERGI RAMOS •

La Gualdra 528 / Cine / Festival de Cannes 2022

- Publicidad -

La Quinzaine de la Critique, en el Festival de Cannes, presentaba Enys Men, de Mark Jenkin, como «una película de terror que tiene lugar en una isla del mar céltico». Sin embargo, conociendo al director, el espectador advertido no podía sino sospechar que la película no se iba a quedar en eso.

El anterior y primer largometraje del director, Bait (2019) presentado en La Berlinale, era en gran parte un ejercicio de estilo que por un lado apuntaba al cine de corte social, por la temática argumental, y por otro al cine experimental, por el tratamiento formal. 

En un aislado puerto pesquero de la costa británica, la película describía el choque entre la crisis económica vivida por los tradicionales pescadores locales y el florecimiento de la industria turística. Jenkin lo había filmado en celuloide en blanco y negro, con formato cuadrado, y había tratado sus imágenes para darles un aspecto envejecido. Esto, junto al empleo de un montaje con cortes brutos, pretendía ser tanto un homenaje al espíritu del free cinema y del cine político de los 60 como un laboratorio lúdico de experimentación formal.

En Enys men, Mark Jenkin radicaliza su propuesta estética, abandonando la narración presente en su anterior película y decantándose hacia el cine más marcadamente experimental. La película cuenta la historia de una botanista encargada de observar el crecimiento de la flora en una isla abandonada, en un paisaje costero marcado por la sola presencia mineral y vegetal. 

Jenkins se encarga de magnificarla con una fotografía en color, tratada para recordar a la de los filmes de los años 1970, en los que se sitúa la trama de la película, y que recuerdan a películas como The wicker man, de Robin Hardy (1973).

Los días pasan y la botanista repite las mismas acciones, los mismos gestos, una y otra vez, en su estudio de las flores. Progresivamente, en estos días en los que no transcurre el tiempo, van a aparecer otros tiempos, pero también imágenes, despojos de los muertos y los desaparecidos, de los recuerdos íntimos, hasta que la presencia de la muerte se vuelve inseparable de la de la vida. 

Jenkin trabaja la capacidad del cine para manifestar de nuevo la presencia del pasado, de lo que estaba vivo y ya se ha extinguido. Lo hace sin una progresión de la trama, sin diálogos, solo con el sentimiento de extrañeza provocado por los desajustes entre cada etapa del ciclo, por las apariciones de lo que había dejado de existir. Aunque su película está poblada por fantasmas, nada queda más lejos de los códigos del cine de terror. Confía en la fascinación de la imagen. 

https://issuu.com/lajornadazacatecas.com.mx/docs/la-gualdra-528

Cartel de Enys Men, de Mark Jenkin.
- Publicidad -

Noticias Recomendadas

Últimas Noticias

- Publicidad -
- Publicidad -