Entre las muchas noticias relacionadas con la educación que con mucha frecuencia asaltan a la opinión pública, se encuentra la dada a conocer a principios de la presente semana y que tiene que ver con el anuncio de la propuesta de la SEP de aplicar un programa de reconcentración de escuelas. Por sus alcances e implicaciones, este no es un tema menor. Se trata de trasladar a 3.2 millones de alumnos de escuelas unitarias y de organización incompleta, ubicadas en lugares del medio rural, marginadas, de baja matrícula, con bajo aprovechamiento escolar y que operan en condiciones de inequidad extrema, algunas de ellas.
Tan pronto y como se dio a conocer la noticia, las reacciones no se hicieron esperar por parte de algunos atentos observadores y críticos de la política educativa del gobierno mexicano, amén de especialistas en la materia. La editorial de La Jornada del mismo día en que este diario difundió la nota, calificó la propuesta como “una amenaza a los más vulnerables”, (La Jornada, 21/11/2016). Al día siguiente, el viejo activista, periodista experimentado y actual jefe de información del mismo medio la calificó como, de llevarse a cabo la reconcentración de 100 mil planteles rurales, una especie de reducción a la manera como ocurrió con las reducciones por medio de las misiones de indios en la Nueva España so pretexto para evangelizarlos y castellanizarlos, aunque en los hechos se buscó asegurar su mano de obra y explotar los recursos y robárselos los encomenderos, misioneros sus propias tierras. Analogía un tanto extrema, por cierto. Por su parte especialistas de la UPN Ajusco y de la Escuela Nacional de Maestros consideran que la reconcentración se pretende hacer sin que tenga como respaldo un proyecto pedagógico para las comunidades marginadas y la acusan de discriminatoria y perversa, (La Jornada, 23/1172016).
¿A qué obedece este programa de reconcentración escolar? ¿Cuáles son los reales objetivos que persigue? ¿Es viable? ¿Se partió de un diagnostico objetivo para anunciarlo?
Entre las causas del bajo desarrollo educativo y los bajos niveles de aprovechamiento escolar en México se encuentran la dispersión, la baja matricula y el abandono de la mayoría de las escuelas que se ubican en el medio rural. Todos estos factores son reflejo de la inequidad con la que histórica y secularmente ha operado el sistema educativo mexicano, especialmente en el nivel primario. Países con un alto grado de desarrollo como lo son Finlandia, ocupado por un territorio boscoso y de clima nórdico comparte con el nuestro la dispersión y un considerable porcentaje de su población compuesto por familias que habitan en comunidades muy pequeñas. Para dotar del servicio a la población en edad escolar desde la educación inicial, primaria y secundaria el gobierno traslada llevando y trayendo a los niños entre sus hogares y escuelas. En nuestro país resulta muy caro económicamente atender grupos pequeños pagando a maestros, cuya carga no justifica su salario, no obstante que, aunque las matriculas de sus establecimientos estén distribuidas en diferentes grados y grupos. La principal razón para reconcentrar la mitad de las escuelas rurales obedece pues a criterios presupuestales. Con la crisis encima y la lumbre en los aparejos, al Estado le urge racionalizar el gasto educativo al extremo, aquí radica el principal objetivo y razón de ser del programa. Su viabilidad depende una vez que venza las resistencias de maestros y padres de familia que pudieran surgir, de que el gobierno dote de los recursos económicos, apoye con la infraestructura necesaria y reasigne o aporte el presupuesto que se requiera según sea el caso. El que los grupos de un grado y nivel sean atendidos por un solo maestro es una condición y garantía para elevar los niveles de aprovechamiento y terminal de los alumnos.
Por lo que hace al diagnóstico la SEP informa que de concretarse este proyecto de reconcentrar las escuelas rurales implicaría movilizar a 3.2 millones de estudiantes. De las 200 mil escuelas de educación básica del país, la mitad de estas concentran al 86 por ciento de la matrícula, en la otra mitad que serían las que prácticamente desaparecerían se ubica el 14 por ciento restante. La proporción de estas últimas son pequeñas y geográficamente están muy dispersas. A lo que agrega la secretaria que registran los peores resultados académicos y al ser reflejo de la inequidad, reproduce los peores efectos de la desigualdad educativa. Son las más abandonadas.
De llegar a cristalizar y concretarse la reconcentración de escuelas rurales no sería la primera experiencia educativa de este tipo. En el pasado reciente ya existieron escuelas a las que acudían a tomar clases niños y jóvenes de diferentes centros de población.
En Zacatecas, además del internado de Guadalupe que existe como asilo de niños expósitos desde el siglo 19 y escuela que alberga actualmente a los tipos de primaria y secundaria; en el ciclo escolar 1975-1976 existía el Albergue estudiantil de Apizolaya al que acudían a tomar clases niños de diferentes comunidades aledañas del Norte del municipio de Mazapil.
El programa una vez que se instrumente como proyecto implicara otros programas propios de las Normales e instituciones de maestros para formar, actualizar y capacitar al nuevo estudiante con el perfil de egreso de los niños rurales e indígenas. Porque no se trata solo de concentrarlos sino formar al nuevo hombre y futuro ciudadano con las competencias y valores que el presente y el futuro mediato requieren. ■
