Conviene abrir la Ley Orgánica de la UAZ en estos momentos? Y sobre todo, a pesar de la participación de algunos universitarios detrás de la iniciativa, ¿conviene poner el antecedente de una reforma unilateral de dicha ley por parte del Poder Legislativo sin la propuesta previa de las instancias formales de la Universidad? Y máxime que se concentra la intervención de manera puntual sobre el proceso político de elección del rector.
Seguramente hay muchas cosas que modificar en la Ley Orgánica, sin embargo, la actual fue producto de un foro general de reforma universitaria, donde hubo una discusión no sólo de algunos aspectos de la elección de sus autoridades, sino de todo el modelo académico: el llamado modelo por áreas. El documento que los universitarios mandaron a la Legislatura de aquel entonces tuvo pocas modificaciones por parte de los legisladores, y esas pocas intervenciones fueron poco menos que errores; por ejemplo, en el modelo presentado había programas académicos que se inscribían a las llamadas Unidades Académicas, pero también directamente a las áreas. Lo cual daba posibilidad a la multi y transdisciplina. Pues bien, los legisladores eliminaron un enorme tiempo de debate epistemológico de los universitarios a cambio de una pretendida lógica administrativa donde hacían a los programas depender sólo de unidades sin poder tener la opción de relacionarse directamente con las áreas.
Pequeña modificación que terminó por echar por tierra mucho de las bondades del modelo. Con ello, ilustramos cómo los legisladores desde fuera hacen mejor omitiendo su intervención. Ahora, la intrusión directamente en un tema político en tiempos hiper-politizados, lo único que garantiza es el conflicto. Las propuestas que se hagan en ese tema, tendrán como misión filtrar la participación con ciertos criterios que eliminarían a ciertos contendientes. Y además con justificaciones por demás sofísticas: apariencia de validez y en realidad sin soportes en la realidad. Para mejorar las gestiones no es factor decisivo el doctorado del rector, sino la existencia de estructuras de planeación, un equipo efectivo y un rector con habilidades de gestión. Es decir, no se va a elegir a un investigador, sino a un administrador. Aprobar dicha reforma implica reducir considerablemente las posibilidades de escoger y se prefigura a un grupo selecto de universitarios entre los aspirantes. Esto es, se podría suponer que la propuesta lleva una clara intención de favorecer a ciertos actores. La reforma a la Ley Orgánica de la Máxima Casa de Estudios debe ser producto de un congreso de reforma que resuelva los problemas desde su fondo, avalado y legitimado por todos los universitarios. Por ello, es vital que cualquier propuesta de modificar la Ley Orgánica venga del Consejo Universitario y nunca de actores políticos por aparte. Si eso ocurre, entonces se abre el antecedente para las fuerzas que desean eliminar la vida democrática interna de la UAZ, con el muy viejo discurso del orden, y establecer la Junta de Gobierno. Éstas y otras posibilidades se abren: como caja de pandora.
