Probablemente la mayoría de las personas estemos convencidas de que vivimos en un país completamente democrático, donde los derechos de asociación, participación, elección, entre otros, están 100% garantizados; quizá haya algo de razón en eso, sin embargo, no quiere decir que, en efecto, vivamos en un país con una democracia perfecta. Robert Dahl, dice que no hay sistemas democráticos perfectos, que lo que hay son sistemas que pretenden alcanzar la democracia, pero, que este concepto es utópico, pues, la democracia siempre puede ser mejorable. En ese sentido, todas las reformas electorales, los procesos políticos y los movimientos sociales que han ocurrido en nuestro país, no han sido suficientes para alcanzar una democracia perfecta, pero, sí han contribuido a mejorar en cada momento los sistemas político, electoral y la democracia. La propuesta de Reforma Electoral del Presidente Andrés Manuel, va en el mismo sentido, trata de mejorar lo ya existente, de avanzar en lo que no hay, de mejorar lo que actualmente entendemos por democracia y representatividad.
Hoy en día podemos decir que en México hay elecciones libres, hay tolerancia y garantías para la oposición política, hay un órgano que se encarga de organizar las elecciones y hay tribunales que resuelven las controversias que existen en materia electoral. Sin duda, hay mucho que mejorar de todo lo anteriormente mencionado, aunque hay que recordar, que no siempre hubo tales garantías y derechos. Nuestro país ha atravesado por distintas reformas y cambios electorales y para comprender mejor la actual propuesta de Reforma Electoral debemos recordar un poco sobre el proceso de democratización o liberalización por el que ha pasado nuestro sistema electoral y democrático.
Hubo 2 principales motivos que provocaron el movimiento de revolución de 1910, uno de ellos fue la demanda del reparto de tierras y la otra fue la demanda de un cambio de gobierno que terminara con el gobierno autoritario de Porfirio Díaz. Al “triunfo” de la revolución, vino un ajuste político y de gobierno que se encargaría de cumplir con las grandes demandas revolucionarias; bajo esa bandera, se conformó una clase política y gobernante postrevolucionaria que lejos de garantizar procesos democráticos reales, lograron un control total del electorado y del gobierno, dando paso a un sistema de gobierno-partido hegemónico y autoritario.
El partido que se perpetuó en el poder a costa de las causas revolucionarias, fue el PRI, desde luego que no tuvo ese nombre desde el principio, primero fue el Partido Nacional Revolucionario (1929), luego pasó a ser el Partido de la Revolución Mexicana (1938) y finalmente pasó a llamarse el Partido Revolucionario Institucional (1946). Dicho partido logró encumbrarse en el gobierno por décadas, controlaba el sistema en su totalidad, tenía un control absoluto del parlamento, manejaba a su antojo el sistema electoral, decidía sobre los gobernadores en los Estados, controlaba a la oposición, en fin, logró tener un control total de todo el sistema gubernamental y de la sociedad. Cabe mencionar, que la ley en ese entonces, no prohibía la oposición política, sin embargo, en los hechos, no había mucha libertad política en nuestro país, todo estaba controlado.
Ningún sistema autoritario es para siempre y la forma en que el PRI se estaba perpetuando en el poder, empezó a manifestar rechazo entre algunos sectores de la sociedad y de la propia política, por lo que el partido-gobierno, necesitada válvulas de escape, es decir, necesitaba dar algunas libertades para dar la impresión de que el sistema estaba liberalizándose.
Es pertinente comentar que un proceso de liberalización es cuando un régimen autoritario, da ciertas garantías o libertades civiles y políticas a la población y a la oposición, pero de forma controlada, sin que se ponga en riesgo el régimen. Sirve para dar un respiro al autoritarismo y evitar confrontaciones o manifestaciones violentas. Fue de esa forma en que se dan ciertas libertades en nuestro país que se tradujeron en reformas electorales a partir de 1970; a partir de ahí, la oposición de ese entonces logra conquistar algunas regiones y por lo tanto comenzó a tener representación en el parlamento, aunque fuera mínima.
El proceso de liberalización en nuestro país, dio paso a importantes reformas electorales que fueron transformando el sistema electoral hasta tener el que hoy en día tenemos; nuestro sistema experimentó las reformas electorales de 1970, 1973, 1977, 1986, 1988, 1993, 1996, 2007 y 2014 de las cuales en próximas ediciones, hablaremos en lo particular, por lo pronto, podemos decir que todas y cada una de ellas contribuyeron en su época, a mejorar el concepto de democracia existente, dando paso a nuevos partidos, mejor distribución de los curules del Congreso de la Unión, etc.
La actual propuesta de Reforma Electoral de la 4T debe entenderse en el mismo sentido que las demás, se trata de mejorar nuestro sistema electoral actual, de darle mayor importancia a las decisiones de electorado y de avanzar para alcanzar esa utopía llamada democracia.
