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jueves, 2 mayo, 2024
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Áurea Consuelo, dueña de un enorme nacimiento que instala cada Navidad

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Por: RAFAEL DE SANTIAGO •

■ La costumbre la heredó de sus abuelos maternos, quienes reunían a todos los familiares

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■ Adultos mayores deben inculcar estas tradiciones a las nuevas generaciones, señala

Son los adultos mayores quienes deben inculcar a las nuevas generaciones tradiciones como el colocar el nacimiento de Navidad, ya que este simbolismo es lo que indica el verdadero festejo y mantiene unido a las familias, mencionó Áurea Consuelo Hernández Quintero, ama de casa de 62 años, y quien desde hace 15 años coloca un monumental nacimiento en el patio de su casa.

Cientos de personas pasan diariamente por su casa, ubicada a un costado de la Alameda de Guadalupe y se quedan mirando por un par de minutos el enorme nacimiento, para observar cada detalle, cada figura. Los que más disfrutan son los niños que se aguantan las ganas de pasar para verlo mejor.

Las luces multicolores que acompañan el nacimiento y la villa navideña que pone a finales de noviembre, atraen la mirada de grandes y chicos. “Me tocan la puerta para preguntarme a qué hora se va a rezar, también quieren bolo, pero de esos no damos”, dice la mujer.

Desde hace 15 años el majestuoso nacimiento ocupa el mismo lugar. El espacio de los artefactos y accesorios que tiene para simular el establo de Belén, lugar que vio nacer al hijo de María y que fue adorado por los reyes magos, ya está calculado.

Anteriormente lo instalaba en el interior de su sala, ahí hacia un pequeño espacio para poner a pastores y a animales que adoran el nacimiento, aunque fue adquiriendo más piezas, y sus hijas y su familia le propusieron instalarlo en un lugar más grande, y se eligió el patio.

Antes de que llegue diciembre, junto con sus hijas y nietos, le ayudan a sacar las figuritas y accesorios para dar la bienvenida a la Navidad, “es importante tener todo listo para su gente”. Todo aquel que se entere del nacimiento y quiera conocerlo, dice ella, es bienvenido, ya que son tradiciones que se tienen que conservar y continuar pasando a las nuevas generaciones, en las que la fe y la creencia no están muy arraigadas.

“El objetivo de poner el nacimiento es para fomentar nuestras tradiciones, porque se están perdiendo lamentablemente. Ahora es muy usual solamente poner un árbol navideño y algunos adornos. Y se olvida la raíz de esta tradición y de que se festeja el nacimiento de Jesús”, dice Áurea.

También conserva un niño dios que le vendió hace años un fraile franciscano del Convento de Guadalupe, y el cual había traído a otra persona por encargo desde Belén, aunque finalmente se quedó con Áurea, así como otro hecho en Italia y que tiene diferente forma al que se hace en México.

Dijo que con la globalización, se llenan los medios de comunicación de imágenes navideñas con influencia extranjera, y esto ha contribuido a que se vayan perdiendo las tradiciones como el poner el tradicional nacimiento en la sala de la casa.

Recuerda que esta costumbre la heredó de sus abuelos maternos, quienes convocaban a todos los familiares, para que se reunieran a poner las figuras del nacimiento, y cada integrante de la familia participaba con entusiasmo, sobre todo los más pequeños de la casa.

En una pequeña mesa, su abuela colocaba el nacimiento, y toda la familia rezaba alrededor. Tenía figuras de pastores y de peregrinos, reyes magos, un niño dios, la virgen María y a José y un pequeño establo, el cual adornaba con esferas grandes de vidrio que colgaban desde el techo.

Se conservó durante muchos años el niño dios de la familia, el cual después pasó a manos de una de sus hermanas, y ella posteriormente adquirió uno nuevo para su hogar y uno más se lo regalaron.

Inició colocando pastores hechos de material de barro, los cuales eran más artesanales, aunque con el tiempo adquirió otros más hechos de porcelana, y dice orgullos que no se ha quebrado ningún niño dios durante todo este tiempo.

Aunque nunca ganó un premio dentro de los concursos que hace el municipio, señala que nunca lo hizo con esa intención, pero le da orgullo que la gente que pasa por su casa reconocen su esfuerzo y admiran su nacimiento.

“Aunque las casas sean pequeñas, y aunque no se tenga dinero, siempre se puede hacer un pequeño espacio para colocar una mesita y poner un nacimiento. A veces tenemos pretextos para no hacer este pequeño sacrificio pero hay que dar un espacio en nuestras almas”, señala.

El gasto económico no es mucho, asegura, pues usa cajas de reja, de cartón y papel roca, todo lo demás ya lo tiene. Sin embargo, cada año coloca algo diferente pero que no le represente un desembolso fuerte y lo ve como una inversión.

“Para mí es un gusto que disfruten el nacimiento, a todas las personas que vienen a visitarme les llama mucho la atención y me da orgullo mi trabajo, porque es un trabajo diseñar y colocar las cosas”, comenta.

Espera que su familia continúe con esta arraigada tradición, y que sus hijas y nietos mantengan la misma emoción de esperar cada año para colocar todos juntos el nacimiento, actividad que los mantiene unidos como familia.

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