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jueves, 2 mayo, 2024
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Manuel Felguérez: una flecha en el tiempo

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Por: SAÚL KAMINER •

La Gualdra 436 / Manuel Felguérez: in memoriam

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Manuel Felguérez y Meche Oteyza, nos han acompañado a lo largo de varias décadas; la aventura artístico-creativa de Manuel se funde con su amorosa vida de pareja. Hoy estamos de luto por Manuel. Su legado es inmenso, su enseñanza es inmensa y su amistad es inmensa. México ya no es el mismo; hay un antes y un después del paso de Manuel Felguérez por esta vida; con sus creaciones nos hizo crecer, se amplificó nuestro imaginario y abrió muchas puertas de la percepción.

Me viene a la mente una escultura temprana en la obra de Manuel Felguérez, se trata de un flechador, una figura antropomorfa, sentada, tensando un arco y a punto de disparar una flecha; al contemplarla con mucha atención, esta escultura me hace sentir que es a la vez semilla y síntesis de la vida y obra de Felguérez. De alguna manera la tensión que se da entre los opuestos caracteriza su obra y tal vez también su pensamiento; es a la vez pintor y escultor, geométrico y expresionista, su obra es muy matérica, pero también incursionó en la creación digital; desde hace varios años vemos en muchas de sus esculturas una tensión entre el volumen y el espacio que se acentúa con el uso de hilos o cuerdas de acero que funcionan como tensores.

La trayectoria y el legado de Manuel Felguérez son inmensos; podríamos definir su vida creativa como un gran viaje a través de las formas, una búsqueda que lo llevó al sentido; fue un artista sumamente sensible a la aparición y creación de la forma que siempre lo llevó a configurar y construir espacios mentales y tangibles. Pocos artistas logran tener un recorrido tan pleno y tan extendido en el tiempo, cerrando el círculo de su existencia terrenal de una manera tan profunda y con tanta proyección y amplitud como él la llevó a cabo. No me cabe duda que su obra seguirá alimentando a las futuras generaciones, además y sobre todo, porque también se preocupó e hizo todo lo necesario para transmitirnos lo que fue descubriendo y creando a lo largo de su vida.

Nos deja un espléndido museo donde podemos hacer un recorrido exhaustivo por su obra, pero también para Felguérez y su compañera Mercedes Oteyza, fue de suma importancia el poder darnos a ver el amplio panorama del arte abstracto en México, transmitirlo y compartirlo; por eso este museo juega un rol importante en la construcción de los imaginarios en México.

Mucho se ha escrito sobre su vasta trayectoria, en este caso, solo haré un breve recordatorio de algunos momentos significativos que marcaron su vida artística. Manuel Felguérez (1928-2020) nació en Zacatecas, lugar de México y del mundo que para él fue y seguirá siendo el centro telúrico de su corazón y de su pensamiento. Siendo un niño de 7 años y ante la pérdida de su padre, su familia se traslada a la Ciudad de México; pero a lo largo de su vida, siempre estará regresando a su querido Zacatecas. Casi podemos ver un potente hilo entre las dos ciudades que él tejió con mucho amor, esfuerzo y perseverancia.

Con respecto a sus estudios, estuvo alrededor de cuatro meses en la Academia de San Carlos -en ese momento resultó una desilusión para él- y más tarde, en 1948, ingresó a La Esmeralda. Fue un académico reconocido en México y en el extranjero; fue investigador huésped en la Universidad de Harvard, maestro invitado en la Universidad de Cornell e investigador del Instituto de investigaciones estéticas de la UNAM; fue merecedor de varios premios y becas como la Beca Guggenheim.

A los 21 años, en un viaje a París, conoció y trabajó con Ossip Zadkine, el escultor ruso cubista con quien trabajó cerca de un año; además, de 1954 a 1959, estudió en la Academia de La Grande Chaumière, semillero de grandes artistas del siglo XX, como Alberto Giacometti, Miró, Modigliani y Noguchi… fue ahí que conoció a Lilia Carrillo, con quien se casaría posteriormente. Ese viaje fue crucial, en ese París de posguerra había una efervescencia artística y todo estaba volcado hacia la reconstrucción y la modernidad; los aportes de las primeras vanguardias seguían vivos y el mundo de las ideas era como una gran holla hirviendo, los universos artísticos y literarios estaban en un punto álgido.

Cuando Manuel Felguérez regresó a México, su visión del arte se había transformado radicalmente y este se volcó y participó activamente, junto con sus contemporáneos, en la construcción de la modernidad que estaba en curso en el México post-revolucionario. En ese momento, era ya necesario ir más allá de la cultura y la imaginería revolucionarias que en su momento fueron fundamentales, el movimiento muralista ya había dado lo mejor de sí.

En esta perspectiva de abrirse y darle cuerpo a la modernidad, Felguérez jugó un rol muy importante, creando obras artísticas sorprendentes en relación con la arquitectura y el espacio urbano, incluyendo también todo su trabajo de investigación y creación realizado en la intimidad de su taller, integrando en sus propuestas las enseñanzas del geometrismo, del constructivismo, del informalismo y del expresionismo abstracto, incorporando también las nuevas tecnologías en sus creaciones. En gran medida, para concebir sus obras, partía de figuras geométricas básicas, obteniendo como resultado una síntesis muy elaborada y sofisticada.

Manuel Felgueréz para mí, y me atrevería a decir, para mi generación y las generaciones venideras, es ejemplar, por su manera de estar en la vida y el arte, en la creación, en la concepción de propuestas, en ese ir y venir entre diferentes técnicas y materiales, en ser universal y local, generoso y hospitalario, en conjugar “el verbo ver y dar a ver”.

A-diós, Manuel Felguérez, con mi cariño y admiración entrañables para ti y Meche, que en este momento está convaleciente.

 

 

 

https://issuu.com/lajornadazacatecas.com.mx/docs/la_gualdra_436

 

https://youtu.be/8Xke2jbjqMY

 

 

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