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jueves, 2 mayo, 2024
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■ Las jornadas culturales arrancaron el 30 de diciembre y continuaron el último día del año

El Ejército Zapatista de Liberación Nacional celebra 30 años de insurgencia en Chiapas

■ Los zapatistas resumen con bailes parte de su vida pública al interior de sus comunidades

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Por: GLORIA MUÑOZ RAMÍREZ •

OCOSINGO, CHIAPAS. Con un festejo multitudinario y multigeneracional arrancó la conmemoración por el 30 aniversario del alzamiento armado del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), al que llegaron miles de bases de apoyo de todas las regiones bajo su influencia, además de personas, colectivos y organizaciones de México y una veintena de países, principalmente de Europa.

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Las jornadas culturales arrancaron el 30 de diciembre y continuaron por la mañana y tarde del último día del año en el Caracol “Resistencia y Rebeldía: Un Nuevo Horizonte”, inaugurado hace 3 años en el poblado de Dolores Hidalgo, Ocosingo, uno de los siete municipios en los que hizo presencia el EZLN la madrugada del primero de enero de 1994.

Gigantescas y coloridas mantas anuncian a los visitantes su llegada a la tierra en rebeldía. “¡Despierten! dormilones y dormilonas. Ya está cerca. Sólo quedan 5 kilómetros para llegar al Caracol Dolores Hidalgo”. “Despierta manito, manita, listo con tu pasaporte, credencial, CURP y cuenta bancaria. Nos falta un kilómetro para llegar”. Y luego, ya a punto: “A qué viniste? ¿Le entras o no le entras?”.

El mensaje de bienvenida a la entrada del Caracol refiere el tema de la celebración adelantado en el último de una veintena de recientes comunicados zapatistas: “Tierra común. Tierra de nadie”, en el que se anunció que la base material de la nueva etapa del zapatismo será la “no propiedad” de la tierra, es decir, el establecimiento de extensiones de tierra recuperada “como del común” en las que no existan comisariados, ni agentes, ni empresas, ni autoridades ejidales, ni estatales.

Una colina de montañas rodea el Caracol al que llegaron quienes defienden el agua de la región de Los Volcanes, en Puebla; mayas que se oponen al tren recién inaugurado en la Península de Yucatán; purépechas de Cherán; otomís residentes en la Ciudad de México, entre otros pueblos del Congreso Nacional Indígena que comparten el espacio con sindicalistas franceses y españoles, decenas de activistas alemanas, representantes de Grecia, Bélgica, Finlandia y diversos países de América Latina.

La fiesta es alegre y lucidora y tiene como principales protagonistas a cientos de niños, niñas y jóvenes de adentro y de afuera. El músculo anfitrión está compuesto por más de cuatro generaciones, pero son quienes nacieron después del levantamiento quienes tienen a su cargo las obras de teatro, bailes y números musicales con los que recrean las tres décadas de historia de su autonomía.

Los zapatistas resumen con bailes parte de su vida pública al interior de sus comunidades. Los primeros 10 años de autonomía, del alzamiento al nacimiento de las Juntas de Buen Gobiernos, en 2003. Los siguientes 10 años, hasta el 2013, que fueron de aprender la importancia del relevo generacional. Y del 2013 a la fecha “fue de constatar, criticar y autocriticar errores de funcionamiento, de administración y de ética”. Pero más allá de las etapas, el zapatismo llega vivo, joven, empecinado en no caminar solo.

Al finalizar la jornada de hoy, justo a las cero horas, los zapatistas ofrecerán el discurso oficial del 30 aniversario de lo que han llamado “el levantamiento armado contra el olvido, contra la muerte y la destrucción”.

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