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jueves, 25 abril, 2024

La reforma vacía

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Por: ALBERTO VÉLEZ RODRÍGUEZ • ROLANDO ALVARADO FLORES •

Durante diciembre de 2018 el Dr. Antonio Guzmán Fernández, a la sazón rector de la Universidad Autónoma de Zacatecas (UAZ), anunciaba el comienzo de una reforma universitaria para el año de 2019, porque en 2018 fueron socializados los objetivos, los fines, se hicieron foros y reuniones, hubo información hacia la comunidad de universitarios. (“Entrará en función Reforma Universitaria en la UAZ” NTR, 4/dic/2018).

No fue el primer anuncio de una transformación de gran calado en la universidad, no sería el último. Ya desde abril de 2018 se presentó la agenda de trabajo de la segunda etapa del Foro de Reforma en el Teatro Calderón. Se hizo saber de la intención de establecer, desde el Consejo Universitario, un “Consejo Académico de expertos” para que elaboren un diagnóstico de la situación de la institución educativa. (“En el Foro de Reforma se analizará la solución al problema económico de la UAZ” IMAGEN, 21/abril/2018). ¿Qué resultó de aquel inició? Un decálogo de buenos consejos Resulta importante que, de nuevo, se presente el “fantasma” de la reforma en la universidad. Una vez más en el Teatro Calderón, el 20 de octubre de 2021, en otra sesión del Consejo Universitario, y con autoridades federales de la SEP, se alude a una “ruta crítica” para el proceso de reforma. Ya hay “Consejo Académico” de expertos, tal vez el prometido en 2018, tal vez otro. Y se avanzará hacia la multi-, inter-, y trans- disciplina, así como hacia la construcción, o refundación, de una universidad que sea “agente de desarrollo y transformación”. De acuerdo a esa “ruta crítica”, la transformación comienza con un preforo durante 2021-2022 una fase resolutiva en los meses de noviembre y diciembre de 2022 y continua con la fase de “consolidación institucional” a partir de 2023 y “hasta la eternidad” (palabras literales del presentador de la ruta crítica) No se nota mucha imaginación organizativa: son tres fases al igual que en reformas previas. Aquello que se critica, la universidad, se considera como se concebía en los 1970: magistrocentrismo, enseñanza tradicional, ausencia de centralidad del alumno.

Se usan, a veces y en distintos espacios de discusión, algunos términos, categorías de teorías educativas, de moda (constructivismo, enfoque de competencias, o cualquier otra cosa), pero son “humo”, fantasías. No está ausente tampoco, en el discurso, la deseada democracia. Ahora sí, porque al parecer antes no, se construirá una auténtica. La de hoy y ayer era, por ende, falsa. Algo inquieta, sin embargo. Para nadie es un secreto que las sucesivas reformas de la UAZ son preludios a la elección de un rector. Sólo importa reformar la distribución de los recursos entre los diferentes grupos universitarios.

Aquellas grandes transformaciones de los 1980 inauguraron la “pluralidad”. Con todo y manifiesto a posteriori: un libro coordinado por Manuel Martínez Delgado en el que los hoy dirigentes de la comisión se quejaban de haber sido excluidos y los vencedores en la elección elevaban loas al nuevo método de repartirse la rectoría: cada grupo que participase tendría un “espacio” de acuerdo al número de votos logrado. ¿Funcionó? Al parecer no, la reforma de 1998-1999 disolvió aquella genialidad: ese reparto provocó “parálisis institucional”. Es decir, los universitarios no pueden ser plurales porque no saben negociar, dialogar y acordar. Así pues, mejor el que gana la rectoría se lleva todo. Incluso se consideró que los “responsables de programa”, elegibles por su comunidad según resolutivo del Congreso Universitario de 1999, no debían ser electos sino designados por los directores porque de otro modo habría “ingobernabilidad”.

De nuevo, la incapacidad de negociar surge y vicia los procesos de transformación. ¿Se perfilan algo así en el nuevo proyecto de reforma? Sí, y no es pesimismo. Se dice que. “La ruta perfilada consiste en crear paulatinamente bajo la premisa: convencer, sin imponer ni confrontar, las condiciones idóneas para que, desde el seno mismo de la institución, emerja y florezca la nueva universidad”, pero no es así como lo demuestran los denominados “dos pilares”. ¿En qué consisten esos dos pilares? El primero es un proyecto “colectivo e interdisciplinario” de investigación e incidencia orientado a transformar Zacatecas. Supuestamente ahí converge “toda la universidad”. ¿Cómo lo saben? ¿cuándo y dónde se discutió eso? Por ser definido como “pilar” se entiende que no se puede descartar. ¿Está pues ya decidido que eso es lo único pensable para la universidad? En fin, no se nota la capacidad de convencer. Ahora el segundo pilar. Consiste en promover iniciativas surgidas de entre los universitarios que “apunten en dirección del proceso de autotransformación” previsto por las autoridades. Si ya está determinado, por un comité, lo que debe ser ese proceso de transformación, entonces esas “iniciativas surgidas” de entre los universitarios serán seleccionadas de acuerdo a criterios impuestos, no discutidos. Por supuesto que la nueva Unidad piloto es una entidad burocrática, creada desde la imposición, no desde el convencimiento. A esto le podemos denominar la “reforma vacía” porque consiste en concebir la universidad como algo vacío, donde se pueden imponer contenidos determinados desde instancias de poder burocrático. Se dejan de lado las diversas comunidades, se desprecian e ignoran sus ideas y necesidades para favorecer puntos de vista unilaterales. Por supuesto, así surgen estas reformas: desde arriba.

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