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jueves, 2 mayo, 2024
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Mujeres periodistas han cimbrado por igual a la sociedad y la clase política: Lilia Pérez

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Por: ALMA RÍOS •

■ Pusieron en la agenda pública muchos de los grandes temas del México actual, señaló

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■ Fue la primera comunicadora en revelar el tráfico de influencias de los hijos de Marta Sahagún

La trata de personas, cuyas víctimas son especialmente mujeres y niños, las redes de pornografía infantil, y la pederastia que se ha ocultado en las sacristías tras mantos púrpura y aún por el Vaticano, así como los casos de corrupción en sus modalidades de tráfico de influencias, conflicto de intereses, gastos excesivos y desviación de recursos o los vínculos entre el poder político y el narcotráfico y sus consecuencias: la migración, incluida la infantil, y la desaparición y asesinato de miles de mexicanos, han sido, entre otros temas que no terminan de agotarse, parte de la aguda problemática del país que se ha propuesto exhibir una generación de periodistas mexicanas.

Lejanas en el tiempo pero no en la intención, se liga a estas que son consideradas a la par periodistas, defensoras de derechos humanos y aún activistas, con la primera en la historia en el país, Leona Vicario.

La mujer nacida un 10 de abril de 1789, año de cismas mundiales, participó de la lucha independentista, entre otras formas, escribiendo para El Ilustrador Americano, El Semanario Patriótico Americano y El Federalista Mexicano, con la función incluso, de corresponsal de guerra.

En la coyuntura especialmente difícil que vive México, Carmen Aristegui, Sanjuana Martínez, Anabel Hernández, Lydia Cacho, Ana Lilia Pérez y Marcela Turati, son algunos de los nombres que se integran a la vanguardia del periodismo en México con trabajos que han logrado cimbrar por igual a la sociedad y la clase política mediante investigaciones que ya trascienden el territorio nacional y se inscriben en las redes globales de los poderes fácticos.

En el contexto de la conmemoración por el Día Internacional de la Mujer, una fecha para la memoria que surgió de una serie de intentos por visibilizarla en su participación pública, entre ella la laboral, La Jornada Zacatecas conversó con la periodista de investigación Ana Lilia Pérez acerca del periodismo que están realizando las mujeres en el país y su propia participación en este concierto.

Las periodistas mexicanas dijo, viven una etapa importante, pues son quienes han puesto en la agenda pública muchos de los grandes temas del México de los años recientes, haciéndose respetar a base no sólo de mucho esfuerzo y trabajo sino venciendo los estigmas de que sólo podían cubrir fuentes de información que no implicaran riesgo o se han considerado exclusivas para varones.

Para realizar los trabajos periodísticos que han desembocado en una serie de artículos de fondo y libros, entre estos últimos Camisas azules, manos negras: el saqueo de Pemex desde Los Pinos (2010), El cartel negro (Grijalbo, 2011) y recientemente y que presentó en Zacatecas, Mares de cocaína (Grijalbo, 2014), el que se considera su trabajo más ambicioso, Ana Lilia Pérez también ha debido lidiar “con esa idea de que como eres una periodista mujer (…) suponen que puedes dejarte intimidar más fácilmente”.

Contra esta presunción, la ganadora del Premio Nacional de Periodismo que otorga el Club de Periodistas de México en 2008, 2009 y 2010, fue la primera en revelar los contratos con Pemex del ex secretario de Gobernación Juan Camilo Mouriño, firmados cuando el personaje fungía a la vez como funcionario de la Secretaría de Energía (SE).

El hecho significó la exhibición del primer escándalo de corrupción del gobierno del panista Felipe Calderón Hinojosa.

Pérez Mendoza fue también la primera periodista en revelar el tráfico de influencias que mediante los hijos de Marta Sahagún significaron beneficios para algunas empresas en sus contratos con Petróleos Mexicanos, mismas que “pagaban a la familia del Presidente algunas comisiones”.

Asimismo, encabezó las investigaciones de Oceanografía, la empresa contratista de Pemex envuelta en numerosos fraudes y actos de corrupción.

“Fui la primer periodista que investigó toda la red de negocios ilegales que hacían en Pemex políticos y empresarios muy cercanos a Felipe Calderón”.

