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jueves, 25 abril, 2024
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Doña Rosario, luchadora incansable

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Por: SOCORRO MARTÍNEZ ORTIZ •

“Cae Piedra Ibarra”, así titulaba la noticia el diario de Monterrey El Norte, el 30 de abril de 1975. La nota describía cómo detuvieron el día 18 de ese mes, al estudiante de medicina y militante de la “Liga 23 de Septiembre”: en las calles Arteaga y Félix U. Gómez, en el centro de aquella ciudad. Testigos aseguraron que el joven de 20 años, se resistió a la captura y mordió a uno de los agentes en la mano. Así fue como Rosario Ibarra de Piedra. se enteró de la desaparición forzada de su hijo Jesús.

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A raíz de ese acontecimiento, doña Rosario comienza su incansable lucha como activista. La luchadora inició la búsqueda de su hijo, por la verdad y la justicia, pero la convierte en una lucha colectiva, sabedora de las numerosas madres que buscan a sus hijos o hermanos desaparecidos, bajo un gobierno autoritario y represivo.

Cuando tuvo conocimiento de que su hijo fue llevado al Campo Militar, se trasladó a la Ciudad de México el 5 de mayo de 1975. Pudo entrevistarse con el entonces Presidente Luis Echeverría, y le entregó una carta en la que le pedía: que si su hijo era culpable, se le hiciera un juicio, como era lo justo. El mandatario, guardó el escrito en su bolsillo y manifestó que se “investigaría”.

La desaparición de Jesús Piedra Ibarra, ocurrió en un escenario represivo por parte del Estado. Durante la década de los setentas en nuestro país prevaleció un ambiente social convulsionado, a consecuencia de los sucesos de 1968 y del Jueves de Corpus del 10 de junio de 1971, agudizado por la existencia de una guerrilla urbana denominada “Liga 23 de Septiembre”.

Los movimientos sociales que se formaron para manifestar las necesidades e inconformidad del pueblo exigiendo solución, fueron reprimidos severamente; muchos de sus líderes e integrantes sufrieron persecución, tratos crueles y torturas; gran parte fueron desaparecidos. Se trataba sobre todo de estudiantes universitarios, uno de ellos fue precisamente Jesús Piedra Ibarra. Todos, se convirtieron a partir de entonces, en los desaparecidos y presos políticos.

Numerosas madres, esposas y hermanas de aquellos hombres y jóvenes, unidas por el dolor de su ausencia, encabezadas por doña Rosario, formaron un Comité pro defensa de presos, perseguidos, desaparecidos y exiliados políticos, que sería conocido como el Comité: ¡EUREKA!. Desde su integración en 1977, se propuso como objetivo primordial exigir justicia, y demandar el alto a la impunidad, así como su búsqueda y encuentro. El Comité, siempre tuvo dificultad para comunicarse con los jefes del Ejecutivo en turno. Jamás fueron recibidas por los ex presidentes López Portillo; de la Madrid Hurtado y Salinas de Gortari, lo que demostró falta de disposición por atender esa problemática social.

Sin embargo, la tenacidad del Comité y la lucha de la señora Ibarra de Piedra por encontrar a su hijo, se convirtió en una odisea al exigir la presentación con vida tanto de él, como de los más de 500 desaparecidos y contra la represión. Emprendieron una guerra contra el olvido de quienes querían hacer de este asunto “borrón y cuenta nueva”. Uno de sus logros de esa lucha, permitió que el entonces Presidente López Portillo, en 1978 promulgara una Ley de Amnistía, aprobada de inmediato en el Congreso. Su aplicación, puso en libertad a 1,500 presos políticos, permitiendo el regreso de 57 exiliados al país y el desistimiento de más de 2000 órdenes de aprehensión. La lucha fue fundamental para que, miembros de la guerrilla fueran juzgados conforme a derecho.

Doña Rosario fue incansable activista y luchadora social que, además de haber sido la fundadora del Comité ¡EUREKA!, como una de las primeras organizaciones de madres, padres y familiares de desaparecidos, fue una promotora por la defensa por los derechos humanos, la paz y democracia en México. Ocupó cargos de diputada federal; senadora y asesora política. Fue la primera mujer candidata a la Presidencia de la República: en 1982 y en 1988, por el ahora ya extinto Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT). En 1988, ante el triunfo de Carlos Salinas de Gortari, se unió a los reclamos de fraude electoral.

El 23 de octubre de 2019 el Pleno del Senado de la República, aprobó otorgarle la Medalla de Honor Belisario Domínguez, en justo reconocimiento a su ardua labor  como activista y defensora de los derechos humanos, por más de cuatro décadas en favor de presos, desaparecidos y exiliados políticos. En el evento, dirigió una carta al Presidente Andrés López Obrador que leyó su hija Claudia:

“Querido y respetado amigo, no permitas que la violencia y la perversidad de los gobiernos anteriores, sigan acechando y actuando desde las tinieblas de la impunidad.

No quiero que mi lucha quede inconclusa, es por eso que dejo en tus manos la custodia de tan preciado reconocimiento y te pido que me la devuelvas, junto con la verdad sobre el paradero de nuestros queridos hijos y familiares, y con la certeza de que la justicia los ha envuelto con velo protector. Mientras la vida me lo permita, seguirá mi empeño en encontrarlo”.

“Encargo” incumplido.

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