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jueves, 2 mayo, 2024
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Zacatecas sin freno

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Por: MIGUEL ÁNGEL AGUILAR •

  • Historia y Poder

Zacatecas sin freno, los cientos de crímenes sin resolver, las miles de denuncias en las mesas del Ministerio Público por robos, ultrajes, latrocinios, pesquisas, amenazas, ofensas y con una gran plaga de burócratas que entorpecen toda función esclarecedora.

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Zacatecas sin detenerse en el abismo: los miles de abortos en todo el estado, la insalubridad y las enfermedades, el eterno problema del alcoholismo y la drogadicción entre su población más joven, el sida, la sífilis, -la antigua herida que no cierra-, el cáncer por la adulteración hormónica de los alimentos chatarras, la prostitución como madriguera sin control.

Zacatecas sin freno: la corrupción de las policías, la práctica incesante de la tortura ,el tráfico de armas, los grupos cada vez más amplios de paramilitares que sin control alguno extorsionan a la población y la orillan a la peor de las depresiones por el chantaje, el secuestro, el crimen directo, la alevosía de su impunidad y protección policiaca.

Como nunca antes en su historia, el pueblo de Zacatecas sufre la calamidad de estar en medio de una guerra que parece no tener fin entre los cárteles de la droga y además en la disputa por los territorios en que se venda droga asesina a la juventud zacatecana y la orille al peor de los destinos de la leva: a ser objetos de mercado y sujetos de la vileza del trapo sucio de una constitución inservible.

Una de las primeras acciones que llevó a cabo el general Jesús González Ortega cuando asumió constitucionalmente el gobierno de Zacatecas en octubre de 1858 fue abatir de inmediato las hambrunas que aquejaban a la población, controlar a las mezcaleras que eran fuente de enviciamiento y ultrajes a la salud, prohibir el esclavismo de manera tajante, suspender con las armas en la mano el tráfico incesante de peones en tiendas de raya y sus eternas deudas con los amos españoles y mestizos, evitar el hacinamiento, edificar hospitales y escuelas, pagar bien a las tropas, apoyar a sus familias.

Eran las muchedumbres delirantes que lo aclamaban por la fuerza y convicción de su gran oratoria, su pujante ideal que emanaba del amor a la patria chica y su decisión irrevocable de ser, no un caudillo, sino de los mejores hijos que ha dado este estado y que impactó a nivel nacional y mundial por la inquebrantable fe y honradez en sus principios.

Hoy nuestro Zacatecas gira en las dimensiones de lo irreconocible y el desastre.

Quien tenga ojos que vea, quien tenga oídos que escuche y quien ame su historia, que actúe. ■

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