Su libro Camisas azules, manos negras, expone, significó un fuerte impacto en la vida política del país.

En El cartel negro, habló por primera ocasión de la operación de los carteles de la droga en el robo de combustible a la hasta hace poco empresa energética paraestatal, “y que ahora el gobierno está reconociendo que es un problema real y que los criminales han vencido a Petróleos Mexicanos”.

Cuando Ana Lilia Pérez realizaba esta investigación la respuesta oficial rezaba que “no existía tal robo, y bueno, los trabajos periodísticos que he hecho han sido referencia para medios nacionales y medios a nivel internacional”.

Ante el prejuicio de que las mujeres son poco solidarias entre sí, la periodista afirma no sólo tener buena amistad con Carmen Aristegui, Lydia Cacho, Sanjuana Martínez y Anabel Hernández, sino haber contado con su apoyo.

Aristegui comenta, prologó su libro El cartel negro y lo presentó en la FIL de Guadalajara, así como su más reciente obra, Mares de cocaína.

“Creo que hay mucho respeto entre nosotras y mucho cariño y la parte de la solidaridad yo he tenido la fortuna de recibirla de muchos colegas, lo mismo mujeres que varones. Y creo que yo estoy agradecida de eso, yo estoy agradecida con mi gremio”.

La aportación del periodismo femenino al periodismo mexicano señala quien fuera galardonada con el Premio Leipziger Medienpreis el año 2012 en Alemania, es “mucha dedicación, una entrega total para la profesión, creo que se le imprime mucho la parte humana”.

Otros aspectos que inciden desde la visión femenina en el quehacer periodístico dijo, es la honestidad.

Las mujeres ejercen este trabajo profesional con la misma dedicación que el doméstico. “Tenemos ese nivel de responsabilidad muy desarrollado, lo aplicas en todo lo que estás haciendo así te tengas que multiplicar muchas veces en un mismo día”.

Sobre su exilio en 2012 debido a amenazas recibidas desde el gobierno, y su regreso, apenas hace alrededor de un mes para presentar su más reciente publicación, dijo, es un tema doloroso y complicado.

Estuvo, agregó, en la misma situación de otros periodistas, estos de Medio Oriente, de países en guerra, de dictaduras.

“Y yo era la única mexicana que estaba en esa situación en Europa, porque sé que en Estados Unidos están bajo este sistema (otros)”.

Poniéndolo en una inevitable balanza, dice, “vivir en el exilio, que te arranquen de tu tierra es muchas veces tan doloroso como aprender a vivir con miedo o con riesgo…y el riesgo lo vivimos los mexicanos todo el tiempo independientemente de la profesión a la que nos dediquemos”.

En esta vuelta a casa comenta que no sabe a qué se enfrentará el día de mañana, “pero yo he decidido vivir cada día como si fuera el último”.

En breve mensaje a las mujeres en este contexto de conmemoración, Ana Lilia Pérez Mendoza quiso enviar “un abrazo para todas mis colegas y para todas las mujeres de mi país”.

“Yo tengo la fortuna de conocer y de estar cerca de mujeres admirables, de mujeres ejemplares. Independientemente de a lo que se dedique cada una, la mujer mexicana es una mujer responsable, entregada a lo que le gusta, a su familia y esas son cualidades que todas debemos celebrarnos”.

Acerca de la participación de las periodistas en esta etapa de México, expuso, “creo que hará historia dentro del periodismo mexicano, pues muchas mujeres han aportado mucho no sólo al oficio, al país, sino a dar un giro a la agenda mediática y eso es un honor”.

Según informó el diario La Jornada el día de ayer en nota de Fernando Camacho Servín, en los últimos cuatro años han sido asesinadas 32 mujeres activistas y periodistas mexicanas, indicó la Red Nacional de Defensoras de Derechos Humanos, que destaca, “el nivel de riesgo y vulnerabilidad es todavía mayor para las mujeres que se dedican a esta actividad”.

Los crímenes que significaron más de 300 en 2014, y que implicaron que en ese año la cantidad fuera cercana a la suma de los tres anteriores, no son investigados y en el caso de las amenazas se realizan no sólo a la víctima directa sino ponen énfasis al daño que puede causarse a hijos e hijas o implican el hostigamiento de carácter sexual, a diferencia de las que se ejercen contra los varones, expone.

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