Con el conflicto actual que tiene la Máxima Casa de Estudios del estado, los sindicatos tienen enormes retos. Y por lo visto tienen pocas capacidades para afrontarlos. Desde los noventa, Gobierno Federal cambió sus políticas de financiamiento para las instituciones de educación superior: ya no más recursos por vía contractual (colectiva), sino que desde entonces la inyección de recursos ha sido bajo esquemas individualizados, por méritos previamente definidos, concursados y de proyecto específico. Lo cual significa promoción laboral por fuera de los sindicatos. Poco a poco va convirtiendo al sindicalismo en elemento prescindible o insignificante para los propios trabajadores académicos, conforme se van operando los relevos generacionales. Es justamente lo que ha pasado en la UAZ. Pero ahora por lo menos el Spauaz se enfrenta a un reto mayor: la posibilidad de impago de los salarios, y la presión sobre los costos de lo que aún queda de derechos contractuales. La política federal exige a las universidades presentar “planes de austeridad”, lo cual equivale a que disminuyan sus gastos, corten funciones y derechos. Pero si encogen sus capacidades, ¿cómo podrán expandir sus potencialidades?
El comportamiento de los sindicatos es doméstico: su mirada sólo les da para moverse en los pasillos y tramas internos, incluso el Stuaz ofreció quitar algunos derechos. No ven que deben subir la mirada para alcanzar a ver soluciones, aunque sea parciales, a sus problemas. ¿Cómo hacer para lograr conservar los derechos adquiridos? ¿Cómo evitar ser víctima de la guillotina neoliberal? No vemos al Spauaz ni al Stuaz haciendo redes con sindicatos pares, no lo vemos fortaleciendo su presencia social, o incuso construyendo la unidad al interior de sus agremiados a través de información y el cultivo de múltiples formas organizativas. Las carteras son, dicen los universitarios, becas para once profesores. Es decir, los retos son grandes y las capacidades cortas. Las decisiones económicas son resultado de correlaciones políticas, y hasta ahora El Capital ha ganado la partida al Trabajo. Los sindicatos están en puras batallas defensivas, atrincherados, sin entender que es el mismo ogro quien los tiene en penurias.
La coyuntura concreta de la actual retención es especial porque se trata no sólo de prestaciones sino del propio salario. Algo sin precedentes. Ante este escenario, lo mínimo es activar a las bases de docentes y la unidad del gremio. Muchos representantes sindicales del Spauaz se ven activos, pero el comité parece pasmado o relajado. De las once carteras, si acaso tres funcionan. Y ya hasta se dificulta la conducción de reuniones. La esperanza está en los representantes y delegados sindicales. A esta hora esperábamos que tuvieran una campaña de información a los agremiados, posicionamiento del tema en los medios de comunicación, coordinación de solidaridad con sindicatos pares, y muchas otras acciones. Pero nada: apenas llevaron a cabo una reunión de delegados y sin concretar acuerdos decisivos. El problema de falta de recursos afecta a todo el sector educativo, no sólo a la UAZ, y sin embargo no aprovechan esa oportunidad para crear un frente de fuerza de varios sindicatos. No se ve que tengan estrategia y no atienden las propuestas estratégicas que se ofrecen por los agremiados. La sorprendente pasividad sindical es un factor que ahora mismo está pesando en el déficit de poder de defensa de los derechos laborales de los universitarios.
