Como un grupo de amigos que han aprendido que la vida de uno depende de otros al “rodar” por las carreteras, definió Fidel Alvarado de la Torre a los Druidas Motoclub Zacatecas; agrupación que conjunta a 23 elementos que además de este pasatiempo se ocupan de labores altruistas. Una de ellas tuvo como escenario este domingo la casa hogar de niños en riesgo de calle, De amor y esperanza, ubicada en la capital del estado.
“Somos humanos arriba de unas máquinas pero al final de cuentas eso no te hace más salvaje, más rudo. Al contrario, te hace incluso más responsable”, refiere Alvarado de la Torre.
El empresario precisa que cuando los Druidas comparten el camino confían en que los demás cuidarán de sus vidas y cada uno de la de los demás, “es parte de la convivencia, nosotros no podemos dejar en la carretera a quien se queda…salimos todos y regresamos todos. Entonces sí fomentamos las actividades de grupo y dejamos a un lado el individualismo”.
Como grupo también han encontrado en “la labor humana” de ayudar a “los que menos tienen”, una satisfacción. Entre otras actividades cada diciembre esta agrupación lleva a los niños y jóvenes de De amor y esperanza, regalos de Navidad.
Fidel Alvarado tiene tres años dentro de los Druidas y comenta, “es muy bueno, nos han estado contagiando de su humanismo, de sus buenas obras, nos están sensibilizando porque sí, algunos somos muy duros, otros muy sensibles pero estamos tratando de unificar ese sentimiento hacia otras personas”.
La actividad implica tanto a los motociclistas como a sus familias. Fidel no puede dejar de pensar en sus hijos cuando se suma a esta iniciativa y sesión de obsequios.
Es padre de un niño de cinco años de edad y una niña de apenas uno. El juguete que lleva para entregar pertenecía a su hijo.
“Con toda la ilusión se deshace de un juguete, él tiene la esperanza…porque se lo hemos inculcado de ayudar. Dios proveerá, Dios te va a ayudar…Dios te va a dar más”, de esta manera se ha generado el sentido de desprendimiento, comenta.
Elliot tiene también un año de edad, será quien reciba este obsequio. Lo que piensa y siente Fidel Alvarado, dice, son sentimientos encontrados.
“Tengo una bebé de un año y dos meses, en realidad no conocía yo a Elliot, pero es muy reconfortante saber que uno es parte de la felicidad de un niño, de su alegría y su sonrisa”.
Este empeño también tiene el objetivo de acabar con la imagen que se ha generado en torno a los aficionados al motociclismo, vistos como drogadictos o alcohólicos.
Carlos Razo, vicepresidente de esta agrupación de motociclistas, agrega que en Druidas se integran profesionistas y gentes con diversas actividades, en su caso se ocupa de la dirección de un importante teatro de la ciudad.
Destacó entre otras iniciativas emprendidas, la ayuda que llevaron mediante despensas y otros enseres a los afectados por la tromba que cayó en Tlaltenango en 2008, también arreglan salones de clases y recientemente se involucraron para aportar lo necesario a niñas que en un taller de ballet requerían recursos para sus vestuarios, integradas a una casa hogar.
Su satisfacción es “dar un poco de lo que puedes llegar a tener”, sintetiza Razo.
Ese tener también implica el tiempo, algunos de estos motociclistas vuelven en otras ocasiones en este caso a la casa hogar De amor y esperanza, que en este momento alberga a 19 niños y jóvenes, para jugar con ellos, ayudarles en tareas escolares, leerles cuentos. Esta información la añade Leonora Arciniega, directora del lugar.
