- Compañeros y maestros la describen como una joven seria y responsable
- Tenía ganas de superarse, no faltaba a clases y siempre se sentaba al frente del salón
Cinthia Nayeli Vásquez cursaba el tercer semestre de preparatoria en la Universidad Autónoma de Zacatecas (UAZ). Se sentaba frente al escritorio del maestro en turno, era seria y no hacía nada sin el consentimiento de su mamá. Así la describen compañeros y docentes.
Oriunda de Loreto, vivía con su madre y dos hermanos en Villas de Guadalupe. Todos los días tomaba la Ruta 17 para trasladarse a la preparatoria ubicada en el Campus Siglo 21 de la UAZ.
“Era una persona muy tranquila, venía de Loreto y aquí no conocía a nadie. Era una persona muy noble y no merecía morir de esa manera porque solamente vino a cumplir un sueño que era terminar su preparatoria y comenzar a estudiar Medicina”, comentó Paulina Ramírez, una de sus amigas.
“Siempre platicaba de lo que le gustaba hacer en el rancho: ordeñar sus vacas, montar sus caballos, y aquí en Zacatecas iba a correr por las tardes. Como estudiantes estamos indignados por su muerte”, agregó.
Durante la reunión que sostuvieron autoridades universitarias con el gobernador Alejandro Tello Cristerna, la estudiante manifestó que los jóvenes “queremos ser mejores personas pero sin la ayuda del gobierno no podemos. Exigimos justicia, respeto y seguridad”.
Virginia Alejandra Salmón Gamboa, quien le impartió clases de inglés los dos primeros semestres, la describió como una joven que tenía ganas de superarse, no faltaba a clases y siempre se sentaba al frente del salón.
“Era una niña muy seria, no hacía nada sin avisarle a su mamá, sin pedirle permiso. Era muy respetuosa con todos, no era conflictiva y siempre se relacionaba bien con todos en el salón”, comenta.
Cinthia Nayeli no solía faltar a clases y cuando se enteró de que no la encontraban, supo que algo había pasado: “entonces hice mi propia publicación y empecé a compartir con conocidos, pero noté en mis compañeros maestros una actitud indiferente, hasta que la encontraron”.
Lucinda Lara, asesora del grupo de Cinthia Nayeli, expuso que “era una chica tranquila, serena, callada. Se sentaba junto al escritorio del maestro y si sus compañeros hacían ruido nomás se reía y seguía con lo que estaba haciendo”.
El día de su desaparición, el viernes pasado, comentó que todos sus compañeros se preocuparon y se organizaron para volantear en Guadalupe y preguntar si la habían visto, pero cuando se confirmó que había muerto naturalmente hubo consternación sobre todo por la forma violenta en que murió.