El día de ayer tomé un taxi para ir a mi trabajo. Se trata de un trayecto de aproximadamente media hora. Durante todo ese tiempo el tema de conversación con Antonio – así se llamaba el conductor – fue la inseguridad. Me comentó que le fascinaba ver videos de asaltos y disparos – no lo hago por morbo, solamente para ver cómo es la cosa y prevenirme-. Me contó las malas experiencias que había sufrido manejando su taxi durante más de veinte años en la CDMX y como cada vez que el tránsito de la ciudad aumenta, se pone un poco nervioso pensando que en cualquier momento alguien le tocará el cristal para exigirle que baje la ventana.
Ya entrada la tarde, me sorprendí de la facilidad con la que había olvidado el tema. Como si la inseguridad fuera algo sin importancia. No es así. Las encuestas de crimen y calidad de gobierno realizadas por el Inegi, demuestran que la seguridad es algo que le preocupa a la mayoría de la población. Como Antonio, un gran segmento de la población vive con miedo a sufrir un delito. Sin embargo, antes de leer esta columna, difícilmente Usted pensó en calcular la probabilidad de sufrir un crimen el día de hoy ¿Por qué?
Se trata de un fenómeno definido como hedonic treadmill. Un proceso a través del cual los individuos adquieren el mismo nivel de bienestar a pesar de los factores negativos (o positivos) que han impactado su vida. Sin embargo, al momento de ser cuestionadas sobre su percepción de seguridad las personas hacen uso de su entorno inmediato para contestar. Es decir, en tan solo unos segundos, los entrevistados toman información de sucesos recientes, experiencias cercanas y probablemente predicciones futuras para responder una pregunta sumamente compleja ¿Qué tan seguro te sientes? Lo anterior puede hacer que la información esté sesgada por procesos que no tienen nada que ver con los métodos estadísticos. En ciudades como Londres se han desarrollado iniciativas para medir el miedo al delito de manera menos intrusiva y más “espontanea”. Todos los instrumentos presentan ventajas y desventajas.
En resumen, aproximarse a la percepción de inseguridad en un país es sumamente complejo. En México, el instrumento más confiable para hacerlo es la Encuesta Nacional de Seguridad Urbana (ENSU). La ENSU estima que el 71.9% de los mexicanos se siente inseguro. En el caso de Zacatecas, el porcentaje de personas que reportó sentirse inseguro durante septiembre 2016 fue de 74.7%. Los cambios a nivel estatal y nacional en percepción de seguridad no han sido drásticos. Desde que contamos con información al respecto nos podemos dar cuenta que en su mayoría los mexicanos nos hemos sentido inseguros por un largo tiempo. Esto es sumamente importante al menos por dos aspectos fundamentales.
Primero, el miedo al delito nos hace cambiar conductas para protegernos de la delincuencias. Al hacerlo nos vamos adaptando paulatinamente a vivir en un ambiente de inseguridad. Es decir, por un lado, la mayoría de los mexicanos nos sentimos inseguros cuando pensamos en el tema, pero simultáneamente la situación pasa desapercibida el resto del tiempo. Irónicamente la adaptación a la inseguridad nos puede volver más vulnerables a ser víctimas del delito al hacernos bajar la guardia y no adoptar las medidas preventivas necesarias. El segundo punto tiene que ver con la reacción que tenemos al ser víctimas. La percepción de inseguridad (junto con muchos otros factores) nos puede orillar a no denunciar generando un vacío de información que imposibilita la acción de las autoridades.
De acuerdo a expertos en el tema, existen factores como la incivilidad (ingerir alcohol en la calle, por ejemplo), la victimización repetida y la baja confianza en las autoridades que impactan la percepción de inseguridad. Esta información es especialmente importante para estados donde la incidencia delictiva es baja pero la percepción de inseguridad es alta. Uno de ellos es Zacatecas. Si sabemos cuáles factores impactan a la variable de percepción entonces podemos trabajar para que la ciudadanía se sienta más segura y mejore su calidad de vida. El nuevo plan estatal de desarrollo debería considerar acciones que estén directamente correlacionadas con la sensación de seguridad como la creación policías vecinales, sanciones serias a aquellos que realicen conductas inapropiadas y el rescate de espacios públicos.
Me pregunto qué pasaría si Antonio le contara su historia a un turista europeo. Probablemente saldría saltando del taxi en medio del camino. Si seguimos bajo esta misma tendencia el proceso de adaptación seguirá ocurriendo a tal grado que lo raro va a ser encontrar el caso de una persona que se sienta segura. En las manos de las autoridades está hacer que lo anormal no se convierta en lo normal.
