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jueves, 2 mayo, 2024
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Gaspar Aguilera Díaz: autor de una obra proverbial

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Por: RAFAEL CALDERÓN •

La Gualdra 550 / Literatura / Poesía

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La obra poética de Gaspar Aguilera Díaz[1] es amplia y definitoria, fue dueño de una práctica y estilo muy particular con los títulos publicados a lo largo de su carrera y tiene ganado un lugar en la poesía contemporánea. Con su muerte, dolorosa y a la vez difícil de superar, él cierra en la poesía de Michoacán un ciclo de larga y afortunada trayectoria, se consolida el registro de su nombre y terminamos por ubicar su presencia entre los poetas de su generación.

Los primeros poemas de su obra permiten ir a los años setenta del siglo XX. El primer título lleva por nombre Informe de labores, pero serán los siguientes los que encierran una escritura precisa, inteligente y emotiva que le permitieron alcanzar un estilo muy personal. Quizás el más definitorio sea el segundo: Pirénico, publicado en 1982. Su autor contaba 35 años. Podría decir que es visible el universo de su poética y contiene un punto de encuentro o partida y accede a la madurez literaria. A partir de este describe los temas que lo acompañarán en sus diversas exploraciones: el erotismo, el amor, los viajes y la música. Para entonces transitaba la mitad del camino de la vida, se percibe con entereza su emotiva capacidad con la escritura y desarrolla con juicios maduros todo ese bagaje de su personalidad en la poesía.

Gaspar fue también un excelente promotor cultural y estudió la carrera de derecho en en la Universidad Michoacana. En 1974 coincidió en Morelia con José Mendoza Lara y Fernando Ramírez Aguilar y fundó con ellos junto con Gustavo Chávez y Hugo Aguilera Díaz, el primer taller literario y la revista Pireni. A lo largo de su vida participó en muchísimos encuentros y festivales, destacando su presencia en el Primer Festival Internacional de Poesía Morelia 1981 convocado por Homero Aridjis; asimismo, participó en varias sesiones del Encuentro de Poetas del Mundo Latino que se realizó en Morelia durante una década; en el retorno efímero del encuentro a la ciudad, en el 2017, se le rindió un merecidísimo homenaje por sus 70 años.

Cuando muy joven llegó a vivir a Morelia; inicia en 1966 estudiando en el Colegio de San Nicolás y desde ahí se lanza al encuentro de la poesía; leerá a los autores que lo marcarán y organiza con la complicidad de José Mendoza Lara y con varios amigos -en diferentes fechas-, homenajes a escritores como José Revueltas, Octavio Paz, Jaime Sabines, Elena Poniatowska y José Emilio Pacheco, destaca asimismo a Juan Bañuelos y Marco Antonio Campos.

La poesía de Aguilera Díaz tiene la entereza para nombrar y explorar el erotismo, el sustrato del amor, la vida cotidiana, las circunstancias mismas del viaje; goza y hace gozable el lenguaje con un estilo conversacional y coloquial, preciso y musical; la libertad es parte de esa entonación que entraña una poesía profundamente humana por la íntima metáfora de sus versos.

Por un título como Los ritos del obseso –antología ampliamente difundida–confirma la huella madura y sobresale el destacado lector, sobre todo, por los autores que son parte de su presencia recurrente, de la amistad y el diálogo, como sucede con José Emilio Pacheco; con autores mexicanos por coincidencias en temas como el amor y el erotismo como Sabines y Paz; destacando su admiración infinita al cronopio de ese universo literario: Julio Cortázar.

Aguilera Díaz se ganó el aprecio de distintas generaciones entre poetas y lectores por su personalidad jovial y amigable como ejemplo de la amistad sincera y entrañable; su nombre perdurará en el imaginario de sus amigos y de la poesía. La amistad fue parte esencial de su diálogo; de ahí que ahora quiera sintetizar su presencia, a la manera de Octavio Paz, para afirmar que su poesía es “júbilo… en renovada gracia”.

