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sábado, 4 mayo, 2024
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Los retos comunes que enfrentan las Niñas y Niños

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Por: ÁLVARO GARCÍA HERNÁNDEZ •

Nuestras niñas y niños encaran enormes retos en este mundo con orientación adulto-centrista colmado de agresores sexuales y distintos violentadores que pululan por doquier, aunado a trámites burocrático-jurídicos que en ocasiones favorecen más a la impunidad de los delincuentes que a la salvaguarda de las víctimas, provocando que se incremente la numerología que nos da testimonio de las calamidades vividas por la niñez en nuestro país. Realmente las niñas y niños enfrentan desde su entorno inmediato ya sea familiar o escuela un conjunto de depredadores sexuales que están atentos para aprovecharse de la confianza que les brindan los padres y madres o a su indiferencia cuando las infancias pretenden comunicarse con ellos, para lograr capturar a su presa; el agresor sexual se sirve de los lazos de amistad o de los vínculos familiares para acercarse a su víctima, la va rodeando, ya midió el terreno, ya se aprovechó de que aunque el niño no quiere ni abrazarlo, besarlo o sentarse en sus piernas, sus padres ya lo obligaron dizque por educación y cariño; el lobo disfrazado de oveja va seduciendo a su víctima con regalos, promesas y luego sutiles amenazas a sabiendas de que el depredador tiene a su merced un ser sin malicia y lleno de ternura. Ya cuando el agresor aprovechó su poder físico para abusar sexualmente o incluso violar a la niña o al niño, vienen las amenazas en forma, peor aún, los niños se ven totalmente indefensos cuando sus padres no les creen, siendo que científicamente se ha comprobado que es muy difícil que un niño o una niña puedan mentir sobre una situación de agresión sexual; así las cosas, la niña o el niño ve quebrado su corazón y su alma, ha sufrido un ataque de quien menos se lo esperaba, un abuelo, un tío, un padrino o un primo, incluso un maestro de su escuela; su entorno inmediato está resquebrajado y al no entender exactamente qué es lo que pasa, su cuerpo empieza a mostrar los signos de su trauma, inician las pesadillas, de momento se muestra distante, distraído, empieza a comer de más o de menos sin aparente motivo, tiene manifestaciones muy distintas en su comportamiento, ira o inseguridad; le atacan manifestaciones de miedo a ciertos lugares, da manifestaciones de querer hablar de un secreto con adultos pero no se atreve, empieza a comentar que tiene un amigo mayor, de pronto hay regalos y juguetes nuevos, en algunos casos graves, puede experimentar sangrado, secreciones o cualquier tipo de trauma físico en los genitales, en el ano o en la boca, en el caso de las niñas, infecciones vaginales o enfermedades de transmisión sexual, dolor al orinar o defecar, en fin, le han destruido la infancia a nuestro hijo o hija, han roto sus sueños y ahora queda al margen de que su padre o su madre, detecte estos síntomas que hablan del abuso o la violación y, comienza una serie de suplicios más: la denuncia ante el fiscal del ministerio público, en dónde puede que nuestra niña o niño sea revictimizado si no se encuentra con un profesional que aplique los protocolos debidamente; ya cuando menos harán esperar a su mamá o al papá algunas cinco horas a que termine una capacitación, un desayuno o algún festejo, el pretexto puede ser cualquiera, total es un niño o una niña el que ha sido afectado; vienen las terapias psicológicas que le van a ayudar a nuestra niña o niño a entender o sacar sus miedos, frustraciones y enojos, sin embargo, yo creo que el corazón de un niño o de una niña, ya no se recupera del todo; el estigma de haber sido abusado sexualmente o violada, los acompañará toda su vida, muy probablemente alterará su conducta y tendrá que aprender a vivir con ese dolor en su alma. En este contexto, ¿Será conveniente trabajar más en la prevención que en la solución del abuso sexual? Totalmente, todas las autoridades deben ser sensibles y muy dedicadas para lograr sacar de las calles, de las escuelas o de las familias a los agresores sexuales y sobre todo, prevenir cualquier forma de violencia contra nuestras niñas y niños para evitar que sufran todo este suplicio que ya hemos narrado. De tal suerte, las instituciones como la Fiscalía General de Justicia debe atender más rápido este tipo de delitos y actuar más humanamente ante la presencia de una niña o niño que ha sido afectado por un depredador sexual y no dar el mismo tratamiento que a otros delitos; muchas veces en lo que integran las carpetas de investigación, los malnacidos se escapan y no se les vuelve a ver para que enfrenten la consecuencia de sus actos. La próxima semana continúo expresando lo que nos toca hacer como Procuraduría de Protección de Niñas, Niños, Adolescentes y Familia. 

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