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jueves, 2 mayo, 2024
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Lucha interminable

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Por: RENÉ LARA RAMOS •

A México y la mayoría de los mexicanos toca vivir un tiempo donde, aunque no lo parezca, la cotidianidad del horror, el espanto y lo sombrío, se difunde en escenarios artificiosamente luminosos unos y otros no. Cuando llegan al televisor de los hogares son una fugaz concreción de contingencia que más allá de ese momento, el medio los torna tan inaccesibles al pensamiento como si no fueran sistemáticamente construidos, ¿ni existieran? La duda, la pregunta, cómo a través de todo ello uno puede prefigurar si como país, somos o no un desastre social, económico, político y cultural, al que se disfraza mediante banalidades propias del espectáculo, para mostrar flotando en ese  escenario político y sin más, una imagen de Peña Nieto como protagonista sonriente y una del PRI, haciendo y deshaciendo lo público con discursos y sin contrapeso, ni oposición, con voluntad y capacidad suficientes para convocar a discutir y enfrentar un programa político opuesto o siquiera distinto al neoliberal, por lo visto, aun boyante e invasivo en todos los medios, sobre todo la televisión.

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Al inicio de su mandato, con un garlito, Peña Nieto unció a su proyecto a la oposición política y congeló con ello una fuerza que en lugar de fortalecerse y crecer, se diluyó, con todos los argumentos políticos válidos que pudiera esgrimir como tal, para cuestionar y discutir. No los necesitó para uncirse y medrar bajo la entelequia del Pacto por México, bastaba con no abandonarlo y lo demás estaría seguro: recibir los recursos institucionales correspondientes. ¿Rosario representaba cooptación? Esa actitud y proceder del líder opositor y su corriente, aún a la sombra del poder, no le impedía ser proactivo, si lo hubiese querido. En cambio, con su inercia, dilapidó la posibilidad de generar o fortalecer una oposición crítica y creíble como tal ante los ojos de la ciudadanía. Mejor hubiera ido a la izquierda, si tal dirigente renuncia y se incorpora al gabinete. La oposición política persistente hubiera ganado más con la precisión y construcción política de su propia autonomía, ¿de izquierda? En general, ¿qué tan autónoma puede ser hoy la oposición política? Tanto como políticamente construya y ejercite con democracia su propia autonomía. Por ello, se habrá de entender que la cercanía y buena relación con el poder, ni significa ni es la compartición del mismo. ¿Dónde y cuándo se va a conseguir contar con un jefe de Estado y un jefe de Gobierno, ambos con distinta extracción política, cuánto se avanza en eso y hasta dónde van a llegar unas reformas aprobadas con el sentido político de reproducirse en el poder, aún bajo el riesgo de la mediocridad?

En México, la exposición a medios del Presidente de la República y de su gabinete es controlada, igual que cualquier otra. Si no es con democracia, ¿cómo generar una oposición política, crítica y alternativa para una izquierda que de cara a las elecciones intermedias, carece de otras opciones para controlar sus daños y anuncia la lucha para enfrentar la indetenible privatización energética, aderezada como reforma, por ejemplo? Si esto se condensa y la credibilidad genera confianza en el convocante, persona u organización, a nadie escapa que durante todo el período anterior se dejó avanzar momento a momento, esto que hoy, en lo inmediato, no se podrá enfrentar exitosamente impidiéndolo; en cambio, eso sí permitirá agitar los ánimos con la expectativa de hacer posible inscripciones de sentido y generar adeptos para los eventos electorales del año entrante. A falta de trabajo político persistente y consistente, la defensa de los energéticos se convierte en elemento del juego electoral. Circunstancia que, dada la oposición política actual, por esta vez, quiérase o no, favorece más la posición política estratégica de AMLO.

La defensa de los energéticos, su uso racional y ambiental, no sólo mercantil, con todo y ser un problema de futuro no tan inmediato, adolece de la atomización institucional de la izquierda y enfrenta como riesgo la larga vida política para el PRI y “su radical” proyecto neoliberal, ¿por poder reproducirse en las Cámaras? (“su radical”, léase: presidencial, por asumpción, no por autoría.)

Todo lo anterior, sin quererlo, plantea o son problemas de democracia y comunicación entre los mexicanos, ligados a lo que puede ser su sensibilidad y conciencia políticas, y su mantenimiento o desarrollo. En tanto el principal emisor, la televisión y en menor medida la radio, está equipado con recursos de todo tipo, es decir, con medios de comunicación capaces de poner en jaque la formación de conciencias libres, mediante su libertad de expresión y una veracidad que no necesariamente coinciden con los hechos, en tanto mensajes, no tanto destinados a la conciencia, sino a mantener y conservar la sensibilidad de los mexicanos hacia los mensajes del emisor, sus canales favoritos de televisión. (Con base en un documento de Javier Esteinu Madrid.) ■

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