Su obra es determinante, sí, en ella se reconoce la madurez de su voz y se puede percibir dónde y cómo evoluciona su lugar en una generación tan diversa, integrada por aquellos poetas que nacieron en varias partes del país pero que en su mayoría terminan situándose en la Ciudad de México, salvo casos específicos que se quedaron en provincia, como Aguilera Díaz en Morelia; desde esta escribe, dinamita el lenguaje, explora con el verso el cuerpo maravilloso de la mujer, canta en sendos versos a la amada y escrudiña el alma de la pasión humana, se declara dueño de la voz de múltiples colores y sitúa cantos a la sonoridad del erotismo y lo amoroso; todo sucede como un cúmulo de giros y sucede sin repetirse, sin quedarse inmóvil, reinventa sus metáforas.

En cuatro décadas publicó en el género de la poesía: Informe de labores; Pirénico; Zona de derrumbes; Los ritos del obseso; Tu piel vuelve a mi boca; Diario de Praga; Los últimos poemas de Dante y, Presencia del naufragio. Las Antologías de sus poemas: La ciudad y sus fantasmas; Los ritos del obseso. Poesía, 1985-1998; Paisaje a medio cuerpo; El malecón y sus presagios. Y Antologías compilatorias de poesía cubana, michoacana y de poesía erótica: Un grupo avanza silencioso. Antología de poetas cubanos; Continuación del canto. Muestra de poesía michoacana y Breve antología de poesía erótica. Asimismo, las recopilaciones de artículos de periodismo y ensayo literario: Homenaje a José Emilio Pacheco. A veinte años de Morirás lejos (coautor); El prima de Carlos Pellicer (coautor); Imágenes del viaje (de la ciudad, la literatura y la música); Plenitud y fugacidad del encuentro amoroso en la poesía de Octavio Paz; Imago mundi. Ensayos sobre literatura latinoamericana; Julio Cortázar. El lenguaje lúdico y la imaginación crítica; de Relato: Noviembre y pájaros.

En cuatro décadas de escritura publicó 27 libros. Terminaré citando a José Emilio Pacheco: “…tu poesía es de aquí y de ahora./ Escribes por nosotros,/ para nosotros” y “dices lo que quisiéramos decir./ Sentimos nuestros/ tus edenes y tus infiernos”.

 

Carta de Julio Cortázar a Gaspar Aguilera

De Julio Cortázar

París, 9 de octubre de 1981

Querido Gaspar:

Lástima que nos desencontramos. Anoche volvimos a París y encontramos tu hermoso regalo. Esa alegría me hizo sentir doblemente la pena de no haber podido vernos aquí, pero confío en que lo haremos el año próximo en México (iremos en julio/agosto).

Me alegra además que el viaje por Europa haya sido positivo, como lo es siempre para la gente sensible y permeable a todas las maravillas que hay por este lado del planeta. Por mi parte he pasado unas vacaciones bastante terribles, porque una hemorragia gástrica estuvo a punto de liquidarme en el sur de Francia, y sólo la abnegación y el talento de los médicos del hospital de Aix-en-Provence me sacaron de una situación más que crítica. Estoy bien, pero todavía débil, y deberé cuidarme bastante en los meses que vienen.

Gracias otra vez por el bello regalo, y hasta que nos veamos, con un abrazo de tu siempre amigo

                                                                Julio.

 

* Carta reproducida en Pirénico, nueva edición, por la Universidad Michoacana, junto con la carta presentación de Marco Antonio Campos y Lucía Rivadeneyra; edición especial preparada por Rafael Calderón y Sergio J. Monreal.

 

https://issuu.com/lajornadazacatecas.com.mx/docs/lagualdra550

 

[1]Texto leído por su autor en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes en el Homenaje a Gaspar Aguilera Díaz en la Ciudad de México el domingo 23 de octubre del 2022.

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