15.8 C
Zacatecas
jueves, 2 mayo, 2024
spot_img

Lo que no debe faltar en la Ley General sobre Desaparición Forzada y Desaparición por Particulares (tercera parte)

Más Leídas

- Publicidad -

Por: RICARDO BERMEO •

A pesar de que puedan existir buenas prácticas -y las mejores intenciones- entre diversos sectores estatales, y actores de la sociedad civil, por ejemplo los vinculados con los progresos del “bloque de constitucionalidad” en torno a los derechos humanos –DH-, adoptados por parte de México.

- Publicidad -

La situación que vivimos se puede caracterizar, por el lado estatal, como una simulación, cuyo núcleo, para utilizar una metáfora, nos remite al extraño caso del Dr. Jekyll y Mister Hyde (…uno, el Estado de Derecho, y el otro, esa “segunda realidad” operada por un “segundo estado” que vive y protege los flujos de la economía ilegal, incluyendo la corrupción e impunidad generalizada). Mientras que, por el otro lado, nos encontramos formando parte de una creciente proporción de la población agraviada, –víctima- de la violencia, que a pesar de los intentos para organizarnos y despertar del letargo, terminamos atrapados dentro de esos mismos juegos de simulación, gracias a un conjunto de formas de organización que siguen siendo funcionales, al uso sistémico de los DH, a escala global, y local.

El panorama es tan disonante, recuerda la teoría sobre la esquizofrenia, de la Escuela de Palo Alto en California, cuya tesis, era que el tipo de comunicación que llamaron de “doble vinculo” (por ejemplo, una orden del tipo… ¡hazlo ya!, y al mismo tiempo… con otros lenguajes… ¡nunca lo hagas!), terminaba produciendo trastornos esquizofrénicos. La simulación estatal, auténtica “confluencia perversa”, entre Dr. Jekyll y Mister Hyde, utiliza esa comunicación. El problema es cuando somos también parte de ese juego mortífero -y suicida-, incluso si participamos diferenciándonos y criticándolo, podemos ser simplemente funcionales a tales dinámicas.

Vemos diariamente las fallas de un “Estado de Derecho”, que no sólo no garantiza la seguridad al conjunto de la sociedad, sino que, principalmente, apuntala, mediante su acción directa o indirecta y/o por omisión, una endémica criminalidad institucionalizada, convirtiéndose así en uno de los principales responsables de la actual “crisis de derechos humanos”.

Pero, también, ¿qué quiere decir “crisis de derechos humanos”? y ¿cómo elucidarlo?, ¿de qué tipo de crisis se trata, y cuál es el sentido que damos a los derechos humanos? Cuando como sabemos hay un uso refinadamente perverso de políticas que, en nombre de una visión sistémicamente funcional de los “derechos humanos”, sirven para legitimar nuevas formas de control y dominación, santificando un “status quo” aberrante: “Estado desaparecedor”, “narcoestado”, “totalitarismo al revés”, son algunas de los términos, con mayor o menor capacidad de adherencia a lo real, que intentan dar cuenta de ello.

En este sentido, es muy importante la acerada y punzante crítica de Javier Sicilia, en la revista Proceso (No. 2030), titulada “La impotencia de los derechos humanos”, donde de jure y de facto, impugna este elemento central del imaginario dominante actual. Después de una breve introducción, que deja preguntas abiertas, Sicilia se plantea la pregunta sobre las razones por las cuales cuanto mayor es la conciencia de los derechos humanos, como sucede actualmente -también en México-, han crecido, al mismo tiempo –exponencialmente-, la violación brutal y sistemática de esos mismos derechos.

Su respuesta es tan polémica como contundente: se ha formado un complejo entramado entre las organizaciones defensoras de los derechos humanos, y sus fuentes de financiamiento, los grandes capitales, los Estados (y organismos internacionales). Que paradójicamente, terminan cumpliendo una función contraria a la que su ideología humanitaria y progresista proclama, convirtiéndose de hecho y de derecho en vectores de una “profunda despolitización”, incluyendo en ello al fundamentalismo populista de una izquierda que viene a perturbar por poco tiempo las simulaciones del Estado y las organizaciones sociales. Sicilia plantea como alternativa, “colocar en el centro de la vida social a las personas y sus vidas comunes mediante un nuevo pacto social y económico”, con un referente: la democracia y el modo de organización social de los zapatistas.

Es un debate amplio y complejo. C. Castoriadis, en “Una sociedad a la deriva” plantea lo siguiente… “en mi opinión una de las principales consignas políticas debe ser “no hay ejecución de decisiones sin participación en la toma de decisiones” no es lo que ocurre. La supuesta representación es una comedia, los representantes no representan al pueblo sino a una oligarquía, por lo tanto la cuestión de los derechos humanos debe volver a pensarse”.

Es evidente que ni la Ley de Victimas, ni la Ley de desapariciones forzadas cambiarían por si solas, nuestra esquizofrénica condición -socialmente considerada-, mientras no destruyamos ese tipo de comunicación de doble vínculo (la neolengua orwelliana),  donde tanto el Estado, como el mercado y la propia sociedad civil, somos co-responsables, si bien de muy distinta manera.

Las tareas políticas pasan por elucidar estos y otros puntos: abramos la invitación a continuar el debate. ■

 

https://www.facebook.com/coordinadora

zacatecana.caravananacional

- Publicidad -

Noticias Recomendadas

Últimas Noticias

- Publicidad -
- Publicidad -