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viernes, 26 abril, 2024
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Mi recuento del 2022. Bienvenido 2023

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Por: ÁLVARO GARCÍA HERNÁNDEZ •

Este ejercicio no es otro resumen de noticias sobresalientes acontecidas en el año que se va; más bien, refleja mi forma de sentir al final de este moribundo 2022. Cada año que pasa nuestra realidad nos sorprende; no creo que estemos superando los grandes retos que históricamente hemos tenido como sociedad; cada año nos acercamos más al caos, pues no basta un sexenio para reconstruir las estructuras dañadas de una sociedad que, durante casi un Siglo, fue afectada, ultrajada, sometida, prostituida, manipulada, domesticada y, como lo repetí varias veces, adoctrinada a la vocación del dolor, de la pobreza, de la miseria y a la aceptación generalizada del flagelo de la explotación de los ricos sobre los menos desprotegidos; a esto contribuyeron las sectas, las mafias, los medios de comunicación, los partidos políticos y sus distintas cabezas que emanan de un mismo cuerpo y que se multiplican cada vez que una extremidad es cortada a manera de monstro mitológico. México constituye una gran complejidad, en sus arterias y órganos más sensibles; está tatuada la corrupción y sus actores solo cambian de piel y color como el más perfecto camaleón, por lo que muchos cambios son obstaculizados por los operadores del estatus quo, ya que no convienen los cambios profundos, no interesa la renovación de esos órganos vitales que ya no funcionan, más bien, los colman de operaciones quirúrgicas que van extendiendo su vida por un periodo lo más largo posible hasta que colapsen, pues los opositores a los cambios están más articulados y organizados como las fuerzas delictivas en contraposición con las endebles corporaciones armadas. La cultura generalizada de nuestra sociedad, desde hace tiempo, ha sido la aceptación de los corruptos; hemos permitido que sigan trabajando y que se idealicen en nuevos partidos políticos; hemos sido ciegos cuando vemos al Geppetto jalar los hilos de un nuevo Pinocho, para engañarnos colectivamente y seguir saqueando la riqueza del país. Somos una República de fantasía en donde todo es posible, donde todo puede pasar sin que nada más que una sociedad indignada, manifieste su ira en marchas y panfletos; necesitamos subir al siguiente piso de la inconformidad ciudadana, aunque si quisiéramos hacer un nuevo partido político, las estructuras de la supuesta democracia están diseñadas para que solamente pasen, muy pocos independientes, escasos indígenas, y líderes genuinos, a saborear las mieles del poder y hacer posible uno que otro cambio. Así las cosas, todo está planchado para seguir con lo mismo y si seguimos sembrando peras no esperemos recoger jitomates, por eso el año que se va es algo más de lo mismo y el 2023 seguramente seguirá con esa cadena de lamentaciones, con el rosario de peripecias y ya tan solo seremos contempladores de más eventos que nos dañan, crisis económicas, más exterminios colectivos como las pandemias y las variantes que se aproximan. Lamento haber conocido en este año que se va, a varias manifestaciones de miseria humana, de traiciones, de desmedida avaricia por los puestos, de intrigas, de claros protagonismos sin estrategias de grupo o afines a las instituciones, a veces creo que estas últimas están edificadas sobre viejos cementerios por el grado de complejidad interna y las malas vibraciones que pululan entre las paredes. Yo también puedo contribuir al caos pues soy humanamente imperfecto como cualquiera, por lo que ya sobre mí habrán de construir una muralla de falsedades si les place. Para el que escribe, el 2022 representó varias satisfacciones personales, de mucho conocimiento, de viajes a lugares maravillosos, de personas extraordinarias, de amaneceres y atardeceres inolvidables, de nuevos proyectos y encomiendas por venir. Mis riquezas disminuyeron y mis aprendizajes aumentaron, soy el resultado de mis tiempos, de mis ayeres, de mi presente, al igual que todos, y tengo la fortuna de no conocer todavía a nadie perfecto; nuestra vida es así, transcurre en nuestros espacios inmediatos, con nuestros propios derroteros que convergen con los escenarios locales y nacionales. Creo que ningún ritual para recibir al año 2023 será tan efectivo como la formación de una colectividad pensante y actuante y, más allá de partidos políticos, debemos formar ciudadanos responsables, críticos, informados y con clara incidencia en la estructuración de políticas públicas. Espero que los problemas más complejos no nos alcancen, que sigamos, cuando menos, conservando la vida, la salud y la esperanza. Agradezco a Dios y al Universo por todo lo vivido, por cada día y cada noche, por la amistad, el compañerismo y la familia. Bienvenido 2023.

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