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viernes, 26 abril, 2024
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Los socialistas franceses pagan caro sus políticas neoliberales

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Por: RAYMUNDO CÁRDENAS HERNÁNDEZ •

Los resultados de la primera vuelta en la elección del presidente de la república francesa han dejado a las izquierdas de ese país fuera de la competencia, y abierto la puerta para participar en la elección definitiva a la candidata del Frente Nacional, Marine Le Pen, y al independiente neoliberal Emmanuel Macron. Un resultado secundario que me parece importante destacar es la irrupción en el escenario político francés de una nueva fuerza de izquierda claramente anti neoliberal, que tiende a llenar el espacio dejado por los socialdemócratas al desplazarse al terreno del neoliberalismo, fenómeno que ya se ha presentado en Grecia, Portugal y España y estamos presenciando en México con el crecimiento de Morena a costa del PRD.

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Aunque todos la esperaban, dado el repudio generalizado al presidente Hollande por su política neoliberal, la debacle sufrida ayer por el Partido Socialista es un resultado muy cruel para sus seguidores más fieles. El socialismo francés obtuvo este domingo su peor resultado desde 1969, al obtener únicamente el 6% de los votos en la primera vuelta.  Con ese resultado el Partido Socialista y sus aliados quedan eliminados de la competencia, como también sucedió en 2002. La debacle fue la consecuencia natural de una campaña muy difícil para el candidato socialista, Benoit Hamon, perjudicado por la falta de apoyo de los dirigentes de su partido y del propio presidente Hollande y por una serie de errores tácticos que provocaron que su máquina electoral nunca terminara de arrancar. A fines del año pasado muy pocos analistas otorgaban alguna posibilidad de que el diputado y exministro de 49 años, superara en las primarias socialistas al ex primer ministro Manuel Valls, en cuyo gabinete participó como ministro de Educación durante cuatro meses, cargo que abandonó en 2014 por sus desacuerdos respecto a la política económica aplicada por el presidente Hollande. Desde ese momento, Hamon se convirtió en uno de los dirigentes de los llamados diputados rebeldes que desconocieron la línea oficial de recortes presupuestales a los programas sociales enfrentando públicamente al gobierno de Valls y Hollande al final de su mandato. De manera que pocos se sorprendieron de que, al iniciar las campañas, Valls le haya negado el apoyo prometido públicamente durante las primarias y anunciado que votaría por Emmanuel Macron, y de que los jefes del partido le dieran la espalda o, en el mejor de los casos, le brindaran un apoyo formal. El mismísimo presidente Hollande nunca expresó por quién votaría, aunque su preferencia por Macron no era un misterio para nadie. En esas condiciones de poco le sirvió el apoyo de intelectuales de primer nivel, como el economista Thomas Piketty o la filósofa Sandra Laugier.

Así las cosas, el electorado socialista no dejó de emigrar en dos direcciones: hacia el voto útil en favor del neoliberal Macron y los llamados a cambiar de rumbo de Jean-Luc Mélenchon. Ayer mismo, el candidato derrotado calificó el resultado como una sanción histórica y una derrota moral, y ha llamado a votar por Emmanuel Macron frente a Marine Le Pen, a quien ha calificado de “adversaria de la República”.  Es evidente que la reconstrucción del partido socialista resulta un reto que parece imposible de vencer dado el desprestigio acumulado por sus dirigentes y aunque Hamon aspira a jugar un papel protagonista, su mal resultado en esta primera vuelta le dificultará considerablemente la tarea.

Por otra parte, aunque no logró su propósito de pasar a la segunda vuelta, el insumiso Jean-Luc Mélenchon ha superado el 19% de los votos y casi igualado el resultado de François Fillon, pese a la división del voto progresista entre tres candidatos distintos y el éxodo de millones de votos obreros hacia el Frente Nacional, desencantados por la traición de Hollande. El aspirante de la izquierda anti neoliberal ha triplicado el resultado del hasta ahora hegemónico Partido Socialista y prácticamente igualado los resultados históricos del comunismo francés antes del derrumbe de la URSS. El motor de su campaña fue su capacidad para generar la esperanza entre los jóvenes y clases populares, de renovar radicalmente la clase política francesa, de promover un cambio de política económica, así como de rostros y de métodos. El candidato insumiso denunció insistentemente la “monarquía republicana” y propuso convocar a una asamblea constituyente para sustituir el régimen vigente hace más de medio siglo desde los tiempos del general De Gaulle. “Seré el último presidente de La Quinta República”, prometió el candidato, apoyado en la recta final por Pablo Iglesias dirigente de Podemos de España, y por el senador norteamericano Bernie Sanders. El resultado que obtuvo este domingo empuja al Partido Socialista un poco más hacia el abismo y termina de consagrar a este magnífico orador como una personalidad central en la vida política francesa. ■

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