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viernes, 26 abril, 2024
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Esperanzas de un resurgimiento del sindicalismo en el mundo

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Por: RAYMUNDO CÁRDENAS HERNÁNDEZ •

A diferencia de lo que ocurre en nuestro país, uno de los temas que resuenan con mayor insistencia en la política estadounidense en este año electoral es la pérdida de empleos manufactureros, causada por la decisión de diversas corporaciones de trasladar sus procesos productivos a diversos países del mundo. Tanto Donald Trump como Bernie Sanders han colocado el tema en la agenda política nacional aunque, como no podía ser de otra manera, las explicaciones del fenómeno son muy distintas, así como las respectivas propuestas de solución. El empresario candidato presidencial del partido republicano busca ganar los votos de los desempleados y diversos perjudicados por las decisiones corporativas culpando a los países receptores de esas inversiones, mencionando repetidamente a China y México, como si Estados Unidos no hubiera encabezado la implantación a toda costa en el mundo entero del dogma neoliberal que incluye: libre comercio, privatizaciones, desregulación acelerada del sector financiero, desplome de los salarios reales, etc. En contrapartida, quien fuera aspirante a la candidatura demócrata Bernie Sanders, sostiene que a partir de los años setenta se aplicó una política orientada a desprestigiar y debilitar a los sindicatos, lo que hizo posible la manera irresponsable como se tomaron las decisiones que gobiernan la globalización neoliberal, acompañada por el crecimiento universal de la desigualdad y el desplome de las capas medias.

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El punto de vista de Sanders ha sido reforzado por el propio presidente Barack Obama en discursos pronunciados en distintas oportunidades. Ha llamado la atención sobre datos clave: Hace cincuenta años, casi un tercio de los trabajadores americanos pertenecía a un sindicato; hoy es solo uno de cada diez, el nivel más bajo desde la Gran Depresión. Solo el 36% del sector público pertenece a un sindicato, pero ha sido el sector privado el que ha experimentado una mayor caída  pues solo el 7 por ciento de los trabajadores pertenece a un sindicato. La consecuencia inmediata de esta realidad se entiende con facilidad por el hecho demostrable que el salario y las prestaciones laborales (como el seguro médico o la jubilación), son siempre mejores cuando se trata de trabajadores amparados bajo la protección de un sindicato. Al disminuir el índice de sindicalización se disparó la desigualdad. Diversos funcionarios de la administración Obama, señalan que a pesar de la mejora económica del país, el estancamiento de los sueldos de la clase media y la creciente desigualdad de ingresos contribuyen a preparar el escenario para que los sindicatos vuelvan a ganar protagonismo en la vida laboral del país. Entre los ejemplos más recientes, refieren el conflicto que ha mantenido parados numerosos puertos en la Costa Oeste o la huelga en varias refinerías estadounidenses.

En un esfuerzo por frenar el declive de los sindicatos, el presidente Barack Obama convocó a la “Cumbre de la Casa Blanca para la Voz de los Trabajadores” que reunió a líderes demócratas del Congreso, representantes de sindicatos, maestros, empresarios, y activistas comunitarios que, a su juicio, luchan para que los trabajadores de a pie, tengan “un trato digno y salarios que les alcance para vivir y puedan cuidar a sus familias”. Refirió que con el declive de los sindicatos ha aumentado la desigualdad, y que cuando la gente ataca a los sindicatos, están atacando a la clase media, y que es hora de “facilitar que la gente pueda sumarse a  un sindicato”. Los discursos de Obama insisten en recordar que en el siglo pasado, los sindicatos fueron el motor del progreso de la clase media en EEUU, ayudando a establecer normas como la semana laboral de 40 horas, pago por horas de trabajo extra, seguro médico, y pensiones para la jubilación. También ha criticado a empresas que culpan a los sindicatos de las penurias de la clase media y que en años recientes han recortado salarios y beneficios, e incluso recurren a contratistas “temporales-permanentes” con los que pueden reemplazar a empleados fijos para pagarles menos y con menos seguridad laboral. Afirma Obama que el respaldo a los sindicatos no está reñido con el empresariado, porque las empresas que invierten en sus trabajadores tienen mejor rendimiento para sus negocios, la comunidad y el país. “Tenemos que cambiar la actitud y la mentalidad de que no se puede hacer nada, o de que dar a los trabajadores una voz equivale a deficiencia o que perdamos la competitividad”, señaló Obama, cuya propuesta de aumentar el salario mínimo federal se ha fortalecido por la muy exitosa campaña del senador Sanders.

Mientras tanto, el gobierno de Enrique Peña sigue aplicando la política criticada por Obama, vigente ininterrumpidamente desde hace tres décadas, de manera que las iniciativas para que los trabajadores mexicanos mejoren su situación tendrán que surgir de los propios trabajadores, empezando por utilizar inteligentemente las nuevas normas sobre acceso a la información para renovar la agenda por la democratización del sindicalismo, pues propician la participación de los trabajadores en el rescate de sus organizaciones al identificar vicios y complicidades, como ocultar datos relativos a las organizaciones, sobre sus liderazgos formales o al contenido de la contratación colectiva, todo lo cual inhibe el ejercicio de los derechos y la organización de los trabajadores.

Como lo ha señalado el abogado laboralista Arturo Alcalde, la transparencia sindical coadyuvará a romper cacicazgos, lo que, en paralelo, será virtuoso para que los sindicatos recuperen el papel central que deben tener y alejarse del desprestigio actual. ■

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